Capítulo 11

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Jude

Me hizo mucha ilusión que el domingo viniera María al partido. Me motivó a hacerlo aún mejor y saber que ella me estaba viendo y encima con mi camiseta, hizo que se me revolviera algo por dentro. Puedo decir ya con rotundidad que la quiero, y mucho. Es una de las personas más importantes que tengo en Madrid y también de las que tengo en mi vida. Se ha convertido en un pilar para mí: me aconseja en todo, hablamos todos los días sin parar y de cualquier tema y además bromeamos y estamos siempre picándonos. Me encanta la relación que tenemos, nos entendemos con solo mirarnos y sabemos que siempre va a estar ahí el uno para el otro, sea cuando sea. Bendito el día que decidí acercarme a ella. Quizás mi subconsciente ya sabía que esa chica de pelo rizado y ojos marrones iba a suponer una revolución en mi vida, pero una de las buenas.

Hoy era viernes y habíamos quedado en salir algo y conocer la noche madrileña. No íbamos solo María y yo, sino que iban también sus compañeros de piso y algunos de mis compañeros del equipo: Vinicius, Camavinga, Rodrygo y Aurélien. 

Algo me decía que la noche iba a prometer.

.     .     .

Los chicos y yo habíamos ido a cenar antes de ir a la discoteca en la cuál teníamos un reservado. Hablando con María ella me había insistido en que ni se me ocurriera ir a buscarlos, no quería que empezase la gente a especular y que eso me pueda afectar a mi carrera. A pesar de las veces que le dije que eso no me importaba, María era muy terca y cuando se le metía algo en la cabeza no paraba hasta conseguirlo, así que aquí estamos nosotros cinco esperando a que ellos lleguen. Le dije también que cuando llegaran me avisase por si el guardia les ponía algún problema para entrar al reservado.

- Venga chicos, propongo un brindis. - dice Camavinga - Brindemos por formar parte del mejor equipo del mundo, y también por ser los más guapos de la plantilla. - esto nos saca una sonrisa a todos a la vez que brindamos.

En ese momento me llega un mensaje de María diciéndome que ya habían llegado, por lo que dejo a mis compañeros y bajo las escaleras hacia donde está el guardia de nuestro reservado y es en ese instante cuando los veo acercarse y me quedo anonadado. Iban los tres muy guapos pero María destacaba, brillaba con luz propia. Iba con su largo pelo rizado suelto; no llevaba sus gafas que, aunque ella prefería ir con lentillas, a mí me encantaba como le quedaban; un vestido negro se ajustaba perfectamente a su cuerpo y que como había podido comprobar tenía la espalda abierta y para acabar, unos tacones del mismo color de su bolso, plateados, hacían la combinación perfecta, eso también si lo sumamos con su maquillaje. No pude quitar mis ojos de ella hasta que se acercó a mí y al guardia, y aún así no podía dejar de mirarla. Nunca podría.

- Vienen conmigo. - le digo el guardia, a lo que él les deja pasar - Bienvenidos chicos.

Subimos las escaleras y al llegar al reservado los saludo, primero a Alejandro con un apretón de manos, después a Sofía con un corto abrazo y por último a María con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.

- Estás preciosa. - le digo, a lo que ella se sonroja - Y sonrojada aún más.

- Tú también estás muy guapo. Y no me digas esas cosas que sabes que me da vergüenza.

- Pues entonces tendré que decírtelo más veces. - le guiño el ojo y le paso un brazo por los hombros y nos dirigimos hacia donde están los demás.

- Ahora sí que ha empezado la fiesta. - grita Rodrygo cuando nos ve llegar a mí y a María.

- No hay fiesta sin María, lo sé.

Nos reímos ante su ocurrencia y empezamos a beber, no sin antes brindar los ocho juntos. Algunos estamos bailando y otros están sentados en los sillones del reservado hablando, de momento, porque veo a Aurélien y a Sofía muy juntitos. No dije yo que la noche iba a prometer...

De Madrid al cielo (1ª Temporada) ‖ Jude BellinghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora