¿Puede una persona no sólo enamorarse de su mejor amigo, sino también de sus distintas personalidades?
Cualquiera diría que sí, pero los eventos del pasado y las traiciones del presente lo harán mucho más complicado para los cinco.
Me inspiré basta...
Maldita sea. Él se había quedado demasiado atrás, Blue había logrado besarlo, Magma estuvo a poco de hacerlo, y Sacri, Sacri se lo había hecho. Necesitaba hacer algo, algo diferente, atrevido, divertido...
Mientras paseaba, Bael vio a lo lejos a Pollo, y decidió ir a saludarlo. Después de todo, él era amigo de Fallo, y tal vez él conocía algún gusto secreto de Fallo, algún punto debíl del que aprovecharse.
-¡Pollo! Ven aquí, necesito hablar de algo contigo -.
En ese momento, Pollo, informado por Emi, sabía todo lo que los Magmas habían hecho, y le dirigió una cálida sonrisa a Bael. Éste, sin comprender muy bien, se la devolvió.
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Fallo no recordaba casi nada del día anterior, lo único que sabía era que había encontrado a Sacri en el corral de las ovejas, y que se había dormido bastante tarde. Él llevaba ya todo el día teniendo que recargarse en cosas, ya que apenas se podía sostener en pie por el inmenso dolor que sentía en ambas piernas. De pronto, un escalofrío recorrió su espalda. Esto ya era pasarse, y por mucho, pues ninguno de los otros dos se había atrevido a algo tan grande. Aún así, Fallo lo disfrutó, y esperó ansiosamente la llegada del próximo.
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Pollo rió por lo bajo. Era evidente lo que aquel personalidad quería lograr, y Pollo, por más raro que fuera, no se lo iba a impedir.
-No estás buscando una buena manera de abordarlo, ¿Verdad?- susurró el ave entre risas-.
-¡PARA NADA! Sólo es.... Un regalo, sí-.
-¿Seguro? Ya, bueno, te ayudo. Fallo.... Fallo... Bueno, a él le gustan los gatos, y construir.... Y tú también le gust...-.
Pero Pollo no tuvo tiempo de acabar, pues, tan sólo al iniciar esa última frase, Bael ya había desaparecido.
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Fallo pasó el resto de la tarde recolectando caña de azúcar (con bastante dificultad), y cuando menos lo notó, ya era de noche. Estaba algo decepcionado, pues ningún Magma de había presentado aquél día, pero era de esperar, ¿Ahora qué más le harían?
En eso, sonó el timbre. Fallo bajó con una sonrisa amplia en la cara a recibir al invitado, y, cuando vió quien era, sonrió aún más.
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Bael había pasado toda la tarde observando a Fallo. Pasó tanto tiempo embelesado y perdido en sus pensamientos, que se había olvidado completamente de abordar a su Fallito. Afortunadamente, él, al contrario de los otros, sabía cómo hacerlo.
-¡Pasa, adelante!-.
-Muchas gracias, Fallito- dijo Bael, con un tono de voz grave y ronco, dedicándole a Fallo una sonrisa confiada-.
No pasaron más de tres minutos antes de que Bael propusiera ir a la habitación de Fallo, y la historia fue la misma que la de hace un día.
Prácticamente en la madrugada, Bael salió, muy bien arreglado, de casa de Fallo.
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