22. Indirectas muy directas.

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La vuelta a casa es tranquila y silenciosa pero no incómoda. Me he permitido disfrutar del viaje esta vez sintiendo el aire sobre mi cuerpo y no perdiendo detalle a todo lo que mis ojos veían.

También me he permitido agarrarme a Jaden como si me fuera la vida en ello y parece ser que a él no le ha disgustado la idea ya que de vez en cuando su mano ha bajado hasta la mía para acariciarla.

Ambos nos estamos permitiendo cosas que no deberíamos hacer, que no sabemos como hacer y aún así, salen de forma involuntaria, sin poder controlarlo.

Después de muchos años, siento una paz en mi interior y una sensación de bienestar que me sorprende. Haber podido hablar con él, mejorar nuestra relación aunque sea fingida me pone feliz de una manera extraña. Una sensación reconfortante se asoma en mi pecho diciéndome que esto está bien, que no hay que frenar nada, que todo está como tiene que estar.

Y aún así, sigue sin ser suficiente para convencerme.

Cuando Jaden detiene la moto frente a mi piso, me bajo y me quito el casco el cual al tercer intento y ante su atenta mirada consigo desabrochar.

El pelinegro se levanta y guarda el casco de donde lo había sacado anteriormente.

—Nos vamos viendo. —Dice mientras vuelve a subirse a la moto.

—Claro. —La ansiedad se instala en mi pecho al darme cuenta de que no sé cuando volveré a verlo pero intento enterrarla muy dentro de mí y concentrarme en la conversación de nuevo.

—Intentaré dejar de ser un capullo contigo, pero no esperes algo suave por mi parte. Me gusta cuando te enfadas. —Sonríe levemente y arranca sin darme tiempo a rechistar.

Con una última mirada se marcha y me quedo observándolo como desaparece entre las calles.

Niego con la cabeza y sonrío. Estoy muy confusa pero no puedo ignorar la sensación tan gratificante que siento en mi pecho.

Esto es un gran avance, lo sé.

Me giro y ando hacia casa sabiendo lo que me espera cuando llegue a casa. Un gran interrogatorio por parte de mis amigas.

Y un gran plato de comida porque estoy hambrienta.

Abro la puerta y las veo sentadas en el sofá viendo una peli la cual no me da tiempo ni de saber cual es ya que tan solo verme la detienen y se me echan encima.

—¿Os habéis liado otra vez? —Pregunta Desi con los ojos iluminados por el poder del cotilleo. Niego con la cabeza mientras me dirijo a la cocina buscando algunos de los tuppers que preparo durante la semana para comer.

Noto como se levantan del sofá y me siguen. Mientras abro la nevera me mantengo en silencio, haciéndolas sufrir un poco antes de contarles lo sucedido.

Me giro y las veo en el marco de la puerta de la cocina mirándome expectante y casi mordiéndose las uñas de la intriga.

¿Tan interesante es mi relación con Jaden?

No ha pasado nada, hemos hablado nada más. —Digo mientras vuelco el contenido del tupper en un plato y lo meto en el microondas.

—Ya, pero ¿de qué habéis hablado? —Insiste mi mejor amiga.

—Pues... me ha pedido perdón por lo de anoche y hemos hablado de todo un poco. —Respondo sin dar mucho más detalles. Quiero que algunas cosas se queden entre nosotros, como la historia de aquel banco y como su color favorito es el mismo que el de mis ojos.

Y el mío, el de los suyos.

El microondas avisa de que la comida está caliente y se me hace la boca agua cuando lo abro y el olor llega a mi nariz.

El deseo de odiarte por siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora