Lechita

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Ya había amanecido, el sol acababa de salir y sus rayos de luz traspasaban las ventanas de aquella habitación iluminándola vagamente, pero aun así fue suficiente para despertar al tricolor de ocho estrellas haciéndolo abrir perezosamente sus ojos. Al lado de el se encontraba acostado el colombiano quien seguía durmiendo, de su garganta sonaban leves ronquidos que no eran tan fuertes como para ser molestos, pero si para dar fe de que aun dormía.

Venezuela le planto un pequeño beso el la mejilla antes de levantarse con cuidado de la cama y salir de la habitación. Esta semana se habían quedado en la casa del de ocho estrellas, era algo pequeña pero el hecho de que estuviera ubicada en una zona rural les daba la privacidad que querían, lo malo es que hay veces en las que los sonidos de los animales que rondaban los alrededores y los propios ruidos de la naturaleza potenciaban la paranoia del colombiano, incluso provocándole algunos ataques de ansiedad, pero nada que unas pastillas y unos cariños no puedan resolver.

El de ocho estrellas se adentro en la cocina revisando los estantes pensando en que preparan de desayuno, cuando de repente siente algo peludo moverse en sus pies. Era su gatita, Leche con Chocolate, si, es un nombre un poco raro para un animal, pero para Venezuela estaba bien. Este sonríe al ver a su mascota a sus pies mirándolo como si esperara que la cargara; lo cual no dudo en hacer y al tenerla en su brazos la arrulla empezando a acariciarla, la gata solo se acomodo entre los brazos de su dueño aceptando esas caricias comenzado a ronronear.

—¿Vienes a ayudarme a hacer el desayuno, Lechita?—pregunto dulcemente.—Cuando note que no estoy en la cama Coco se va a levantar y quiero tenerle la comida lista.

La gata salto de los brazos de Venezuela de nuevo al suelo, quedándose a los pies de este esperando tranquilamente. Venezuela suelta una pequeña risa.

—Tu lo que quieres es que te de tu comida ¿Verdad?—El animal maullo.—Tomare eso como un sí.

Después de dejar el plato lleno de su comida a la gatita mas un poco de agua, volvió a su labor principal, dio un rápido vistazo a alacena y saco unos panes, mantequilla y orégano, realmente no tenia ganas de hacer algo muy elaborado por lo que se decidió por algo simple. Untó mantequilla a los panes, luego les hecho un poco de orégano y los metió a la tostadora, y mientras se tostaban se puso a preparan un poco de café.

Escucho unos pasos acercándose a el, se exalto un poco al sentir unas manos rodear su cintura y un aliento en su cuello, pero inmediatamente reconoció a la persona que lo estaba abrazando así que solo se relajo ante el tacto ajeno.

—Buenos días Coco.

—Buenos días, mi amor.—Respondio adormilado Colombia dándole un beso en la nuca antes de posar su mentón en el hombro del de estrellas.

Venezuela sintió un ligero escalofrío cuando pudo sentir el aliento frío de su pareja en su cuello, pero eso no le quito la sonrisa de los labios y el pequeño sonrojo en sus mejillas.

—¿Le ayudo?

—Revisa los panes, no se vayan a quemar.

El colombiano acato sus ordenes y fue a checar la tostadora cerciorándose de que no se quemen las tostadas. 

Cuando el desayuno estuvo listo ambos se sirvieron un una taza de café, en el caso del de ocho estrellas le añadió un poco de leche y azúcar, y se sentaron a comer sus tostadas de mantequilla y orégano. 

El desayuno transcurrió con normalidad, el olor a café junto con el fresco aroma de la vegetación hacían una combinación bastante agradable que a cualquiera le deleitaba los sentidos, era un buen momento para pasarlo con tu pareja, o eso pensaba el colombiano mientras ayudaba a Venezuela a lavar los platos. Al terminar se acerco a el y lo abrazo por la cintura atrayendolo a su cuerpo, el de menor altura respondió al gesto rodeando el cuello de Colombia con sus brazos.

—Estuvo rico el desayuno.—comento el tricolor mayor.

—Gracias.

Empezaron a acortar distancia entre los dos, pero antes de juntar sus labios Colombia sintió unos dientes encanjarse en su tobillo izquierdo cosa que lo hizo apartarse bruscamente y soltar un muy fuerte alarido.

—¡Coco!—Exclamo preocupado el venezolano, al bajar la mirada se encuentra con su querida gata mirando fijamente (y pareciera que de mala manera) a su pareja.

Leche con Chocolate había mordido a Colombia.

—¡MALPARIA GATA!—grito furioso el colombiano haciendo presión en la mordida para que dejara de sangrar. Venezuela soltó un suspiro cansado y se fue a buscar algo con que tratar la herida de su pareja.

Colombia como pudo se fue a sentar en una silla siseando por el dolor, volteo a ver a la gata la cual seguía mirándolo seriamente, como si estuviera cazando una presa. El colombiano le devolvió esa mirada retante que le dedicaba el animal.

—A ver, Lechita, aclaremos algo usted y yo.—Comenzo a hablar molesto.—No puede seguir en el plan de atacarme cada vez que me le acerco a Vene, el es MI NOVIO y va a tener que acostumbrarse a vernos juntos.

La gata maullo y se retiro de la cocina dejando a Coco solo, en cuanto el animal se le fue de la vista este sintió una punzada en la mordida que lo obligo a volver a quejarse del dolor. 

Iba a ser un día largo.







Imagen de referencia de como me imagino a Leche con Chocolate.



Cåfê Cøn Čhøčølåtê||•Venecolo•||Countryhumans||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora