Las raíces y plantas que salían del suelo dificultaban más mi andar tambaleante e hice una mueca de asco cuando mis pies descalzos pisaron algo viscoso y café. Todo iba de mal en peor, solo quería despertar en una suave cama y ver que todo era una pesadilla, una horrible pesadilla que pronto pasaría al olvido.
—¿Ya llegamos? —pregunté, descargando mi ira en cada palabra.
—No —repitió él por cuarta vez—, nos falta más de la mitad del camino.
Si a mí me costaba caminar y mantenerme en pie, Tarek casi se movía arrastrándose y con una expresión de dolor que me hizo sentir pena por él.
Ese camino tortuoso y lleno de piedras y espinas fue perfecto para olvidarme del maldito de Seth. Tal vez mi querido acompañante tenía razón y debía centrarme primero en sobrevivir y después en planear mi venganza.
En medio de mis pensamientos, Tarek se detuvo a descansar en el tronco de un árbol y yo me quedé frente a él, sin acercarme tanto. Fue una oportunidad que no dejé pasar para inspeccionar bien al hombre con el que viajaba. ¿Éramos familia y por eso compartíamos ese don?
Tenía el cabello negro como yo, pero no era ondulado. Quitando eso no nos parecíamos en nada, él era dos cabezas más grande que yo y sus ojos de ese color tan raro.
—¿Y ahora qué? —pregunté al mismo tiempo que algo frío se incrustada en mi pie.
Con asco, pateé un hueso alargado que estaba entre la maleza y Tarek lo tomó junto a una piedra.
—Necesitamos un cuchillo para cazar, esto puede servirnos.
—¿Y qué harás con eso?
Con la piedra le dio varios golpes hasta que el hueso se quebró. Un borde sobresalía de un lado, por lo que comenzó a tallar sobre la roca para perfeccionar el filo.
Lo que faltaba, el loco estaba armado.
—No creo que eso sirva de algo...
—No hables, creo que encontré el nido de una perdiz.
—No puedes ni pararte por ti mismo, no vas a lograr atrapar a un pájaro.
Lo dejé solo, perdiendo el tiempo y seguí un pequeño sendero a la derecha donde había abundantes arbustos con frutos blancos. Recolecté tantos como pude y el extremo de mi vestido me sirvió como bolsa para guardarlos. Sin duda estaba siendo más de ayuda que el tonto intento de Tarek por conseguir ese pájaro.
Metí a mi boca un puño considerable de esos frutillos blancos y estuve a punto de masticarlos, pero algo en mi mano llamó mi atención: tenían hormigas rojas y yo odiaba cualquier insecto que se cruzara en mi camino.
—Atrapé al pájaro, solo falta que... —Tarek se quedó viendo mientras yo escupía los frutos de mi boca y me limpiaba la mano para alejar a las hormigas—. No puedes comer esos frutos.
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Al Caer Su Reino ©
FantasíaElla creció escuchando historias sobre las bestias, ahora está atrapada en las garras de una. A pesar de ser la hija rebelde, Geraldine tenía toda su vida planeada: un maravilloso prometido, las tierras de su padre aseguradas y un futuro próspero. ...