12. Intercambio de secretos

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Roke

Mi corazón se rompió cuando dejé la mansión Baker en medio de la noche.

Era ahora o nunca. Todos estaban alterados y preocupados por el accidente de Anna, así que no me notaron, me retire más temprano a mi habitación, metí en una pequeña maleta la poquita ropa que tenía, espere a que todo estuviera silencioso y oscuro. Me escape por la puerta trasera.

Deje una carta sobre la cocina para Leani, deje una carta en la oficina del señor Baker, cuando intente dejar la carta para Zion... simplemente no pude, esto ya está doliendo demasiado, no pude dejar la evidencia de mi amor por él.

Es una noche fresca, estamos en los últimos días de verano, no hay lluvia, el clima es agradable. Por primera vez en mucho tiempo estoy usando ropa de civil.

Llevo unas viejos pantalones azul claro, un poco holgados, una camiseta blanca simple y sin diseño pegada a mi cuerpo, una chaqueta de cuero negra. El único recuerdo que me queda de Rosalynne.

No tengo celular, solo los documentos falsos que logre comprar por Internet. En esas páginas prohibidas, pude encontrar un buen falsificador. Me costó mucho dinero pero valió la pena. Así entre a Estados Unidos, con documentos falsos.

Dos horas después me subo al autobús que me llevará lejos. Ni siquera se a donde voy, le dije a la señorita de la caseta que quería el primer autobús que saliera. Así que, aquí estoy. Con mi corazón roto y la angustia floreciendo.

Quince minutos después, el autobús arranco. Iba vacío, éramos unas seis personas y yo. No se que horas son, la última vez que pregunte eran las 2:30 am. Cierro los ojos, y las lagrimas comienzan a correr.

Recuerdo cada momento especial con Leani, cuando me enseñó a cocinar, a hornear y a limpiar la mansión. Fue la primera persona que me mostró que no todos eran unos monstruos. Nunca se porto mal, ni cuando quebré platos, adornos y escobas. Nunca preguntó de dónde venía, nunca me juzgo, Leani es la mamá que desee tener siempre.

Siento que mi estómago se hunde. Pienso en Anna, en sus ojos hermosos mirándome con simpatía, las veces que quizo acercarse a mi y yo no pude dejarla entrar. Lo considerado que era el señor Edmund conmigo. Y luego... él.

Zion Baker. El hombre que me robo el aliento con solo respirar, el hombre que he amado durando tanto tiempo. El que descubrió mi secreto, el que amaré para siempre.

Debo haberme quedado dormida porque cuando abro los ojos, el autobús está quieto. Miro por la ventana, estamos en una parada de autobuses, no hay nadie alrededor. Me duele el cuello, y tengo sed.

Me levanto del asiento, el chófer está en su puesto.

–. Disculpe ¿Cuanto tiempo estaremos aquí?

– Quince minutos. Si quieres bajar a comprar algo hazlo ahora–. Gruñe con su ceño marcado, un poco amargado.

Asiento. Vuelvo a mi asiento, tomo mi mochila y bajo del autobús. Esta amaneciendo, hace frío y hay mucha gente. Camino a la tienda más cercana, compro una botella con agua y un sandwich porque me dio hambre. Me tomó casi toda la botella con agua, le doy dos mordiscos a mi sandwich de jamón y queso mientras camino hacia el autobús, cuando de repente escucho el rechinar se unos neumáticos.

Las personas comienzan a agitarse, en cuestión de segundos veo un auto familiar. Un auto demasiado familiar estacionarse frente a mi.

Me quedo congelada. Cuando veo bajarse del auto con el ceño fruncido y una mirada endemoniada a Zion, se me aguadan las piernas. Dejó caer la botella y el sandwich. Niego con la cabeza. Doy unos pasos hacia atrás, mi mente grita: ¡CORRE! pero mis piernas no responden.

SOLAMENTE MÍA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora