Miri

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Miri entro en su vida un diciembre en noche buena, como un regalo inesperado de Santa Claus, Aún recordaba como la niña se había lanzado hacia el llamándolo papá, esa noche fue desastrosa.

—¡Miri!—. Se escuchó la voz del rubio resonando por toda la casa. —¡El desayuno está listo!—, volvio a hablar desde la cocina. Encima de la isla se encontraba el platillo que cumplía su función de ser un desayuno, tostadas, huevos y tocino, junto con una bebida que pudiese tomar una niña de 5 años, zumo de naranja.

Pequeños pasos descendieron del segundo piso, dejando ver a una pequeña niña de cabellos cortos castaños y ojitos del mismo color.

—¡Kazuki Papá!—, chillo la niña para ir donde el mencionado para lanzarse a abrazar sus piernas, donde apenas llegaba su altura. La entusiasta niña río triunfante.

—Buenos días Miri—, respondió a esto el Alfa, posicionando su mano en la cabecita de la infante, para frotarla y desorganizar su cabello haciendo que la niña chillara entre risas, recibiendo de su parte también unos buenos días.

Desde que Miri entro en su vida, está se había convertido en un desastre total, pero eso no estaba tan mal.

Sonrió, no sabía porque, pero lo hizo, tal vez se sintió bien de ver a la niña disfrutar aquel desayuno, o al no poder imaginar cómo eran sus días antes de aquella noche.

Habían pasado alrededor 3 meses, como volaba el tiempo.

Miro la hora desde el reloj que colgaba en la pared de la cocina, pronto sería la hora de entrada en la guardería. —Miri, ¿estas lista para ir a la guardería?—, pregunto Kazuki, viendo cómo la niña ya había terminado de comer, y había aseado correctamente sus dientes. A lo que Miri respondió entusiasta con un: —¡Si Kazuki Papá.

Incluso las idas a la guardería eran toda una travesía.

✧⁠*⁠。

—Aaaahg—, se quejó, con el rostro postrado en la barra. —¡Miri es tan adorable!, es como un rayito de luz...—, divago suavemente, parecía un viejo Ebrio, aunque no había ingerido ni una gota de alcohol.

—Otra vez hablando de esa pequeña niña, eh—. Expresó Kyutarou kugi mientras limpiaba un vaso de vidrio.

Después de eso lo único que se escucharon fueron los quejidos del rubio, hasta que nuevamente el bartender decidió retomar el tema.

—¿Realmente planeas cuidarla?—, pregunto el beta, deteniendo los dramáticos quejidos del contrario.

—Si Ryu...—, respondió, permaneciendo en su posición.

El mencionado simplemente suspiro, retomando la limpieza de los vasos de vidrio, puliendolos. —Y pensar que era tu último favor por la corporación—, menciono por encima.

Es cierto, Kazuki Kurusu hace unos años era un asesino a sueldo, termino por decidir retirarse del bajo mundo, pero inevitablemente volvía con cualquier excusa, como favores  por la corporación que tanto lo acogió, y en el "último" de estos favores, termino con uno de muchos problemas, Miri.

En ese trabajo termino con la vida del verdadero y dichoso padre de la criatura, el cual, sinceramente era una basura, amenazó con dispararle a una menor, que era su hija,  por su propio bien.

—Es verdad, el último favor—, respondió Kazuki, enderezandose en el asiento, de cierta forma la culpa lo podría por dentro. Pero ahora estaba dispuesto a ser un gran padre para Miri, y eso implicaba terminar de una vez por todas con esta vida.

Se levantó del asiento, estaba apunto de despedirse pero fue interrumpido por este.

—Por cierto Kazuki—, comento, llamando su atención. —si realmente es el último favor, ¿porque continúas regresando?

En respuesta el Alfa sonrió, para luego ir y salir por la puerta.

Ryu quedó mirando en ese punto fijo, ¿Y si la madre de esa niña venía a reclamar? Además de eso, los solos peligros que hay por entrar a ese bar eran incontables.

Entonces el teléfono cerca de él sonó, obligándolo a salir de sus pensamientos y atender el llamado.

—¿Señor Suwa?—

(⁠っ⁠.⁠❛⁠ ⁠ᴗ⁠ ⁠❛⁠.⁠)⁠っ¡Oh no! Capítulos irregulares.

Ray of Light ||KazuRei||✧⁠*⁠。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora