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Gigante y Suneo estaban en la sala donde se presentaba la cultura Egipcia, Suneo sabía muchas cosas sobre esa cultura, cosa que llamo la atención de otros compañeros de su mismo salón.

"Suneo eres muy inteligente" habló una niña, casi al instante varias compañeras comenzaron a elogiarlo haciendo que el orgullo de esté creciera más de lo que ya estaba.

Con mucho más entusiasmo presumía sus conocimientos. "Oh bueno, lo que pasa es que mi papá es amigo de un gran investigador y en nuestro último viaje fuimos a Egipto y allí aprendí mucho gracias a él, que afortunadamente se encontraba allí..."

Algunos compañeros lo miraban con cierta envidia Tako y Nopero estaban allí el último tenía un enorme chichón en la cabeza.

"¡Es más!..." Suneo exclamó feliz. "¡Tengo fotos de las pirámides de Egipto!... Si quieren después de que está excursión termine vamos a mi casa para que pueda most-..." unos gritos lo interrumpieron, eran como 6 alumnos que corrían en dirección al profesor Yohio.

Yohio explicaba a varios de sus alumnos algunas curiosidades sobre la antigua China. La sala seguía de la sala donde estaban ellos. Su nieta Non-Chan estaba con él, Nobita se acercaba a ellos.

"Y bueno eso sería todo referente a..." los gritos de sus alumnos lo sacaron del tema y obviamente lo preocuparon. "¿Qué pasa?" les pregunto.

"Profesor hemos escuchado unos gritos en la pieza donde están las esculturas de la antigua Roma" dijo una niña de lentes.

"Eso, eso..." respondió un chico de gorra. "No vaya a ser que alguien rompió algo..." A eso no le importaba al viejo, Yohio solo quería saber si las personas que gritaron se encontraban bien.

"Enseguida vuelvo" dijo seriamente, dejo a los alumnos con una profesora y el camino hacia el lugar que le habían indicado sus alumnos. Non-Chan al igual que Nobita escucharon todo lo que estaba pasando, el azabache con su mirada comenzó a buscar que alumno faltaba.

No tardó mucho en darse cuenta quién y quién estaba. Tragó saliva, algo andaba mal. Sin que alguien se diera cuenta el azabache también camino, hacia donde se fue su profesor aún que realmente no fue el único que siguió al adulto.

Mientras tanto en la casa de la familia Nobi, Tamako se encontraba limpiando la cocina. En la habitación del azabache, justamente en su escritorio se encontraba ese antiguo cascabel; este comenzó a moverse, no de manera brusca si no un poco.

Un especie de humo negro salía de dicho objeto. Finalmente después de varios días alguien se había recuperado.

"Ugh..." gimió un poco adolorido. Bueno, no se había recuperado del todo.

Comenzó a tener forma sólida... Muy sólida y definitivamente no parecía ser una masa totalmente negra como lo era antes de entrar al objeto.

Estaba tomando una forma, un tanto curiosa: un cuerpo pequeño y regordete, sus manos eran completamente redondas y de color blanco, al igual que su rostro, sus ojos eran de su característico color rojo aún que ahora también tenía su nariz de ese mismo color mientras que el resto de su cuerpo era de un tono menos oscuro, algunas rayas de color gris claro resaltaban en lo que es su espalda y en sus pequeños brazos y para finalizar un par de orejas sobresalían de su gran cabeza al igual que unos bigotes en su rostro.

Este se miraba los brazos con algo de curiosidad y sorpresa pero también estaba preocupado.

"¡Aaaah!" un grito lo sorprendió, Tamako había entrado a la habitación y ella... ¿Lo estaba mirando?. La mujer tenía la escoba en la mano y enseguida comenzó a golpear al extraño 'animal' que estaba en la habitación de su hijo escuchó ruidos y subió para ver qué era, no se esperaba ver esa cosa.

"¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!" gritaba la mujer, los escobazos golpeaban la cabeza del ser. "¡Fuera mapache extraño!" seguía con los golpes.

"¡Que no soy un mapache!" con una voz un tanto demoniaca gritó el contrario. "Soy un..." la escoba había dado justamente en su rostro haciéndolo volar hacia la ventana que para suerte o mala suerte... Se encontraba abierta.

Gracias a los mismos gritos de la madre de Nobita está no se había dado cuenta de que ese 'mapache' habló, cerró la ventana de golpe.

"Auch... Eso me dolió..." murmuró Doraemon sobándose la cabeza y el rostro, estaba flotando. "Y ahora... ¿A qué se debe este repentino cambio?" murmuró para si, no entendía el porque su aspecto era más... Real y tampoco entendía o más bien no sabía la razón por la cual la madre del azabache pudo verlo...  Aún que no era la primera vez que le pasaba.

"¿Cuánto tiempo me quedé dormido? ¿Qué a pasado durante mi ausencia?" murmuró recordando lo que le había pasado hace días atrás, una sensación atacó su cabeza, como un especie de dolor punzante. "Oh no..."dijo, levantó la mirada y sin perder el tiempo se esfumó.

Doraemon: Un nuevo compañero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora