Rakkun

65 4 9
                                    

Fallo tarareaba una pequeña extraña melodía mientras caminaba a paso lento, pasaba por todos los bosques y admiraba todas las estrellas del cielo.
Una buena noche después de la llegada de aquel chico, Silencio.

-A-ay-yuda... ayuda- importaba una suave y aguda voz detrás de unos troncos de roble- p-por favor... alguien...-.

Fallo inmediatamente corrió a auxiliar a esa persona, fuese quien fuese.

-¿Hola? ¿Q-qué pasa?- preguntó-.

-Ayuda... por favor...-.

Él, después de algo de búsqueda desesperada, encontró a una chica castaña tirada en el piso boca abajo, sangrando a borbotones de una pierna.
Alarmado, se sacó su chamarra roja y la colocó en forma de nudo para taponar la herida.

-V-ven, cuélgate de mí, te llevaré a un pueblo cercano, Ruinas-.

La chica, haciendo todo su esfuerzo, se levantó con ayuda y pasó su brazo por encima del hombro de Fallo para poder apoyarse en él.

Ambos caminaron cuidadosamente hasta casa de Emi (o bueno, lo que quedaba de ésta), que, sorprendida cuando se presentaron frente a su cama, se levantó y posicionaron a aquella chica acostada sobre el colchón.

-Tranquila, vas a estar bien... ¿Cómo dijiste que te llamabas?- le preguntó Fallo algunos minutos después-.

-R-rak- balbuceaba, con todo el dolor posible, sin ser capaz de acabar antes de desmayarse-.

-¿Enserio la vas a dejar aquí, puto?- lo cuestionó Emikukis, angustiada-.

-No, pero creo que es muy tarde para llevarla a otro lado ahora mismo, y mi casa... bueno, está aún peor que la tuya-.

-*suspiro* ya qué... tengo algo de lana, podemos hacernos unas camas- dijo la araña, sin ganas-.

Fallo asintió y ambos se pasaron unas horas construyendo dos camas provisionales, que probablemente no volverían a usar en su vida.

Se levantaron en la mañana y vieron que esa chica se hallaba mucho mejor.

-¡Hola, buenos días!- la saludó el chico-.

-B-buenos días...-.

-Fallo-.

-¡Buenos días, Fallo! Ayer no pude decirte bien mi nombre, lo s-siento, soy Rakkun, gracias por ayudarme, yo pensé que moriría, pero sigo aquí gracias a ustedes- les sonrió-.

-No hay de qué...- algo en aquel nombre se le hacía familiar- Oye, Rakkun, emm, ésta no es mi casa, tengo que llevarte a otro lugar, crees, ¿Poder caminar mas o menos bien?-.

-Claro-.

-¡Ah! Casi se me olvida, Rakkun... ten- le entregó unas manzanas doradas- Cómelas, te van a ayudar mucho-.

-¡Gracias! *come* Me siento mucho mejor, qué raro- eso le parecía muy familiar-.

Mientras analizaban un poco su rostro, Fallo y Emi pudieron darse cuenta de una gran y negra nariz de mapache en la cara de Rakkun, al igual que unas pequeñas orejas cafés escondidas entre su pelo.

-No sé si sea una pregunta incómoda, pero... ¿Eres mitad mapache?- le preguntó Emi, dubitativa-.

-Sospecho que sí, pero en realidad nunca lo supe... no recuerdo a mis padres, no recuerdo nada... sólo a una persona. Su silueta, en realidad- respondió, dejando a ambos con aún más dudas que antes-.

-Bueno, vamos Rakkun- le dijo Fallo- Quedé con mi... *suspiro* pareja en un rato, siento que te va a poder ayudar mucho-.

-¿A qué esperamos entonces? Nos vemos...-.

A Cada Uno De Ellos (Magllo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora