El líder de los enanos de Nerheim estaba frente a nosotros, el mismo tipo que nos había echado fuera de sus tierras después de que Tarek se comiera un jabalí entero.Lo acompañaban Sisi y Mimi, las dos enanas que me ayudaron en aquella cueva. Al parecer, eran de la realeza o algo similar.
—Maldita plaga —dijo Seth y los señaló—. Están aprovechando el caos para saquear el mercado.
—Cuida tus palabras —El enano líder le apuntó con su diminuta espada—. No somos ningunos ladrones. No le envidiamos nada a los humanos. Estamos aquí solo por nuestra gente.
Empujé a Seth y lo dejé fuera de la discusión. No podía ser más estúpido. Ya había acabado con mi paciencia, Denisse tenía razón, no lo necesitábamos.
—Siento mucho lo que dijo este bastardo. Le ruego que no le preste atención, es solo mi prisionero y lo planeo ejecutar cuanto antes.
El enano levantó la mano. Dos de sus guardias saltaron sobre Seth y lo ataron de pies y manos con una agilidad impresionante.
—¡Geraldine! ¡Maldita sea, haz algo!
Los enanos le pusieron una tela alrededor de la boca y ya no tuve que escuchar su irritante voz.
—¿Están aquí para detener a Nerea? —pregunté esperanzada.
—La bruja roja ha estado raptando a mi gente y destruyendo el bosque. No tiene ningún derecho a hacerlo. El castigo por tales actos será su cabeza.
—Perfecto, andando entonces.
Aparté de mi camino unas cuantas ramas y quise salir corriendo rumbo al castillo.
—Slorah, no será hoy —sentenció el líder de los enanos y tocó uno de los troncos quemados del camino—. Jamás creí que fuera capaz de tanto. No venimos preparados para esto, necesitamos otro plan.
Apreté con fuerza mis manos y me acerqué a él. Iba a decir una barbaridad que sin duda enojaría a ese enano, pero no me importaba. Él tenía el poder y el ejército para acabar con Nerea y su miedo se lo impedía.
—Geraldine, él tiene razón —intervino Denisse—. Nerea ha encarcelado a todo aquel que la cuestione. Lo hizo con el obispo y toda la santa orden de sacerdotes. Hará lo mismo con nosotros.
Denisse no atacaría sin un plan, eso lo sabía bien. Si quería su apoyo, no tenía más opción que esperar por su tonto plan.
Tiré con frustración unas cuantas rocas y una nube de polvo salió por todos lados. Las condiciones del suelo eran deplorables y lo que antes era una frondosa vegetación, no era más que tierra estéril. Nerea consumía todo a su paso, lo reducía a escombros y yo sabía bien que haría lo mismo con Tarek.
—Pueden quedarse sentados aquí todo el tiempo que quieran, yo me voy—dije decidida—. No sé cuánto tiempo le queda a Tarek antes de que esa mujer lo mate y no lo permitiré.
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Al Caer Su Reino ©
FantasyElla creció escuchando historias sobre las bestias, ahora está atrapada en las garras de una. A pesar de ser la hija rebelde, Geraldine tenía toda su vida planeada: un maravilloso prometido, las tierras de su padre aseguradas y un futuro próspero. ...