Agente doble

144 4 2
                                    


Cafetería frente al Hotel Moscú


Había novedades acerca de la arquitectura subacuática. La rusa envió una carpeta encriptada al ordenador de Benny con el listado de piedras preciosas y su valor en el mercado negro. El archivo mandaba un mensaje automático cuando él lo abría, directo a la red informática del Hotel Moscú, por lo que sabrían que lo habría leído. Benny le comentó los cálculos que el equipo de la rusa se había encargado de hacer antes de enviarle, cálculos que él se encargó de verificar uno por uno. La suma era desorbitada.

—Ella pretende hacer tratos con el descubridor de la estructura. Al parecer, tiene familiares cercanos y la costa donde se encuentra esto está en una línea fronteriza entre dos parcelas que... bueno. Resumiendo mucho, Balalaika está reclamando el 50% que dice que le pertenece. Si no hay trato, las cosas se pondrán feas y se quedará con el 100% de lo que están excavando.

—Entonces tendrá ya varias grúas y equipos vigilando esa costa —alegó Dutch, que seguía acabándose un bocadillo—. ¿Decía algo más el mensaje?

—Bueno. Ha dejado claro que las piedras se las va a llevar sí o sí. Si se complica el trato, y parece que así está siendo, nos ofrece el 5% de lo extraíble por un robo en las profundidades marinas.

—Y el 5% es...

—Tocaría a cincuenta mil dólares limpios a cada integrante de la banda.

Revy vino del interior de la cafetería con un par de tazas y Rock con los platillos de tartas. No habían escuchado esa parte de la conversación.

—Es demasiado dinero. Proporcional a la dificultad. —Murmuró el negro, acariciando su labio inferior con un cigarro, sin prenderlo. Revy no prestaba aún la merecida atención a la charla. Estaba devorando un donut de chocolate. Rokuro miró a ambos.

—¿Qué nos hemos perdido?

—La rusa ofrece cincuenta mil por cabeza si programamos y robamos la excavación artificial... sin saber bien quiénes están detrás.

—¿La de las piedras preciosas? —preguntó Revy. Él asintió. —Es demasiado entrenamiento. ¿Cuánto tiempo tenemos?

—Casi cuatro semanas.

Revy hizo una mueca y negó con la cabeza.

—La presión es demasiada, Dutch.

—Podrías de sobra. Pero tendrías que entrenar todas las mañanas.

Revy masticó su bocadillo y puso cara de circunstancias, pensándoselo dos veces.

—Si el pago no la ha hecho pestañear, no es que le interese demasiado. ¿No crees? —dijo Rock, haciendo que el resto parara lo que estaban haciendo. Dutch se le quedó mirando a través de las gafas de sol. Revy después de unos segundos siguió comiendo, pero Rock y él quedaron mirándose fijamente.

Al final, Dutch respiró sonoramente y se acercó su lata de cola.

—Tú irás a vigilar esta tarde la mercancía que llegará al hotel.

—¿Y...yo...? ¿Pero qué tengo que ver con...?

—Balalaika quiere proponerte otro trabajo, y por lo visto tiene que ver con el traspaso que ocurrirá desde ese camión. Probablemente quiera enseñarte in situ lo que tienes que hacer.

Revy observaba de reojo, callada, a Rock. Éste cruzó miradas con ella, lo que la hizo centrarse en su postre de nuevo.

—Ya no sé si me interesa. Hace poco te hubiera dicho que sí, per-...

El ángel de la corrupciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora