El ángel corrompido

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Como Eda ya había predicho, todos los integrantes de la compañía Lagoon salieron sin cargos en sus celdas, incluyendo a Rock. Por la parte que tocaba a la propia Balalaika, hubo dos reuniones a puerta cerrada, una con la CIA y otra con la Interpol, donde se debatió, entre otros muchos asuntos, la identidad del "gigante dormido", alias con el que se conocía a la personalidad física que comandaba todas las rutas de droga en el hemisferio norte. Se sospechaba que Balalaika era su más preciada gema en cuanto a contactos, reputación y vías de carga y descarga. Roanapur era un punto caliente de ganancias, y como era de esperar, mandó a las personas necesarias para asesorar y acompañar a la rusa a aquellas reuniones. Balalaika no podía darles el nombre, alegando hasta el final que lo desconocía. Debido a la estudiada estratagema de los abogados e incluso de ciertos fiscales comprados, sus palabras fueron tomadas como válidas. Pero no podía perder el cargamento ni seguir sufriendo emboscadas, por lo que en compañía expresa de un solo funcionario de la CIA, contó un par de... "informaciones confidenciales". En ese mismo instante, la CIA eliminó los antecedentes acuñados a su nombre, los de su hijo, los de sus camaradas y el incidente del muelle fue tratado como si jamás hubiese pasado. Todo el Hotel Moscú salió indemne.

David trató de mantener alguna conversación con su hija, pero ésta le tenía bloqueado de todos sitios. Eda había usado una de sus identificaciones para volar a alguna costa paradisíaca y sólo había comprado pasaje de ida. Desapareció del mapa una buena temporada tras haber renunciado como agente.


Rock encontró rápidamente un trabajo corriente, en la misma petrolífera que Mary y gracias a sus referencias. Era una chica cercana, amable y simpática, y debido a las dos terapias semanales que hacía desde entonces, estaba tomando el rumbo de la tranquila soledad en cuanto a vida amorosa se refería. Había hecho mucho daño a dos mujeres, y Eda también se lo había hecho a él por mucho que tuviera sus motivos.

La psicóloga le había explicado que ambos se había utilizado mutuamente, y que debido a la manera que habían tenido de desarrollar su "relación" cuando vivían juntos, Eda acuñaba y entendía el amor a través del contacto físico. Rock le contó todo con pelos y señales porque quería tener una guía fiable, que alguien le explicara si estaba psicótico o si era normal estar enamorado de alguien a quien se hacía sufrir. Tampoco tenía claro qué había sido él para Eda. Siguiendo los testimonios de Rokuro, lo que le dijo la psicóloga le hizo reflexionar. También le aconsejaba cambiar de trabajo drásticamente. Y así, sin tener ninguna experiencia, Mary le buscó hueco en su propia oficina, donde generalmente trabajaba sola con los datos y las gráficas en el ordenador.

Le sirvió para desconectar, pero Rock se dio cuenta en seguida de por qué no echaba de menos su trabajo de oficinista: aquello era estar ocho horas con el culo sentado, apuntando una indigesta cantidad de datos y recopilando los de los archivos que venían del laboratorio para analizar el petróleo crudo. Ellos dos tenían que ser muy rigurosos con cada decimal que escribían en las celdas antes de convertirlas en gráficos. Pero sólo llevaba tres semanas y se aburría muchísimo. Además, el tiempo libre que tenía, o simplemente durante tareas monótonas, no es que le viniera tampoco muy bien para desconectar del todo, pues seguía dando vueltas a hechos del pasado. Mary había intentado hacer múltiples acercamientos con él, y Rock se empezaba a sentir en una encrucijada. No había sido del todo sincero con ella, por lo que la chica desconocía las pocas ganas que tenía de volver a empezar nada con ninguna. A Rock le costaba creer que alguien se fijase en él si no había otro interés de por medio, porque Eda lo había dejado un poco traumado. Como tampoco quería sentirse desapegado y mal amigo, aceptaba de vez en cuando ir a cenar o a tomar cervezas con ella, pero nunca pasaba a más.


Cervecería


El ángel de la corrupciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora