XVI

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Sigan comentando, que yo sigo actualizando 💋💋💋.

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-J-jungwon....- Sunoo llamaba a su amigo, había alquilado un pequeño departamento por tres semanas hasta encontrar trabajo.

-¿Sunoo? ¿Qué pasó?- el omega pelinegro contestó de inmediato.

-N-Ni-ki... e-él fue malo...- lloraba desconsoladamente por teléfono.

-Él... mierda- no diría "te lo dije" sabía que Sunoo quería muchísimo a ese alfa, por lo que echarle en cara que tenía razón, no era la mejor opción -¿Dónde estás?

-Y-yo... en un departamento... cerca del parque de la calle YaChen- sorbió su nariz -es el único... que hay por aquí.

-Dame diez minutos- colgó la llamada, siquiera se cambió de ropa, estaba con pijama y en una bolsa llevó ropa a Sunoo, avisó a sus padres que Sunoo lo necesitaba y solamente se fue, corriendo pues aquella calle y parque, no estaban muy lejos, se tardó un poco preguntando sobre el departamento y cuando lo encontró, subió hasta dar con este, esperando que su instinto de mejor amigo le sirva.

Se paró enfrente de la puerta, con la respiración agitada y dos cenas que su madre le dio para compartir con Sunoo y tocó la puerta.

-Jungwon...- Sí, esa era el departamento de Sunoo.

Pero verlo ahí dentro, rompió el corazón del omega mayor, este lloraba sin parar, sus ropas estaban desarregladas, parecía que había arreglado su rostro, pero las lágrimas lo estaban estropeando, tenía un raspón en su mano y tierra en sus zapatos ¿Qué había pasado?

Talvez podría estar feliz por haber tenido razón, pero no lo estaba, estaba tan enojado por haberla tenido, él siempre piensa cosas así cuando conoce gente nueva, no se supone que Ni-ki debería haber sido esa persona en la que tenía razón.

-Mamá te preparó canolis...- Jungwon le sonrió, mostrando la bolsa -Yo-- sus palabras se cortaron, puesto que Sunoo se lanzó a darle un gran y desesperado abrazo.

-Y-yo... J-jungwon... yo sí lo quería.

-Lo sé...- entraron a su departamento -¿Puedo saber qué pasó?

Sunoo, aunque talvez debía contarle la verdad, no quería hacerlo, teniendo piedad por si talvez algo podría pasarle a Ni-ki después de decirlo.

-Él...- ¿Qué cosa debía decirle? -el fue muy malo...- sus ojos se llenaron de lágrimas -d-dijo que iba a protegerme de todo... pero él era el malo... de él era quien debía protegerme.

-Ya, vamos, ponte pijama- de la bolsa sacó un cambio de ropa, era suya, pero podría dársela a Sunoo, no había problema en eso.

-Gracias...

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Ni-ki estaba pasamado, aún cuando habían pasado cuatro horas desde que eso pasó, él estaba dentro de su auto, como si siguiera buscando a Sunoo.

Talvez... solo talvez... estas en casa.

Condujo hasta donde vivían, abriendo la puerta y viendo todas las luces apagadas, entró hasta la cocina, encendiendo la luz de esta, viendo que había algo en las ollas, al ver dentro de estas pudo observar camarones, sus favoritos.

Sonrió muy corto tiempo e ignorando la realidad se sirvió en un plato, aquel puré y camarones en salsa, calentándose antes de comer.

-Sunoo- dijo Ni-ki -Ya llegué a casa...

Tuvo la esperanza de que todo haya sido falso y que aquel sonriente y lindo omega salga de su habitación diciendo que estaba estudiando, preguntándole cómo le había ido hoy, contando con una sonrisa su día.

Pero no, nunca llegó.

Sacó el plato del microondas, sentándose y comiendo de aquella preparación.

Sus ojos picaban, no sabía porqué, pero sus manos temblaban y un raro sentimiento en el pecho lo acompañaba.

Pasaron otras dos horas, siendo ya las 2 de la mañana, debía cepillarse los dientes y bañarse, como su baño estaba siendo redecorado, fue al del primer piso, el que Sunoo solía utilizar.

Primero se bañó, sin música, con agua caliente, un largo baño monótono y solitario.

Al salir, se colocó su bata de baño, buscando su cepillo de dientes, esa mañana igual había ido ahí.

Pero cuando lo vio, sus ojos volvieron a picar, sus manos a temblar y esa rara sensación en su pecho volvió.

Su cepillo estaba junto al de Sunoo, en esos dos portacepillos que compraron hace unos días, aquellos que eran de gatito, el suyo estaba en el gato negro y el de Sunoo en el de gato blanco.

Trató de apartar su vista, para dejar de sentir, pero al ver el espejo empapado de vapor, vio lo último que Sunoo dejó dibujado antes de irse.

Vio todas las esquinas llenas de corazones, caritas felices por todos lados y un pequeño solecito en el centro.

Ahí fue cuando el ardor en sus ojos paró, dando paso a lágrimas, lágrimas y lágrimas, acompañadas de sollozos y dolor en el pecho.

Entonces hizo lo que creía nunca iba a hacer, lo que veía realmente imposible que pase.

-Sunghoon... ayuda.

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Después de esas palabras en una llamada, tanto Sunghoon, Jake y el pequeño Maki estaban en su casa, Maki estaba dormido en el cuarto de invitados y no despertaría hasta el día siguiente.

-Ni-ki- Sunghoon se apresuró a ver a su amigo, quien estaba en su habitación.

-No se qué hacer...- Ni-ki ya se había cambiado de ropa, pero la tristeza seguí tan palpable.

-¿Qué pasó?- preguntó sentándose a su lado, nunca creyó ver llorar a Ni-ki, menos por un omega, menos por alguien tan brillante y tan contrario al alfa.

-Lo descubrió... y yo, lo arruiné todo- sus manos temblaban mientras contaba cómo había pasado todo aquel día.

Sunghoon solo escuchaba, tratando de hacerle saber que estaba ahí y que no lo dejaría solo.

-Él... él me gusta mucho, Sunghoon... y no se qué hacer para que vuelva...

-No podemos deshacer lo que ya pasó, pero podemos tratar de arreglarlo, es todo lo que queda y si no lo intentas, nunca sabrás si es posible.

-Yo solo quiero verlo sonreír...

Ahí fue cuando Sunghoon se dio cuenta, Sunoo, era la más grande, dolorosa y poderosa debilidad que Ni-ki tenía y que probablemente, nunca iba a desaparecer.

Sunoo era su salvación y al mismo tiempo, su perdición.

-Tengo una idea.





























Cami~

GENTLE - SunKi♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora