40. El tiempo es enemigo

52 4 2
                                    

Parecía tan solo un sueño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Parecía tan solo un sueño. Parecía mentira. James veía las estrellas en el cielo nocturno y seguía viéndolas exactamente igual que la noche anterior. Así todas las noches. Sin embargo, el tiempo pasaba: aquella era su última noche en Hogwarts ese curso.

James pasó las páginas del libro que reposaba entre sus manos. La luz que emitía su varita era suficiente para poder leer. Llevaba allí horas; toda la tarde. James ya ni se molestaba en mirar la hora.

—Jamie —escuchó la voz de Martha, y la vio subir allí, a la Torre de Astronomía—. No has venido a cenar; hoy era la última noche.

—¿Ya se ha terminado la cena? —hizo una mueca.

—Te he traído algo —contestó Martha, dejando en el suelo un plato lleno de patatas fritas.

—Gracias —sonrió James.

Martha estudió los hoyuelos en sus mejillas, su sonrisa dulce y sincera, y el brillo juvenil de sus ojos. Era como si siguiera teniendo 11 años. Pero el próximo septiembre, ambos comenzarían 5° curso.

Martha se sentó junto al chico. Él seguía leyendo y marcando el libro que tenía. La Ravenclaw leyó algo referente a Poderes Mentales.

—¿Sigues con eso?

—Nunca será suficiente.

—James...

—Lyra tiene tres meses y aparenta siete, Martha —la miró—. Necesito...

—No puedes arreglar nada, James. Ni tú ni Hillary ni Aurora —le dijo—. Y eso no... no está mal, Jamie. Lyra está a salvo y es feliz: será feliz.

James bufó y cerró el libro.

—Ya lo sé; yo me encargaré de eso cada día de mi vida.

Martha sonrió.

—Has cambiado mucho.

—¿Tú crees?

—Has madurado —contestó—. No has hecho ni una broma en seis meses. Pensé que estabas enfermo.

James rio.

—Sigo siendo el mismo.

—No lo tengo yo muy claro.

—¿Quieres ver que sí?

—Demuéstralo —lo retó.

James le quitó uno de sus zapatos de un tirón y se levantó corriendo. Martha se enderezó para seguirlo y se lanzó contra él, pero James la esquivaba habilidosamente. Ambos comenzaron a reír como locos, envueltos en la felicidad de todas aquellas bromas del pasado. Martha entendió que aquellas bromas nunca habían sido tan molestas como antes lo pensaba.

James se acercó a la barandilla. Martha consiguió arrebatarle el zapato, pero el Gryffindor la acorraló contra la barandilla en ese momento. Ella estiraba el brazo hacia el exterior, riendo a carcajadas. James se echaba sobre ella intentando acariciar el zapato riendo sin éxito.

Primos Potter: los Herederos de la MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora