Boomerang oscuro

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Desde lo de Yukio, Rock había pasado por varias fases adaptativas con respecto a lo que ofrecían los barrios de Roanapur. Había sufrido mucho aquella pérdida, pero aun así, con mucho dolor y horas de ansiedad, había logrado dormir. Desde su discusión con Revy, sin embargo, sintió que su enfoque en la vida estaba totalmente mal hecho. Y lo peor es que todos en la banda sabían lo egoísta y gilipollas que había sido.

No.

Lo peor era, en aquel preciso momento, que iba en un coche blindado de 8 plazas con Revy sentada frente a él, y no se dirigieron la palabra ni una sola vez las 3 horas que duró el desplazamiento a la base militar. Balalaika ya había movido la primera ficha y la banda de Dutch tenía que hacer presencia con un buen arsenal de armas automáticas a seguir con el proceso de desmantelamiento. La última novedad que hubo fue que, debido a la baja de Zack Ford, dos hombres más vinculados a la banda habían eliminado archivos que les relacionaban con él, en sistemas digitales sobre los que Balalaika ya sí que tenía el control. Benny dio con la clave, le informó, y fue lo único que necesitaron para dar con una ubicación de la presunta sede del grupo organizado. La misión se tornaba complicada, los que no sabían disparar no tenían hueco de ningún tipo allí. Para Rock la importancia de todo aquello se reducía a lo que pudiera ayudar a Revy y nada más, por mucho que ella estuviera dolida con él. Seguiría adelante con el cometido.

Agradeció internamente que dispusiera a Eda en otro vehículo y no en el mismo, porque yendo los 3 habría sido insostenible.

Después de llegar a la base y recibir instrucciones, Rokuro fue relegado a un ala donde estaban...

—...los que no hacemos nada útil.

—Deja de quejarte, abuela. —Sonrió Benny, dándole una amistosa patada en el trasero cuando pasó por su lado. —Tendremos control remoto a sus localizaciones y voces en todo momento, ¿no te parece lo suficientemente emocionante?

Rock se rascó el cabello, mirando dudoso los seis portátiles repletos de videocámaras que el rubio tenía ya conectadas y bajo su dominio.

—¿Sabes cuándo empezará todo esto? Estoy nervioso.

—La verdad es que yo también. —Echó una mirada rápida al fondo del recinto, donde se encontraban Boris y Balalaika hablando con otro cuerpo especial. Rock admiraba esos trajes tácticos que llevaba la unidad militar. Supuso que aquello era la fuerza militar contra la policial y, teniendo en cuenta el origen delictivo de ambos bandos, la situación podía resultar catastrófica.

—Ella nunca se moja, ¿verdad?

—No creas. La he visto una vez vestida con la uniformidad. —Comentó Benny en un tono más bajo. —Es una gran mujer, te digan lo que te digan. Y menuda puntería, chico.

—¿Y por qué no va ahora? Ha sido la fundadora de toda esta persecución.

—Es demasiado importante. Ella quiere, si te sirve de consuelo.

—Si no fuera tan malo en este tipo de tareas no me habrían ni preguntado, me habrían directamente dado el chaleco antibalas.

Benny puso los ojos en blanco, había veces que tratar con Rock le recordaba a un niño pequeño e insufrible. Se puso los cascos sobre las orejas y le ofreció otros. Se acercó también un cuenco atestado de ganchitos naranjas y cogió un puñado, metiéndoselo en la boca. Mientras masticaba, Rock iba pasando la mirada de cámara en cámara.

—Son a tiempo real. Podremos avisarles por walkie de cualquier cosa extraña que veamos. Pero estas son las exteriores y no me preocupan. Me preocupan las interiores, por la barrera cibernética que tienen.

El ángel de la corrupciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora