Roke
Han pasado semanas, la señorita Anna ha mejorado mucho, ha estado recibiendo terapia, y pues ya sale más de su habitación. Es increíble ver como ella es amada en esta casa, admito que tengo un poco de celos. Leani es la única que me quiere sin embargo su atención se ha vuelto a él señor Edmund y a Anna. No puedo sentirme mal por ello, después de todo son familia.
– Roke, ven porfavor–. Me llamo el señor Baker, ha estado de mejor ánimo. Entro en su oficina, me sonríe. El es guapo, pero nadie como mi Zion.
No es tuyo ni en sueños Ro.
Lo sigo hasta su oficina. Tiene una sonrisa deslumbrante, luego miro el gran ramo de flores en su escritorio.
– Quiero que le lleves estas flores a mi esposa, porfavor.
– Con gusto señor. Estaba muy lindas–. Me atrevo a decir, el sonríe.
– ¿Lo crees? Quiero hacer feliz a mi esposa.
Suspiro. Nadie quiere hacerme feliz a mi, nadie me quiere.
Tomo las flores, entonces escucho la voz de Zion y se me acelera el corazón. ¿Ya regreso? Sonrío. Camino lento para que no me escuchen ni me vean.
-¡Corderito! ¡Qué bueno verte!–. Escucho que la llama. Odio que la apode así, es ridículo no debería estar celosa porque a ella le dio un apodo.
– Que bueno verte Zion–. Responde la señorita Anna, se que ama a él señor Edmund, sin embargo sigue dándome celos.
– Es mi casa pelirroja ¿Porqué no deberia estar aquí?–. Su platica es juguetona, es amigable y quisiera ser ella para estar cerca de él.
– Ya se que es tu casa... pero escuche decir a Edmund que estabas de viaje ¿Qué haces aquí?–.
En ese momento avanzo. Quiero escuchar más de conversación pero no quiero que estén tan cerca.
Estas muy muy mal Ro.
Escucho a Zion contestar.
– Yo sabía que te importaba. ¡Quien no! Nadie se resiste a mis encantos... ya dilo pelirroja di: Zion me gustas–.
Se me para el corazón. Se que a Zion le gusta la señorita Anna, se que la mira con deseo pero escucharlo decir esta cosas me lastima. No me doy cuenta, camino sin ver cuando mis pies se enredan y caigo, haciendo un desastre con las flores.
– ¡Roke! ¿Estás bien?–. Pregunta la señorita Anna acercándose.
– ¡Zion! ¡Ayúdale!– pide ella. Estoy tan avergonzada, siento la cara caliente, me golpee mis rodillas y codos. Que vergüenza.
– ¡Perdón! ¡Perdón! Me enrede con la alfombra. ¡Perdón!– es lo único que se me ocurre decir, como mis ojos clavados al suelo. Siento las manos de Zion levantándome, y me quedo congelada.
– ¿Estás bien?–. La voz de Zion vibra por todo mi cuerpo. Lo miro a los ojos, siento su mirada pesada estudiando mi rostro. Trago grueso saliva.
– Pe-perdon no-no ....
Zion no me suelta. Y no nos dejamos de mirar. Hay algo diferente en su mirada, algo ha cambiado.
La señorita Anna hace ruido, y rompemos el momento con Zion, el me suelta. Me vuelvo a ver a la señorita Anna.
– ¡Lo siento! Señorita Anna, arruine sus flores. El señor Edmund las dejo para usted e iba a subirlas para dárselas. Perdón– de pronto quiero llorar. Soy una torpe estúpida miro cosas donde no las hay. Tal vez la mirada de Zion ha sido de lástima.
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SOLAMENTE MÍA.
RomanceRoke no era su verdadero nombre. Siempre fue especial, diferente, callada y casi nadie la notaba. Su vida pasaba sin pena, guardándose los momentos que la marcaron. Hace tres años había llegado a la mansión Baker, nadie sabía mucho de ella, por es...