Capítulo 40

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Ya estábamos entrando en diciembre, lo que significa que la época de exámenes estaba al caer. Lo único que llevaba haciendo los últimos días era estudiar, estudiar y más estudiar. Ojalá los días tuvieran más horas porque 24 me parecen escasas. 

Era fin de semana, y llevaba desde el viernes metida en casa estudiando, al igual que Alejandro y Sofía. Se habían pasado estos días por casa Jude, Vini y Aurélien aunque no hemos pasado el tiempo que nos gustaría juntos. 

Eran casi las diez de la noche y mi cabeza me dijo basta. Llevaba toda la tarde con el culo sentado estudiando y necesitaba desconectar por hoy, por lo que recogí mis apuntes y me dirigí a la cocina a hacerme algo de cenar a la vez que descubría qué hacían mis compis. Salí al pasillo y no escuchaba ni un ruido así que se supuse que estarían estudiando. Joe, que aplicados cuando quieren.

Ya en la cocina decido hacer algo fácil, sencillo y para toda la familia: una tortilla francesa. Una comida muy infravalorada a mi parecer. Poco después escucho una puerta cerrarse y oigo pasos, apareciendo en escena Alejandro, que tenía una cara de muerto que no podía con ella, aunque yo no podía hablar porque la mía no era mejor. Que bonita es la vida universitaria.

- María, ¿sabes que yo te quiero mucho verdad? - Se sienta en una silla mientras mira lo que hago.

- No te voy a hacer la cena Alejandro Gómez Martí. 

- Jo, - hace un puchero. No me da pena ninguna. - eres muy mala María.

- Gracias rey, lo aprendí de ti.

- Oye, que la víctima aquí soy yo. - Estos piques entre nosotros me daban la vida. Acabé de hacer mi tortilla y le dejé la vitro libre a Alejandro.

- ¿No vas a cenar entonces? - Le digo mientras miro como no se levanta de su asiento en ningún momento.

- Paso, voy a comer la cena de los campeones.

- No me digas más, leche con cereales. - Él se levanta de la silla mientras asiente. En verdad tenía razón, los cereales con leche saben mil veces mejor por la noche que para desayunar, no admito discusiones.

Cuando empezamos a cenar entra Sofía por la puerta de la cocina con el pijama de invierno puesto, una bata, unos calcetines polares y una manta por los hombros, acompañándolo un moño alto mal hecho. Y lo peor es que podría ser yo perfectamente.

- Sofía tía, yo soy friolera pero lo tuyo ya es de otro mundo. Que está la calefacción encendida. - Ella se encoje de hombros mientras abre la alacena y saca un Yatekomo que mete en el microondas. Menudas cenas tan nutritivas las nuestras.

Sofía nos acompaña y cenamos así los tres juntos ya que las comidas eran prácticamente cuando nos veíamos.

Por una parte tenía ganas ya de que llegara la Navidad, aunque la vaya a pasar estudiando, pero el ambiente navideño y el reunirte con tu familia era algo que no cambiaría por nada del mundo. Además, una ya tiene mucha morriña de su tierra. Este año sí que voy a hacer como el turrón: volver a casa por Navidad.

Las luces ya estaban puestas en Madrid y tanto los chicos como yo teníamos ganas de verlas y obviamente era algo que íbamos a hacer sí o sí. Hay prioridades. Si os digo que hasta Jude me propuso ir a verlas juntos... llamadme romántica pero no hay mejor plan que ese; que sea la primera vez de muchas.

Al acabar de cenar, recogemos todo y decidimos darnos un premio por todas las horas de estudio y nos vamos al salón a continuar viendo The Crown. Lo que nos va a nosotros un buen drama monárquico.

. . . . . . . . . .

Quién me iba a decir hace un año que a día de hoy estaría preparándome para ir a ver las luces de Navidad con Jude Bellingham. Igual es muy temprano pero mi corazón así lo siente, en vez de Jude Bellingham debería decir con el amor de mi vida.

De Madrid al cielo (1ª Temporada) ‖ Jude BellinghamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora