El deseo de odiarte por siempre.

11. Un viejo decrépito.

¿Os acordáis del señor que amenazó a Isabella? Pues finalmente ha cumplido su palabra y está literalmente gritándole a mi compañera.

Estoy viendo la escena, sin saber muy bien como reaccionar. He intentado intervenir para relajar el ambiente pero lo único que he recibido ha sido un grito por su parte con un "usted no se meta señorita"

La sorpresa me ha dejado sin saber bien como actuar e Isabella esta a nada de echarse a llorar allí en medio, así que hago lo único que se me ocurre.

Llamo a nuestro jefe, Harry para comentarle la situación y afortunadamente en menos de 5 minutos entra por la puerta.

—¿Qué ocurre? —Pregunta mientras atraviesa por la puerta de cristal de la agencia. Harry es un gran jefe, estricto pero siempre nos cubre las espaldas en estas situaciones. Isabella le tiene respeto y no quiere darle problemas por miedo a que la despida pero afortunadamente, él no es así.

—¿Es usted el responsable? —El señor entrecierra los ojos y lo mira de arriba abajo. Harry viste un traje de color azul marino y lo acompaña con una corbata negra. A pesar de ser el Jefe de esta pequeña agencia, lleva otros negocios por lo que casi siempre esta trabajando en un edificio enorme cerca de aquí.

—Sí.

—Su empleada es una incompetente. — Suelta por la boca aquel señor y digo señor por no llamarlo viejo decrépito. Tiene alrededor de 70 años y esta más arrugado que una pasa. —Quiero irme de viaje por mi jubilación y necesito que el hotel valga menos de 80 dólares la noche. La señorita dice que no hay ninguno disponible y sé que sí porque tengo familia que está allí.

Harry se sube las gafas que caen sobre el puente de la nariz a la vez que toma una gran bocanada de aire.

—¿Habéis buscado bien? — Se dirige a las dos. Isabella asiente firmemente con la cabeza y yo no sé que decir porque no es mi cliente.

Decido intervenir para que Isabella pueda aliviar algo de tensión.

—Es temporada alta y quiere viajar a Edimburgo si no me equivoco. Nosotros no ponemos los precios, sólo le ayudamos a preparar el viaje.

—Con usted no es el problema señorita, es con ella. —Señala a Isabelle con su dedo arrugado y la veo encogerse. Noto como aprieta los puños y entiendo lo que se siente, me ha pasado alguna que otra vez.

Estoy dispuesta a saltar de nuevo cuando Harry me interrumpe.

—Mire señor. Confío plenamente en mis empleadas y sé que siempre buscan el mejor beneficio para nuestros clientes. Si ya les ha comunicado reiteradas veces que no hay un hotel por ese precio, debe creerla. En cualquier otro caso, puede usted ir a otra agencia de viajes.

El señor (viejo decrépito) aprieta los puños y bufa sonoramente.

—Claro que iré a otra agencia, y pondré una reseña negativa a esta. —Sale por la puerta y deja un sonoro portazo detrás de él.

—Llega a partir el cristal y hubiera tenido que emplear la fuerza. —Bromea Harry quitando algo de hierro al asunto. Ambos miramos a Isabella que ya tiene las lágrimas saltadas debido a aquel desagradable encuentro y me acerco inmediatamente arrastrando mi silla.

Harry ve la escena enternecido y se acerca para apoyar la cadera sobre la mesa de madera de Isabelle.

—Esto te va a ocurrir más veces. Sobre todo con gente mayor. Tienes que aprender a poner en su sitio a esa gente siempre con respeto. —Asiento con la cabeza dándole la razón a Harry.