Cuerpo pequeño, cuerpo grande

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Mai no entendía nada sobre los saiyayines. Solo sabía que poseían una cola. Bueno... que la habían poseído hacía mucho tiempo. La cola aún la acompañaba en las pesadillas al igual que la bestia dueña.

Por lo mismo... tampoco sabía que los saiyayines crecían despacio. Quizá demasiado despacio...

A la edad de quince años ella ya se miraba como toda una jovencita. Era una adolescente... con apariencia de mujer, y estaba más hermosa que nunca... como alguna vez lo fue en la búsqueda de las Esferas del Dragón. Se miraba exactamente igual que en aquella época. El rostro era coqueto y los ojos traviesos; sexis. El contorno de la cara... redondo. Y los ojos azul oscuro centelleaban. El cabello negro, largo, despedía un aroma a fresco; a rosas del jardín. Era una preciosidad, y aún vestía como cuando niña... con aquel raro vestido verde que en ella se miraba tan bien.

Y las risas explotaban en la Corporación Cápsula y hacían rabiar a Trunks, puesto que eran debido a él. En comparación con Mai él parecía un pequeñín. Tenía también los quince años y se semejaba a un niño de ocho.

Nunca en la vida le interesó crecer tanto hasta que comenzaron las burlas -aunque no todas fueran malintencionadas-, y lo peor: que Mai ahora parecía una mujer... y estaba hermosa. Él quería verse justo así: grande. Como un caballero para cuidar de ella, seguirla a todas partes, y pedirle que... Y la carita se le ponía roja con solo pensarlo. Él quería ser su novio... su primer novio. Su primer y único novio. Porque sí... los saiyayines eran posesivos... como las bestias que eran.

...

Trunks no lo sabía, por supuesto, ni mucho menos lo intuía, pero a Mai le parecía lindo. Él, con los desánimos de la adolescencia no lo notaba, pero su rostro estaba tomando la forma de la de un muchacho, y no cualquiera. Se estaba pareciendo a su versión del futuro. Por ello era ahora Mai la que lo seguía a todos lados, y él no se daba cuenta. Estaba muy ocupado pensando lo peor; maldiciendo los días y maldiciendo su suerte; esperando crecer rápido.

...

Se encontraba leyendo en su soledad. Con amargura, desde luego. No era capaz de concentrarse a causa de las ansiedades. Jamás fue bueno con las actividades que requerían concentración; aun así se mantuvo leyendo. No tenía nada más que hacer de todas maneras.

Y con los ojos en el libro y las amarguras en el alma, no se percató de la mujer a sus espaldas, que había asomado la cabeza. Mai sonreía con burla. Lista para el ataque, por fin acometió, y con los dedos índice le picó las costillas al niño. Trunks echó un grito de sorpresa y al tiempo su cuerpo se elevó conservando la posición de sentado. Mai, de la risa, se dejó caer en la cama del adolescente. Trunks cayó sentado a su lado. Al principio la vio con algo de inquina, pero la mirada desapareció al toparse con su belleza. El muchacho mejor bajó la cabeza, triste, pues no podía tenerla. Mai, tras dejar de reír, lo notó. Apoyada en su propia mano, acercó un poco la cabeza a él.

-¿Qué tienes? -le preguntó preocupada.

-Nada -dijo cabizbajo.

Mai sonrió con ternura; claro que sabía qué pasaba. El crecimiento también le había traído experiencia. La muchacha cerró el libro, dejando boquiabierto al jovencito.

-¡O-oye, ¿qué haces?! -preguntó atónito.

Mai dejó el libro a un costado del niño, y enseguida le sonrió y puso sus manos sobre las de él. Trunks no lo podía creer, y su corazón de joven enamorado, anhelante, se aceleró. Avergonzado, se dejó tocar. Mai no dejaba de sonreírle. Buscaba su mirada; que la viera a los ojos.

-No estés triste, Trunks... Ya estás creciendo. Tal vez no lo notes... pero estás más alto... y muy guapo. Tan guapo que me recuerdas a...

Y calló, ya que no deseaba estarlo comparando con aquel. Trunks era lo que importaba... dejando atrás de cuál mundo fuera; ella lo amaba igualmente. Trunks, desesperado, volteó a verla. -Déjame besarte, por favor -le dijo aprisa, temiendo perder la oportunidad.

-Te dejaré más que eso -le dijo Mai con una sonrisa coqueta, y recostó la cabeza en la almohada, acomodándose así para la acción. Trunks creyó estar soñando. Se apuró a ponerse sobre ella, pues temía despertar en cualquier momento. La besó torpemente, apresurado. Por sus prisas se pegó demasiado a ella y los dientes chocaron con los dientes. Mai se quejó pero rápidamente rio. -Tonto -dijo risueña.

Trunks se sonrojó aún más, y volvió a besarla; esta vez más calmado. El beso que empezaron a compartir estaba resultando exquisito; caliente, suave y amoroso. Mai abrazó al niño, pegándolo así a su cuerpo, apretándolo. Los gemidos comenzaron a salir, y solo con un beso. Las piernas de Mai estaban abiertas y el cuerpecito de Trunks se hallaba entre ellas. El beso continuaba; parecía inseparable.

Mai lo cortó para hablar: -¿Quieres sentirte grande? -le preguntó jadeante.

Trunks no comprendió. Solo la miraba fijamente a los ojos.

-Espera... -le dijo Mai con una sonrisa pícara.

La muchacha se irguió y se quitó el vestido verde. Sin perder el tiempo ni la buena cara, se deshizo también del sostén y de las bragas. Trunks estaba boquiabierto; por poco y perdía la quijada. Velozmente él también se desnudó. Y ahora sí, entre risas jóvenes, las pieles morena y blanca, caliente y fresca fueron felices; se regocijaron y ardieron en la cama bajo una sábana delgada y agradable.

-¿Estás listo? -le preguntó Mai al cuerpo pequeño.

Trunks, sonriente, asintió con la cabeza. -Sí.

Mai le agarró el pene, que inesperadamente se sintió enorme. Lo acercó a la entrada. -Aquí es -le dijo.

Trunks, asaz excitado, cerró los ojos y apretó los dientes. Lo metió en tan pequeño agujero, y sintió correrse de la tensión. Mai expulsó un quejido que a la vez sonó como gemido. Con los ojos cerrados arqueó la espalda. Tener el miembro dentro dolía y gustaba. Pronto se relajó. Suspiró. El miembro del jovencito se sentía palpitante, y eso empezó a provocarle un placer inmenso.

-Mai... si me muevo, saldrá... -dijo Trunks con la voz y el gesto apretado.

-N-necesito que te muevas. N-no resisto más -le dijo Mai con las manos en sus hombros pequeños.

-L-lo intentaré -dijo Trunks a duras penas. Y a continuación comenzó a moverse lentamente. Ya más relajado, igual que Mai, pudo embestir más libremente. Estaba gozando mucho de los fluidos de su chica amada y de las paredes hirvientes que lo ceñían. Con un goce desorbitado, Mai alzaba las caderas, buscando más fricción y que el miembro del jovencito entrara más profundo. Los dos gemían al unísono. El chiquillo, atrapado por las tetas, las chupó. Absorbía los pezones y Mai se batía del placer. El que fuera más pequeño de tamaño que ella, y también más joven, la excitaba. La morbosidad de ese calibre la prendía desmedidamente, y por lo mismo la cama rechinaba ya por dos muchachos que estaban cogiendo como animales. Mai sonreía ida, mirando al techo, y Trunks gruñía. Los ojos se le habían puesto blancos, sin iris. Con la corrida tremenda de ambos también vino la mordida. En el paroxismo Mai no sintió dolor, solo una felicidad gigantesca.

Los dos terminaron jadeantes. El cuerpo moreno, pequeño, encima del blanco con aspecto de mayor.

Al alzar la cabeza se topó con la sangre escurriendo, y los ojos se abrieron. -Oh, oh... creo que me he casado -mencionó Trunks.

Mai, desconcertada, se tocó la herida.

-¡¿Q-qué?! -gritó después de un rato.


















Nota de autor: ¡Hola 😍! El fanart de arriba me inspiró tanto que tuve que escribirle algo. Por desgracia, no sé quién es el artista 😕. Por más que lo busqué, no pude dar con él.

Espero que les haya gustado este relato shotacon 😳👩‍👦💖.

Nos vemos pronto 💗.

Tú y yo (drabbles TruMai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora