LIBRO 3
🔴Este libro no se centra en un romance de la tercera generación, continúa con Draco y Hillary años después🔴
Han pasado 20 años desde que la Segunda Guerra Mágica tuvo lugar; 20 desde que el d stino arrancó a Hillary Potter de los brazos de...
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Febrero había llegado. Hillary seguía adolorida y cansada. Había palidecido y tenía el rostro como si fuera un cadáver. Parecía que el feto le absorbía la energía y la sangre.
Dumbledore vendría aquel día a casa. La futura madre estaba en el sofá, con Ryden a su lado. El muchacho no se había separado de ella desde que llegó, la había atendido y ayudado en todo lo que podía.
El antiguo profesor Dumbledore llegó sobre las 12, pero no lo hizo solo. Harry y su hijo James llegaron con él.
—¿Jamie? —Hillary sonrió, infinitamente feliz de verlo.
Entonces, él se echó a llorar y corrió hacia ella para abrazarla como pudo. Ella lo consoló entre sus brazos sorprendida. Entendió de alguna manera que no lloraba de alegría.
—Cariño, ¿qué te pasa? —puso las manos en su rostro para verlo a los ojos.
A él le costaba hablar.
—Yo... yo he... tuve sueños y... —jadeaba en cada intervalo, desconsolado.
—James, cálmate, estás asustando a tu tía —pidió Harry—. Tienes que tranquilizarte y explicarle a ellos lo que nos has contado a nosotros, ¿vale? Mientras, Dumbledore verá lo que puede hacer.
El anciano se acercó. Con la varita en mano, examinó el aura dela criatura. Su expresión no era muy relajante.
—El feto sigue corriendo.
—Es como un puto coche de Fórmula 1 —maldijo Ryden de brazos cruzados—. ¿No podemos hacer nada para frenarlo un poco?
—Lo mínimo que podemos hacer es hacer avanzar a Hillary, pero el feto no va a retroceder ni parar de ninguna manera.
—¿Qué puedo hacer? —preguntó Hillary desesperada.
—Duerme aunque sea una semana entera, come todo y más; el feto tiene hambre y te está arrebatando tus fuerzas vitales. Tienes que saciarlo e incluso malcriarlo. De lo contrario, ni siquiera tendrás fuerzas para traerlo al mundo.
Jamie se asustó aún más, recordando el sueño en el que Draco ponía al bebé en sus brazos.
—James —Aurora se acercó al pobre muchacho—. ¿Puedes contarnos que te pasa?
Él tragó saliva.
—He estado teniendo sueños extraños —comenzó—. En Navidad le conté uno a la tía Hillary: yo estaba con Albus en los bosques cerca de la Mansión Malfoy cuando Scorpius llegaba corriendo y gritando que su madre se había puesto de parto.
—Ya sabías que Hillary tendría un bebé antes de saberlo ella misma —analizó Dumbledore—. Sensacional.
—Y hace unos días, soñé cuando llegamos a la Mansión Malfoy. Subí y me quedé en la puerta de la habitación. Se escuchó un llanto y... Draco salió para darme al bebé.