30. Jugarse una vida

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Scorpius abrazó a su almohada más fuerte

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Scorpius abrazó a su almohada más fuerte. Habían pasado tres días desde que todos los Aurores y Cazadores buscaban a Hillary y Ryden como locos, desesperados. Tres días desde que su padre parecía un fantasma caminado por la casa, tres días desde que sus amigos estaban allí porque sus padres estaba de misión.

Scorpius no había salido apenas de la habitación. No estaba dispuesto a cargar con la pena y los sentimientos de otros. Necesitaba que Hillary volviera cuanto antes porque todo era una completa locura.

Draco pasaba los días y las horas llamando a Aurora y Harry pidiendo actualizaciones de los grupos de búsqueda, y Scorpius lo veía todo. Quería ayudar a su padre de cualquier manera. Sabía que él estaba loco por salir de allí en busca de su novia.

Scorpius, harto, preparó una mochila. Metió ropa y fue a buscar comida a la cocina. A pesar de ser de noche, Draco estaba despierto en el salón y lo vio ir hacia la puerta.

—¡Scorpius! —lo llamó.

Él se paró, no sorprendido ni asustado, sino frustrado.

—¿Adónde vas? —Draco llegó frente a él.

—A buscar a Hillary —sentenció, cruzando los brazos.

—No se te ocurra.

—¡Tiene que volver! ¡Todo está mal! ¡Todo están tristes! ¡Tú, Aurora, Harry...!

—Tú también estás triste —Draco se le calmó la mirada—. Scorp, ahora el mundo es muy peligroso. Y no puedo permitir que te hagan daño.

—Estás permitiendo que se lo hagan a Hillary.

Draco frunció el ceño.

—Los Cazadores no me dan otra opción.

—¿Desde cuándo eso te ha frenado?

Draco suspiró y se pasó la mano por el pelo.

—Scorp...

—Te ayudaré —le rogó su hijo—. Te ayudaré a que te vayas y a que puedas salvar a Hillary, te ayudaré a huir.

—¿Cómo?

—¿Tienes el traje de Mortífago del abuelo? —preguntó con una mueca.

—Creo que está en el sótano. ¿Qué pasa?

Scorpius esbozó una pequeña sonrisa.

—Creo que tengo una idea.

•••

Hillary tiró su mochila de viaje al suelo y casi se tiró ella después. Ryden apoyó la espalda en el tronco de un árbol y se cayó de culo al tener el tobillo mal.

—Deja que te cure —pidió Hillary.

—No sé quién está peor, tú o yo. Anda, déjate de locuras. Estaré bien.

Primos Potter: los Herederos de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora