¿Y ahora?, era lo que se cuestionaba Kazuki en esos momentos.
Ahora inevitablemente se había metido en un asunto un poco serio, y aunque hubiese dicho seriamente que tomaría la responsabilidad, no paso una sola noche sin desear arrepentirse.
¡El señor Rei Suwa era un vago total! Pudo haberlo entendido los primeros días, pero definitivamente ahora no podía creer como era que había sobrevivido en esta industria tan sangrienta.
Solo después de haberse recuperado a medias volvió a su vida de mercenario, y una vez llegaba se encerraba en al baño del primer piso o jugaba videojuegos todo el día en la sala de estar.
¿En qué momento en su hogar llegaron consolas y cajas de videojuegos?
—¡Oe!—. Alzo la voz, tratando de llamar la atención del vago frente a el que simplemente respondió con un sonido ambiguo. El había traído a otro gato a casa.
✧*。
—¡Es terrible!—. Y ahí iba, a quejarse con el bartender.
—No puedes quejarte, tu mismo cediste—, recalco Ryu, rellenando su vaso de jugo.
—¡Lo se!, Pero nunca pensé que fuese tan malo—, siguió quejándose en voz alta, mientras su rostro estaba enterrado en el mesón. —¿Cuanto tiempo tengo que aguantarlo?—, está vez murmuró.
—Solo van un par de meses y ¿ya quieres deshacerte de el?
—El llega algunas veces terriblemente mal, me preocupa el hecho de que esté tan activo—, confesó. —Me aterra pensar que eso tal vez afecte a Miri de alguna manera.
—... Sabes que inevitablemente lo hará, ¿verdad?
—...— Si, lo sabía, o al menos lo acepto en esos meses. Tener a un mercenario en la casa inevitablemente envolverian el hogar en una matanza segura. —Supongo que fui conciente de eso muy tarde...
—Asume las consecuencias—, dijo, fríamente.
—¿Por qué busco consuelo en ti?—, se cuestionó por lo bajo, mostrando claramente sus emociones con solo su expresión.
—En cualquier caso—, cambio el tema. —No te preocupes tanto, eres capaz de protegerla.
Un par de palabras y entonces el rubio empezó a chillar, y se disculpo por dudar de Ryuu.
✧*。
Volvió a casa, y se sorprendió al no ver la Televisión prendida y sus ahora molestos sonidos de combos y rachas. Y era extraño, porque normalmente a esas horas de la tarde se era común estos acontecimientos.
Miri estaba en su jardín, y nuevamente el hogar estaba en sumo silencio.
«Debe estar en una misión desde temprano», asumió el rubio, restándole importancia.
✧*。
Y ya hubiese terminado los preparativos de la cena de no ser por ese escandaloso aroma a miel.
Esa miel, había sido captada por sus fosas nasales de vez en cuando, pero a diferencia de esos días, ahora era una explosión extravagantemente empalagosa.
Y sabía a quien pertenecía ese dichoso aroma.
¿Como no podría saberlo?, suspiro, —Entonces está aquí—, murmuró, metiendo la cena en el horno, una vez hizo esto, se dispuso a ir detrás del aroma.
No iba a mentir, estaba un poco preocupado, ¿Porque de repente? En todos estos meses ni siquiera había sido consciente de algún periodo de Calor del dichoso, ahora que lo pensaba... ¿No era eso preocupante?
El aroma lo llevo a ese lugar, el baño, ya estaba empezando a pensar que era un tipo de lugar seguro para el.
Toc, toc.
—Oe, Reí, ¿está todo bien ahí?—. Tocó la puerta un poco más, pero no obtuvo respuesta, todo lo contrario, un silencio indeciso, que le hizo cuestionar si quizás el azabache ni siquiera estuviese en ese baño, pero era imposible, menos cuando justo con su cuestionario ese olor aumentaba, y se convertía en algo tenso y temeroso. —Mierda...—, murmuró, cubriendo su nariz inquieto. El era muy bueno soportando feromonas, pero no significaba que dejase de estar intranquilo.
Pensó en irse, en dejarlo ser, pero... ¿No era esto muy inseguro?, si tuviese un descontrol hormonal, deberían ir de inmediato a un medico. Si está en celo, entonces simplemente cerraría la puerta con seguro y saldría corriendo, pero... Y si..?
Gruño, abriendo la puerta.
Al abrir la puerta vio por primera vez un desesperado Rei, la mirada que le brindaba no tenía precio, ¿estaba asustado?, ¿Estaba molesto?, ¿No era un buen momento?
Unos segundos en blanco, unos segundos pasmados.
El empalagoso aroma golpeó su rostro, como una cachetada, y sintió como el suelo se movía bajo el.
Era extraño. Nunca había sentido tal intensidad.
Pero su instinto se erizó, y el suelo dejo de moverse.
Rei tenía un puñado de pastillas. Pastillas que CLARAMEMTE pensaba consumir.
—¡¿Que demonios tratas de hacer?!—, cuestionó el rubio, acercándose para tratar de deshacerse de esa suma tan exagerada de pastillas.
—Mierda...—, dijo el, entre suspiros.
Había entrado en pánico cuando su ser sintió la presencia del alfa en la casa, y ahora se acercaba a él cuando intentaba con todas sus fuerzas suprimir aquel dolor tan insoportable. —¡No me molestes!—, intento protestar, aún con su voz carrasposa.
Sus demandas no fueron escuchadas, y las pastillas terminaron en el suelo. Kazuki las había tirado de un manotazo, y había atrapado sus brazos para que dejase de protestar.
Sintió miedo.
Mucho miedo.
Cerro sus ojos con fuerzas, y giro su cabeza, preparado para lo que se aproximaba, «¡Maldición!», pensó, pero ese pensamiento se esfumó cuando a los segundos se mantenía en la misma posición.
Fijo su mirada en el rubio, y se sorprendió al ver cómo sangre fluía de sus labios. Se había mordido. —¿Donde están las tabletas, eh?—, cuestionó.
—Emm—, murmuró, aún con la voz temblorosa. —Tire la mayoría...
El rubio lo soltó, y casi con un fuerte suspiro se arrastró al bote de basura del baño. —No te muevas—. Demandó, dejando estático al Omega.
Sentía como su boca estaba inundada de ese sabor a hierro, se había mordido en un intento de mantener su postura. Aunque bueno, el impacto de esa escena lo había dejado totalmente en sus sentidos.
—¡Dios!—, expreso sorprendido. —Hay un montón—. ¿Acaso estaba pensando en matarse?
Tomo algunas tabletas vacías, y por suerte pudo diferir su escrito, si bien habían muchos supresores que conocía, habían otros que ni por casualidad en su vida había escuchado.
—¿Y esto?—, murmuró levantándose del suelo, mostrandole la tableta. —¿De donde sacaste estos supresores?—. No quería pensar que tal vez estaba tomando algo ilegal o de dudosa procedencia, eso solo le daría una razón más para correr a urgencias.
Y aunque tardo un poco en responder, lo hizo. —Son fabricados... Por una empresa vinculsdos a los Suwa...—. Lo dijo lo más fuerte que pudo, pero más silencioso fue el grito ahogado que soltó Kazuki, al ver los gramos que tenían aquellas pastillas.
—S,son...—, tartamudeo. —Son muy fuertes?—, pregunto, preocupado. Y lo que obtuvo como respuesta fue un asentamiento de cabeza.
(っ.❛ ᴗ ❛.)っ¡Oh no! Capítulos irregulares,
Y este largo.
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Ray of Light ||KazuRei||✧*。
FanfictionDespués de un millón de problemas, Kazuki Kurusu termina acogiendo a una pequeña niña, Miri, convirtiéndose en su rayito de luz. Pero no solo eso, luego Rei Suwa entrará en su vida, junto con más problemas y peligro. ¿Kazuki podrá aceptar que además...