¿Puede una persona no sólo enamorarse de su mejor amigo, sino también de sus distintas personalidades?
Cualquiera diría que sí, pero los eventos del pasado y las traiciones del presente lo harán mucho más complicado para los cinco.
Me inspiré basta...
-S-sí- respondió Star, con un mar de lágrimas en los ojos-.
-Pues bien, ¡Vamos! ¡No hay tiempo que perder!- exclamó Magma, preocupado e informado (al igual que los demás) por Pollo-.
-Iré preparando mis cosas, ese puto gato no va a acabar con todo, menos cuando apenas regresé- habló Nova, en un suave y entrecortado susurro-.
Todos fueron a sus respectivas casas, sólo quedando Fallo y Magma en el lugar.
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-¿Magma? Lo... lo siento por haberte contado sobre Clave. Yo sé que ésto es mi culpa, de no haber sido por-.
Pero Fallo no pudo terminar pues el contrario juntó salvajemente sus labios en un beso apasionado, que sin dudarlo correspondió. En ese momento más que nunca antes se necesitaban el uno al otro. Magma fue moviendo sus manos lentamente hasta llegar a las caderas de su amado, que lo miró con cara de preocupación.
-M-magma, éste no es el momento... Estamos al aire libre, y el mundo está en peligro por culpa de nuestro amigo. N-no creo que debamos, no ahora-.
Éste asintió levemente con la cabeza, antes de abrazarlo cálidamente. Sólo en ese momento, ambos se permitieron llorar, llorar sus pérdidas, sus errores, sus amores...
El tiempo pasaba volando, todos los demás estaban encantando más sus armaduras, haciendo pociones o incluso entrenando, pero ellos dos seguían ahí, en ese mismo lugar, unidos fuertemente con sus brazos, sin prepararse o siquiera pensar en el futuro.
Lo único que pudo hacer que salieran de su trance fue una voz de mujer, que los miraba con curiosidad unos metros adelante.
-Qué bonitos, los novios... pero Star ya fue a buscar a Cap, y a menos de que lo encuentre y estemos preparados éste mundo se va a ir a la mierda-.
-¡Sí! Tienes razón, sumisa, el mundo depende de nosotros, no podemos permitirnos llorar- respondió triunfante Magma, que se había separado de un brinco de su amoroso agarre, provocando que Fallo se tambaleara y casi cayera al piso-.
-¡Pendejo, me espantaste!- le reclamó-.
-Lo siento, Fallito. Me emocioné-.
-Está, bien, lo entiendo. Cosas de esquizofrénicos-.
Y así, sin más, fueron a sus casas, Emi acompañando a Fallo para apoyarlo.
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