40. La vida cuesta tres galeones

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Guía de colores de Han JiSung:

Rojo: enojo. Rosa: vergüenza. Violeta: enamorado. Azul: triste. Celeste: emocionado. Blanco: peligro. Amarillo: preocupado. Verde: asustado. Naranjo: confundido. Gris: dolido. Marrón: neutro. Verde menta: alegre. Negro: cansado. Verde oliva: miedo. Rosa pálido: culpa. Rubio cenizo: nerviosismo. Crema: decepción. Magenta; frustrado. Turquesa: calma. Berenjena: querido, amado. Salmón: orgulloso. Fucsia: excitado.

Capítulo 40

La vida cuesta tres galeones

Febrero 28, martes al mediodía

La radio emitía de manera suave I feel it coming de The Weekend, perteneciente a los caset que había comprado en la tienda de música en Agosto. JiSung odiaba The Weekend.

Su mejilla estaba a los pies del colchón, con su vista perfecta en el mapa de Reino Unido detrás de la puerta, donde JiSung podía vislumbrar cada una de las luces brillantes que titilaban con seguridad y color. Sus pies desnudos jugaban con su almohada por el aburrimiento, y su mente solo permitió divagar por un tramo extenso mientras que, con el primer puente de la canción terminando, el agua de la ducha se cerraba.

La puerta del baño fue abierta, y una extensa corriente de aire frío golpeó en su espalda desnuda. JiSung alcanzó con pereza la única sábana que continuaba sobre el colchón y se tapó, mientras veía a MinHo pasearse con su cabello húmedo y sin camiseta por el dormitorio hasta alcanzar su mochila y rebuscar algo ahí.

—Me siento sucio —mencionó MinHo, y sacó un pote de crema.

—¿Hm? —JiSung estaba perezoso—, ¿por qué? Acabas de bañarte.

—Nunca he tenido sexo antes de clase.

JiSung esbozó una pequeña sonrisa burlesca y se giró para ver el techo del dormitorio. —Más te vale.

MinHo tomó asiento a la orilla de la cama y, con cuidado, comenzó a humectar sus cicatrices. JiSung no sabía si la crema tenía propiedades mágicas que ayudasen a que las cicatrices no oscurecieran y fuesen difusas con el tiempo, sin embargo, por el olor que lo embriagó, supo que era una crema corriente.

No era claro si no le prestabas atención, pero era una obviedad que MinHo se encontraba cansado y adolorido. Sus brazos apenas alcanzaron parte de sus hombros que le impidió llegar a sus omóplatos. JiSung ensanchó su sonrisa.

—¿Te ayudo? —ofreció JiSung.

MinHo asomó el pote de crema, y JiSung se echó una generosa cantidad en la mano. No tuvo intenciones de levantar su cabeza del colchón, por lo que fue solo un movimiento con su mano derecha lo que trazó todos los caminos de la espalda morena de MinHo, con cicatrices oscuras por el mal cuidado, y con algunos caminos más levantados que mostraban sus recientes nacimientos.

Subió por los omóplatos hasta los hombros, y luego bajó por su espalda. JiSung no apartaba su mirada de los trazos, lunares, puntos negros y algo que asomaba y tentaba a ser un grano. Las líneas cerca de sus caderas por su piel que no logra ceder al crecer como lobo, y la columna ligeramente tensa por todo el soporte y dolor de sus huesos.

JiSung se incorporó ligeramente para poder acariciar con ambas manos la espalda de MinHo, y de pronto sus brazos ya rodeaban su cuello. MinHo estiró su cabeza hacia atrás, apoyando su nuca en el hombro de JiSung y se dejó besar en el cuello y en la oreja.

—Debo ir a clases —recordó MinHo.

—Es alquimia —dijo JiSung, con su boca pegada en el cuello de MinHo—, a nadie le importa la alquimia.

Han JiSung y la caza del mago [#4]; minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora