57. Llanto del fénix

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Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado. Índigo: celos nacidos específicamente por culpa de Seo SooJin.

Capítulo 57

Llanto del fénix

"Renuncié a mi juventud por mi futuro,

solo quiero levantarme más fuerte.

Voy a mirar hacia atrás. Hay un rastro de cenizas que son la prueba de que mi pasión arde eternamente.

No me arrepiento de nada.

Me encanta como se siente."

Social Path; Stray Kids ft. LiSA.

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SeungMin tuvo que mantenerse un tramo bastante largo bajo sus escombros. No porque creía que a cada movimiento la gran estructura caería sobre él, pero los murmullos que resonaban a los lejos como órdenes de la mujer Maisie O'Shell decretaban el señal de peligrosidad al salir ahora.

Una viga estaba frente a él, y otra estaba enterrada en la parte trasera de su muslo. Soltó un quejido de dolor cuando intentó moverla, junto con el temblor de las vigas cediendo poco a poco. Debía de tener un plan para poder salir de ahí.

«Comprueba tus daños..., sientes todo, ¿sí? Sientes todo», pensó, con sus dientes tan apretados con el fin de no emitir ningún ruido. Debía fingir de que no estaba acá.

Con cuidado, movió la mano que llevaba su varita para tantear la parte de atrás de su muslo. La madera estaba enterrada, y no era capaz de medir qué tan profundo era. Sangraba, demasiado. Como cerdo. Él sabía que no debía de sacar el pedazo de madera, pero la sensación y picor de la invasión daba crédito a aquellos que se sacaban sus cuchillos de alguna parte por mera ignorancia. La invasión lo inmovilizaba.

Pensó en algún hechizo de corte lo suficientemente profundo y grande como para dividir la madera enterrada en su pierna. Cuando la mitad de la madera se desprendió de su soporte inicial, SeungMin sintió la ligereza de su pierna enseguida. Su frente pegó en el suelo trizado de bolas y reprimió su gemido de dolor.

Esta vez estiró el mismo brazo frente a él, y con su varita convocó la iluminación. Si probablemente lograba arrastrarse hacia donde su cuerpo estaba direccionado, podría llegar al dormitorio de las campanas y toparse con JiSung. Él debía de ser demasiado inteligente como para no haber llamado el nombre de SeungMin. O tal vez no lo llamó por completo y lo dejó ahí.

«O tal vez lo mataron al otro lado de la habitación —razonó, con una mueca de dolor—. O al que mataron fue a mí».

Empezó a forzar su brazo derecho y se comenzó a arrastrar. Brazo derecho. Brazo izquierdo. Su actividad física era asquerosa, y aunque sea una situación tensa, él quería recordar que no estuvo peor desde que enfrentó al licántropo en la Casa de los Gritos o cuando cayó al Lago Negro en la broma del Bosque Prohibido. Ha tenido días mejores.

Claro, sin contar el jodido muslo perforado.

Cada arrastre que hacía generaba un temblor en los estantes. Las bolas caían cerca de su cara con una fuerza que golpeándolo la cabeza lo noquearía, y SeungMin no se podía dar el lujo de morir ahí porque probablemente nadie lo encontraría.

Han JiSung y la caza del mago [#4]; minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora