34. ¿Por qué siguen jugando con pociones de amor?

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Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.

Capítulo 34

¿Por qué siguen jugando con pociones de amor?

Enero 8, domingo en la noche

Los ojos de MinHo estaban ubicados en el otro lado del bar, donde Omerus bebía vino con uno de sus dos viejos y más grandes amigos, evitando por completo el caer y hacer contacto visual con él.

Algo que la gente siempre amaba era el morbo. Morbo por las acciones, por dedicatorias y conversaciones; por los presentimientos y por los estimas, tanto que se podía ver las apuestas a través de los ojos de la demás gente del bar la necesidad de querer ver que pasase algo. Era impresionante la necesidad que los clientes y partidarios de Libertad Mágica tenían para ver una discusión.

Y MinHo, desde lo más profundo, estaba igual de sediento de sangre.

Bajo la gran túnica hecha de magia, la camisa negra de seda y los pantalones formales, y de la bufanda negra tejida por su abuela y ex señora muerta de Omerus, descansaba el vendaje que goteaba de sangre y rencor a causa de las heridas que el lobo le hizo tras la luna llena. Fue una noche salvaje la del sábado, una de las más sangrientas que él tuvo desde su llegada a Hogwarts, y la nueva cicatriz que decoraba la mitad de su rostro- pasando por parte de su ceja y de su ojo, mostraba a MinHo ese fantástico rasgo de lo que fue desencadenado.

Omerus veía al chico que desprendieron del apellido Lee, y que solamente portaba la sangre del lobo en sus labios.

En el piano, la mujer que vestía de rojo y era recurrente al ser compañera de DeLuca tocaba una preciosa pieza acompañada de su dulce voz. Una tonalidad que no era del todo aguda, y que su gravedad solo generaba esa madurez de la frialdad- todo era perfectamente conectado y diseñado para que todo fuera una película de terror.

En su mesa, dos mujeres se sentaron. Su rostro no era más que una lástima que MinHo no se tragaba. Sus manos estaban sobre sus pechos, damnificadas, y arrullaban a MinHo de una forma que lo incomodaba.

—¿Cómo te encuentras, hijo? —preguntó una mujer.

MinHo, con su copa de jugo en mano, bailó el dedo alrededor de la orilla con desinterés. —Tranquilo, en realidad. ¿Y usted?

—Supimos la noticia. Quiero que sepas que puedes contar con nosotras —prometió la otra mujer, con su mano estirada sobre la mesa—. Mi hijo también es homosexual.

¿Cómo se contestaba a eso? MinHo pudo haber iniciado un discurso de odio respecto a la heteronormatividad o justificar que él en verdad no era gay, solamente salía con un chico. No obstante, la tonalidad tan condescendiente de las mujeres, que relataban las experiencias cercanas de tercer tipo respecto a esa extraña ola llamada «homosexualidad» hizo que MinHo callara y, a gusto, escuchara con simpatía y falsa lástima.

Era demasiado para ascender, lo que hacía que la caída fuese dolorosa. Omerus continuaba con su vista desde la otra mesa, y MinHo cedió a tener la fantasía de que él le temiera.

No era idiota, en especial con la luna llena. La violenta necesidad de querer mostrarle sus heridas y aplicar en su abuelo la violencia que MinHo se aplica a él mismo le generaba comezón en las manos.

Han JiSung y la caza del mago [#4]; minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora