15. Fuertes

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A Scorpius le gustaba ir a la habitación de Hillary; siempre tenía chuches y chocolate

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A Scorpius le gustaba ir a la habitación de Hillary; siempre tenía chuches y chocolate. Cuando llegó, la chica estaba acariciando un cuervo negro cuyas plumas parecían de plata.

—Pasa, Scorp. Puedes dejar medio abierto, nunca nadie viene a verme nunca.

Scorpius se sentó junto a la pelirroja y miró al cuervo.

—Scorp, te presento a Osiris. Mi cuervo. Fiel y valiente Osiris —acarició sus plumas.

—Sus plumas son hermosas —sonrió Scorpius.

Osiris graznó.

—Vaya, le caes bien —comentó Hillary, que le dio impulso al cuervo para que saliera volando. Luego, sacó su típico tentempié nocturno y lo puso sobre la cama.

—¿Por qué me dijiste que viniera? No deberías de ser tan... buena conmigo.

—¿Cuál es la excusa para tal estupidez?

—Soy hijo de Astoria —supuso—. La odiabas, no sé. Soy hijo de tu ex novio y tu mayor enemiga.

Hillary acarició su cabello.

—No voy a mentir, Astoria era y siempre será una zorra —rodó los ojos—. Pero no odio a Draco, no puedo. Y mucho menos a ti. Eres inocente y una cruel venganza de Astoria.

—¿Y qué soy para ti, entonces?

—Pues como otro sobrino —lo abrazó por el cuello riendo.

Scorpius se sintió aliviado.

—Aunque ya sé que no vais a volver, ¿podéis ser amigos? No sé, podrías venir a casa por Navidad y a los cumpleaños, como el tío Harry, Albus y James.

—Por supuesto que sí —sonrió tumbada a su lado.

Hillary estuvo contándole a Scorpius cientos de anécdotas pasadas que pasó con Draco. Detalles, días que no habían salido en la Piedra Moira.

Cuando Scorpius le confesó a Hillary que habían visto su vida pasada con la Piedra Moira, a ella se le cambió la cara.

—Sabemos que no estuvo bien, pero necesitábamos saber quién eras —se disculpó Scorpius—. No teníamos malas intenciones. Por supuesto, no lo hemos ido contando por ahí.

—¿Qué te pareció a ti? Mi vida, mis decisiones...

—Difíciles —contestó—. Yo no habría podido.

—Fue difícil —corroboró ella.

—Hillary —Scorpius se puso recto, sentado y mirando sus manos—, si el Señor Oscuro está cerca y papá y Dumbledore solo buscan retrasarlo, ¿qué pasará si llega por sorpresa? No estaremos listos.

—Lo sé, yo...

—Podrías enseñarnos a defendernos —la interrumpió—. Como cuando tú y el tío Harry enseñasteis al Ejército de Dumbledore. Estaremos listos.

Primos Potter: los Herederos de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora