Decir que me da flojera salir es poco. Yo más bien diría que ojalá comenzara a caer el diluvio universal y por condiciones que se escapan a mi voluntad, tenga que irme a casa.
Pero eso no va a ocurrir, ya lo sé.
Mi mejor amiga y compañera de piso, Desi me espera junto con más amigos en el Lab Social, un bar que hay prácticamente frente a nuestra casa.
A pesar de ser Sábado y no tener que trabajar mañana, hubiera preferido quedarme en casa viendo alguna película y comiendo chocolates.
Pero faltar a la quedada de la semana es lo más parecido a un delito en nuestro grupo de amigos, siempre y cuando no peligre tu salud o sea por trabajo claro está.
Así que intento auto animarme a mi misma. Tal vez una buena copa de ron me anime un poco.
El viento sopla fresco en Santa Bárbara, una ciudad costera en California.
Cuando terminé mis estudios decidí que era hora de dejar el nido y mudarme. Lo que no decidí es irme tan lejos de mi familia.
Pero agradecí salir de aquel pequeño pueblo en el que todos nos conocíamos. Estaba ya aburrida de ver a las mismas personas una y otra vez.
Llevo aquí desde los 23 años y ahora con 26, estoy contenta de haber tomado esa decisión.
Tengo un trabajo estable en una agencia de viajes. Santa Bárbara es un sitio muy turístico y haber estudiado administración y turismo me ayudaron a insertarme fácilmente en el mercado laboral.
Para cuando llego a la puerta del Lab Social, Desi me espera en la puerta mientras fuma un cigarro.
—Llegas tarde guapa. —Dice la pelinegra mientras exhala el humo que ha retenido en aquella calada.
—Tu gato ha sacado toda la arena de una maceta. —Afirmo. Realmente eso no pasó, si no que intenté alargar lo máximo posible mi estancia en la cama. Pero eso no iba a decírselo.
Le quito el cigarro de la mano y le doy una calada pero me arrepiento en cuanto el humo entra en mis pulmones.
Que puto asco joder.
No es que yo fume todos los días, pero he asociado el salir de fiesta con el tabaco así que estoy intentando engañar a mi cuerpo para que se anime y piense que vamos a salir de fiesta y a pillarnos una borrachera. Pero parece no funcionar.
—Deberías haberte venido cuando salí de casa en lugar de dormir tanto, ahora por estúpida te ha tocado limpiar el desastre de Luigi. —Ruedo los ojos y sonrío. Sus ojos marrones me miran con una expresión desenfadada.
—Perdona que no me apetezca ver como te comes la boca con tu nueva novia, ¿cómo se llama esta vez? —Pongo una mano en mi mentón de forma pensativa, picando a mi mejor amigo. —¿Era Naomi? ¿O me estoy confundiendo con la de la semana pasada?
La pelinegra me da un golpe en el hombro lo bastante fuerte como para que una expresión de dolor se apodere de mis facciones.
Me quita el cigarro de las manos y tras darle una última calada, lo tira al suelo.
—Estoy en una búsqueda intensiva del amor de mi vida. Y déjame decirte que al menos esta me hace cosquillas en el estómago. —Intenta defender la gran trayectoria que ha tenido hasta ahora con las mujeres lo que me hace reír.
Desi es todo lo contrario a mi, ella busca alguien que le haga sentir especial, que pase el resto de su vida junto a ella. Es enamoradiza, no le asusta entregarse en cuerpo y alma lo que ha hecho que desde que la conozco, lo pase bastante mal.
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El deseo de odiarte por siempre.
RomanceLena y Jaden se conocen desde que tienen 16 años pero nunca se han soportado el uno al otro. La vida los separó y ahora, 10 años después los ha vuelto a unir. A pesar del paso del tiempo, el odio sigue intacto entre ellos, pero hay algo debajo de t...