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Nobita se encontraba en la sala donde aparentemente se escucharon aquellos gritos. Busco con la mirada a su sensei, sin embargo, allí no había nadie.

"P-profesor..." murmuró al mismo tiempo que caminaba, el lugar se sentía pesado, Nobita respiraba con algo de dificultad.

En cuestión de segundos estaba frente a frente con una escultura de mármol, la escultura de una mujer; está tenía la mirada hacia abajo con una expresión neutral, su cabeza estaba inclinada hacia la derecha y su cuerpo estaba cubierto con una especie de manto aún que dejaba expuesto su pecho izquierdo. Al ver la escultura Nobita no pudo evitar cierta incomodidad y no por la forma en la que estaba esculpida o lo que mostraba, algo le inquietaba.

Escuchó un golpe detrás de él, volteó. "¿Profesor?..." detrás del azabache no había nadie, una risa delicada se escuchó enseguida. Los ojos de Nobita se abrieron como platos. "Lo sabía..." pensó, el azabache ahora le estaba dando la espalda a esa escultura. No quería voltear. Se escuchó nuevamente esa risa, las piernas de Nobita comenzaron a temblar.

Se giró para ver la escultura, dicha escultura ahora se encontraba deforme, la pose no era la misma, esa cosa miraba a Nobita con unos ojos completamente abiertos e incluso amenazaban con salirse de las cuencas ahora reales de esa figura. "¡Ven a mi pequeño! exclamó la figura, sus ojos brillaron de un color rojo.

La luz fue tan intensa que Nobita cerro sus ojos, fueron solo unos segundos para cuando los volvió abrir, el museo se encontraba desolado y con un aspecto de estar abandonado por mucho tiempo, las figuras como algunas pinturas se encontraban destrozadas, Nobita dirigió su mirada hacia una pequeña ventana solo para darse cuenta de que el cielo era de un color morado.

"Oh pequeño" esa voz femenina lo saco de sus pensamientos, enseguida dirigió sus ojos hacia esa cosa. La figura ahora era una especie de mujer, sus manos eran extrañamente largas y de un color negro, el manto que cubría la parte de su cintura mostraba el inico de una enorme cola de serpiente en dónde deberían estar sus piernas sin embargo lo que asustó más al azabache era que la cabeza de esa mujer... Estaba deforme, una sonrisa anormal y serpientes sobre su cabeza; el azabache ya había visto algo parecido.

Era medusa, sin embargo... Esa cosa solo era un mito y dicho mito se encontraba en la mitología griega aún que no había tiempo para investigar el porque medusa está en la sección de la antigua Roma, justo debajo de esa cosa estaban dos pequeñas figuras.

"No..." murmuró el azabache, Dekisugi y Shizuka estaban convertidos en piedra, sus rostros reflejaban el miedo que sintieron en el momento que medusa se les hizo presente.

"Ven aquí pequeño... ¡Y déjame comerte!" gritó medusa abalanzando su cuerpo hacía el azabache pero sus horribles manos nunca tocaron al niño, una especie de energía cubrió su cuerpo. Medusa gritó nuevamente pero de dolor pues dicha energía le quemó gravemente las manos.

"Tu no deberías de estar aquí" una pequeña masa negra se formó enfrente de Nobita.

"¡Doraemon!" exclamó el azabache feliz al ver que no solo su amigo estaba aquí si no que se había recuperado... Aparentemente.

"¿Haz sido tú?" preguntó medusa, sus manos comenzaron a regenerarse.

"Nobita... Déjame esto a mí..." dijo con seguridad, Doraemon confiaba que acabaría con medusa en cuestión de unos minutos (le dicen don vergotas). "Recupera las figuras de esos dos niños... Por nada en el mundo la mires a los ojos... ¡Date prisa!" Nobita asintió y salió corriendo.

"Bueno, bueno, bueno... No esperaba verte..." bufó, quería provocar a medusa para que solo se enfocará en él y no en el niño. Está despegó de dónde estaba parada, medusa tomo el cuerpo de Doraemon e impacto contra las paredes del museo, antes de que pudiera impactar lo contra el suelo esté invoco unas espadas.

"Si tengo entendido... Tú le temes a estás cosas" dijo Doraemon, la sonrisa de medusa se apago. Las espadas sin perder el tiempo se clavaron en el cuerpo de la serpiente haciendo que gritará, Doraemon sonreía ya que los gritos de sufrimiento eran música para sus oídos... Pero todo era una actuación por parte de la contraria.

Gracias a que se habían separado del lugar Nobita llegó a las figuras con mucha facilidad. No entendía lo que pasaba. "Ahora que hago" murmuró al borde de las lágrimas, allí estaba el primer niño de su edad que lo ayudo y que consideró como un amigo y a su lado estaba la niña que en algún momento estaba en su corazón. Pero no había tiempo que perder, el museo se estaba derrumbando, tenía que darse prisa y sacarlos de allí.

Nobita como pudo arrastró las figuras, ya estado afuera se dió cuenta de como lucía el lugar donde ahora se encontraba: un completo caos, todo se encontraba en ruinas.

Nobita sudo frío. "¿Dónde estamos?..." un estruendo se escuchó, el museo había colapsado sin embargo eso no lo sobresaltó.

"¡Agh!" levantó la mirada, medusa tenía en su manos el cuerpo de Doraemon, está comenzaba a apretar su agarre. "¡Agh!" gemía de dolor, aún se encontraba débil, el combate anterior fue demasiado para él (se lo madrearon, pus no que don vergotas).

"¡No! ¡Déjalo!" gritó Nobita, corrió hacía ellos, tomo unos pedazos de escombros y comenzó a lanzarlos hacia ella.

"Enserio crees que puedes hacerme algo..." murmuró medusa mirando al humano con desprecio. Bajo de los cielos y aún con el cuerpo del otro en su mano con su otra mano procedió a atacar al azabache, medusa actuó rápido y afortunadamente Nobita logro esquivar... Por así decirlo el ataque.

Su brazo sangraba, las garras de medusa estaban manchadas de sangre, ella lamió sus afiliados dedos y como si se tratase de una bala, salió disparada hacia el azabache. Su risa era terrorífica, Nobita no reaccionó a tiempo, la cola de medusa golpeó el cuerpo del niño, esté salió disparado impactando contra una pared.

"D-déjalo" Doraemon trataba con todas sus fuerzas safarse de su garra, medusa soltó una carcajada. Nobita estaba por perder el conocimiento.

"D-Doraemon..." su vista comenzaba a nublarse nuevamente medusa choco el cuerpo de Doraemon contra el suelo dejandolo allí para... Ahora sí proceder a comerse al azabache.

"¡Acaba con ella!" se escuchó de repente.

Nobita poco a poco sentía una sensación cálida y muy apenas logro ver una especie de energía de color celeste cubriendo su cuerpo. Antes de cerrar los ojos pudo ver qué algo atravesaba el pecho de esa mujer.

Doraemon estaba también a punto de cerrar los ojos también pero el grito de verdadero dolor de medusa lo hizo girar su cabeza hacia ella, detrás de ella estaba una enorme masa de un color morado muy oscuro que, sin ningún problema atravesó el pecho de ella con una especie de espada, dicha espada desprendía una luz blanca muy intensa.

"¡Nobita! ¡Nobita! ¡Resiste! ¡Resiste por favor!" el azabache logró escuchar una voz que lo llamaba con desesperación.

Doraemon: Un nuevo compañero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora