Día 27 y 28 - Realeza y Almas gemelas

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Semi inmortal dragón Kirishima, Bakugo humano, tiempos modernos, sin dones au, reencarnaciones, poco angst, final feliz.


Eijiro sabía lo que ocurriría si se casaba con un humano, aceptó la idea de vivir milenios después de la muerte de su amado, porque el tiempo en el que estuvieron juntos, el recuerdo sería lo que duraría toda la vida o así lo quiso ver.

Antes de fallecer, su cónyuge le prometió regresar con él, aunque le tomara vidas, volvería a estar a su lado. Eijiro prometió esperarle todo lo necesario, aunque después de 300 años, esa reunión parecía que jamás se cumpliría. La electricidad, el automóvil, el avión, la televisión, contempló todo invento del humano, pero nunca hubo una señal de que su pareja volviera.

Eijiro en su último intento por encontrar al amor de su vida, se volvió un ermitaño, recluyéndose en una montaña, limitándose a resguardar el tesoro que alguna vez obtuvo en sus viajes con su pareja y con el corazón roto, su cuerpo cayó en un estado de hibernación.

Una noche un joven entró a dicha cueva, perdido, tratando de buscar en su mapa donde exactamente se encontraba. En sus años de senderismo, siempre había hecho este viaje, jamás había ido por otro camino, pero la lluvia lo había hecho confundirse y ahora trataba de encender una fogata. Una vez que pasara la tormenta volvería por donde vino.

La lluvia no paraba, la fogata no lo calentaba lo suficiente, y un ruido proveniente de dentro, lo empezaba a asustar. Fue ahí que se armó de valor, si alguien vivía en la cueva, ¿Tal vez podrían darle indicaciones? Se aventuró a entrar aún más a la oscuridad, su linterna con poca batería no le daba una buena luz, pero fue suficiente para ver a la enorme pila de oro frente a él, el ruido como si de unos ronquidos se tratase, desapareció.

Movió algunas monedas, joyas y piedras preciosas, se veían viejas, de siglos antes de siquiera la existencia de su ciudad natal ¿Eran robadas de algún museo? ¿Una especie de banco antiguo? ¿Algún descubrimiento arqueológico?La vibración y un rugido lo estremeció lo suficiente para caer de espaldas.

Una cabeza más grande que todo su cuerpo salió de entre el tesoro, llena de escamas rojas y ojos amarillos viéndolo fijamente, como si lo reconociera, el chico temblaba de miedo, era un dragón, uno real, de eso no había duda alguna.

-Eres tú

Escuchó una voz dentro de su cabeza, como si fuera telepático, poco a poco la enorme bestia fue disminuyendo de tamaño, transformándose hasta quedar un joven pelirrojo no más grande que él.

-Te encontré.

Hace siglos existían varios reinos, Eijiro pertenecía a la gran lista de dragones que servían al reino bárbaro. Donde una vez teniendo la edad necesaria, pasaban por un ritual que unía las almas del dragón con la de su jinete destinado, convirtiéndolos en compañeros por el resto de sus vidas. Así fue como ellos dos se conocieron, Eijiro tuvo la suerte de servirle a la familia real, siendo la mano derecha de su única descendencia, convirtiéndose en amigos, enamorándose eventualmente y casándose en secreto.

No todo fue perfecto, se suponía que el humano que sellara su vida con la de un dragón, viviría lo mismo que su compañero. Sin embargo, a ellos nunca les dijeron que si alguno moría, el otro se quedaría sin una parte de su alma. Y eso fue lo que les pasó, su gema murió en batalla en sus brazos, no sólo había perdido su honor y su hogar, también perdió al amor de su vida. Por eso mismo se prometieron volverse a buscar, esperar 500 años a ver esos ojos escarlata de nuevo.

-Katsuki.

-¿Quién eres tú? -preguntó el muchacho- ¿Cómo sabes mi nombre?

-Te he estado esperando -tomo sus manos uniéndolas con las suyas- amor mío, no creí volverte a verte jamás.

-Yo... Yo no soy...- lo miró más de cerca, la diminuta luz reflejada en sus facciones- ¿Por qué siento que te conozco?

-Soy yo, mi gema -sonrió acercándose más- soy tu dragón, ¿acaso no me reconoces?

-No... Yo... ¿Eijiro?

-Sí, sí, soy yo.

-¡¿Eijiro?! -lo abrazó tan fuerte como pudo- Dios, eres tú, ¡Eijiro, eres tú!

Cayeron de rodillas llorando mientras se abrazaban, consolándose mutuamente.

-Te he esperado tantos años, por fin te encontré -lo tomó del rostro- Mi gema, mi vida -besó su frente para abrazarlo fuertemente de nuevo- al fin puedo tenerte en mis brazos otra vez.

-Ei -lo abrazó igualmente- perdón, tardé tanto, siempre te tuve en mi mente, te lo juro, te busqué tantos años... Mi amor, por fin estás aquí.

-Ya, ya -besó su cabeza- al fin estamos juntos, todo estará bien ahora.

-Te amo tanto -sonrió- por fin puedo verte -sus labios se unieron delicadamente- por fin puedo besarte de nuevo.

-Mi gema -dejó varios besos por su rostro- Mi vida, mi todo, nada ni nadie me separará de ti de nuevo, lo prometo.

Fin

Mes Kiribaku 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora