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Nobita suspiró luego de un rato de ver la televisión, uno que otro dato memorizo de ese documental.

"¿A dónde vas?" preguntó su compañero. El azabache se dió la vuelta.

"Voy a entrenar para el partido de béisbol de mañana..." había un poco de desánimo en él.

"Mmh... está bien" respondió la sombra. "Si sabes que esa mujer dijo que cuidaras este lugar ¿Verdad?" habló enseguida.

"Lo sé, voy a practicar aquí en el patio..." Nobita caminaba para salir. "Podrías ayudarme un poco" el azabache quería que esa sombra le tendiera una mano aún que también estaba conciente que muy posiblemente se negaría.

"¿Qué quieres que yo haga?" su respuesta definitivamente sorprendió al azabache.

"Bueno... Lanzarme la pelota y también evitar que no se valla tan lejos y provoque algún destrozo al rededor" tenía fé que aceptará sin protestar.

"Mmh..." y si decía que si y después hacer de ellas suyas. "Bueno, no tengo nada que perder" murmuró.

Estaban ya en el patio, Nobita con ayuda de su bate trataba de pegarle a la bola, trataba ya que no podía pegarle, siempre fallaba. La sombra con ayuda del viento podía lanzar la bola y también detenerla si llegaba a salirse del rango que consistía el pequeño patio.

La idea de meter en problemas al azabache aparentemente había desaparecido.

"¡Es inútil!... ¡No puedo ni siquiera golpearla!" exclamó el azabache sentandose sobre el cesped. No podrá con el partido de mañana.

"Enserio vas a rendirte" acaso su compañero le estaba dando ánimos. "Si, se que eso de dar ánimos no es mi especialidad... Pero..." el quería decirle algo más, pero por más que intentaba solo salían extraños ruidos de el.

Nobita levanto la mirada, la figura oscura era un poco más sólida, era como si fuera una sombra sin rasgos faciales, solo dos ojos rojos lo miraban.

"Por más que lo intento..." fue empujado fuertemente. "Pero...  ¡¿Qué te pasa?!" exclamó el azabache un tanto molesto y confundido.

"Agh... Nada... Yo solo... ¡Aaah!" Nobita no era el único que estaba confundido.

Después de eso ambos no se dirigieron la palabra e incluso el ente de fue o bueno eso era lo que sentía Nobita. Su madre ya había llegado junto con su esposo, Nobita no se había dado cuenta de su presencia. Los 3 cenaron con normalidad y se fueron a acostar.

Al día siguiente, sábado, con algo de tiempo extra Nobita se preparaba para el partido de béisbol.

"No tengo ganas de ir" murmuró luego de suspirar.

5 minutos después se fue al lugar donde se llevaría a cabo el partido.

"¡Valla! ¡Al final de cuentas su te diste por venir! ¡No sabes cuánto me alegra ver qué aún me obedeces!" cierto moreno le gritaba a nuestro protagonista, pudo distinguir su debilucha figura a lo lejos.

Nobita sin ánimos solo asintió y bajo por las escaleras de concreto.

"¡Bien! los gigantes estamos a solo 2 puntos por debajo del equipo contrario" Suneo explicaba, saco una pequeña pizarra para dar indicaciones.

"Si logramos dar una carrera en el siguiente tiro... Empatamos" Con ayuda de un gis mostraba que y que jugadores estaban en cada una de las bases, dos jugadores del equipo de gigante estaban en las primeras bases.

"No podemos fallar" dijo Gigante. "Si me fallan... Se las verán conmigo" todos los jugadores e incluso Suneo tragaron saliva, a Nobita le temblaban las piernas, solo deseaba que el no fuera el que batearia en la siguiente ronda.

"Aquí es donde entras tu Nobita" continúo Gigante, para que pensó de más.

"Pero..." balbuceo el azabache.

"Na, na, na, nada de peros. Te dije ayer que no contábamos con un jugador" continúo hablando. "Tako no pudo venir, ya que últimamente le han pasado muchos accidentes" Nobita se estremeció, recordaba quien era Tako y también se estaba haciendo una idea de quién sería el causante de sus 'accidentes', el azabache solo asintió.

"Tako es nuestro bateador estrella" murmuraba un niño con gorra. "Que esperanzas tenemos con que Nobita lo sustituya" continúo.

"Ya estuvo que perdimos" habló otro.

Poco a poco los murmuyos se escuchaban más y más fuertes, Gigante y Suneo parecieran ignorarlos, Nobita por su parte solo bajaba la mirada en señal de tristeza.

El momento de batear había llegado.

"¡Nobita!" gritó Gigante. "¡Si fallas, yo mismo me encargaré de darte tus pataditas" con un tono amenazante le gritaba.

Aún el azabache no entendía porque Gigante lo golpeaba cada vez que perdían porque el jugaba y si no jugaba también lo terminaba golpeado.

"Strait 1" se escuchó, Gigante ya estaba apretando su viejo bate con fuerza. Nobita había fallado el primer tiro.

"Strait 2" Gigante ya estaba echando humos por la cabeza, algunos de sus compañeros se apartaron de el. Nobita había fallado el segundo tiro.

"Jajaja... esto será pan comido" dijo el niño que la hacía de tirador. En cuanto la pelota nuevamente estaba en sus manos enseguida se preparó para dar el siguiente y último tiro.

Nobita se limitaba a ver hacia donde estaba 'su' equipo, lo que miro daba a entender que ya no tenía salvación. El niño se concentro todo lo que podía, aún así sentía mucho miedo. Al verlo tan decidido el tirador lanzó la bola, Nobita trató de pegarle pero al momento de mover el bate, sentía una extraña pero conocida sensación.

Su bate había cambiado de dirección dándole con una gran fuerza a la pelota, Está fue lanzada tan lejos que casi cae al agua del río que estaba a varios metros de distancia.

"¡Que esperas Nobita!" gritó Gigante. "¡Corre! ¡Completa la carrera para poder ganar" los dos jugadores no habían perdido el tiempo y comenzaron a correr.

Nobita reaccionó al escuchar los gritos del moreno, no perdió el tiempo y comenzó a correr con todas sus fuerzas. Al cabo de unos minutos los Gigantes habían ganado el partido de este sábado.

Todos los integrantes celebraban su victoria.

"¡Así se hace!" exclamó Gigante sumamente feliz. "Definitivamente soy..." la pelota con la que habían conseguido su victoria había impactado contra su cara.

"¿Q-quien fue?" su cara roja no solo por el golpe si no por el coraje miraba tanto a sus compañeros de juego como a los del equipo contrario.

Todos salieron corriendo como locos, siendo perseguidos por un niño más grande que todos ellos.

Nobita muy cuidadosamente se había alejado mucho antes de que Gigante comenzará a festejar.

El azabache caminaba con tranquilidad hacia su casa, era medio día, bajo su mirada y así ver su sombra que para esa hora solo estaba reflejada en una pequeña silueta.

"Muchas gracias" le dijo a su compañero.

Doraemon: Un nuevo compañero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora