—¿Entonces si la atendió? Es una chica de cabello ondulado y...
—Sí, estoy segura. Vino con un hombre que decía ser su esposo. Había algo mal con ellos, no se comportaban como las parejas normales.
La mujer abrió un pequeño cajón y buscó algo entre todos los papeles.
—Aquí están las anotaciones que hice sobre la muchacha, espero le sirvan. Si me permite, tengo más personas que atender.
La curandera le dio el papel teñido con una caligrafía difícil de leer y regresó a la entrada del puesto. Woluc le agradeció y se dispuso a irse. Sin embargo, tropezó con unos frascos en el suelo y perdió el equilibrio. Dejó por un momento el papel en la esquina derecha de una mesa y, un tanto avergonzado, acomodó los frascos.
Una vez todo estuvo en su lugar, tomó el papel de la esquina izquierda de la mesa y salió corriendo para darle a Aura toda la información que había recolectado.
Para su buena suerte, la chica estaba esperando a Seth afuera de uno de los burdeles del pueblo. No pudo descifrar a qué se debía las muecas que ella hacía al escuchar el alboroto dentro. No le importó, ya estaba cansado de ella.
—Recibí las cartas de Fiorella y Allan Haltow, también las de los guardias que servían al antiguo confidente de Seth. —Woluc arrojó todos los papeles a los pies de Aura y después se quitó la insignia de su cuello—. Está sola en esto, no serviré más a ese hombre ni a la corona.
Dicho esto, el muchacho se perdió entre el sendero solo con un saco colgado en su espalda. Sabía bien el destino que le esperaba, pero prefería eso antes de seguir sirviendo a esos usurpadores.
Aura suspiró incrédula y recogió los papeles. Woluc siempre fue débil y ella lo supo desde el principio, no le sorprendía para nada esa decisión.
Leyó el primer papel, esperando encontrar registros de las guerras que Seth había ganado para la reina. Su expresión cambió conforme iba leyendo y sus ojos se llenaron de lágrimas. No, todo debía tratarse de una mentira.
La envidia que sentía hacia Geraldine fue sustituida por un sentimiento de lástima. Comprendía ahora un poco lo que la llevó a escapar, aunque ella antes de huir, hubiera dado hasta la imposible para cambiar la forma de ser de su esposo.
***
Seth arrojó al suelo el cuerpo inerte de la mujer. ¿La había matado? La verdad no le importaba. Debía encontrar una forma de sacar toda esa ira que se apoderaba de su cuerpo y qué mejor manera que usar a las mujeres que tanto le rogaban por un poco de atención.
Las miradas de los criados y en especial la carta de la reina lo enfurecían a tal punto que deseaba matarlos con sus propias manos. Ante los ojos de todos, Geraldine se había entregado por voluntad propia al dragón. Él sabía que eso no era cierto.
ESTÁS LEYENDO
Al Caer Su Reino ©
FantasíaElla creció escuchando historias sobre las bestias, ahora está atrapada en las garras de una. A pesar de ser la hija rebelde, Geraldine tenía toda su vida planeada: un maravilloso prometido, las tierras de su padre aseguradas y un futuro próspero. ...