Si no había miles de estrellas, no había ninguna. Cada una de ellas, con un nombre, se unía a otras para formar las constelaciones y guiar a las personas. Indicaban el tiempo, la dirección o las personalidades de aquellos a los que nacían bajo su influencia. Cuando un miembro de su familia nacía una o varias estrellas, bajaban y se convertían en uno de ellos. La historia se la había contado su padre, hace mucho tiempo, y solo era una cosa más que refutaba la grandeza de los Black, hasta ahora.
Narcisa había entrado una tarde y le había exigido a su hermana, que eligiese una para su futuro bebe. Tenía claro su destino, por eso, no tardo en pedir prestado un libro de astronomía, para buscar el nombre de los agüeros negros del universo. Como siempre, escandalizó a su hermana, pero eso ya no le importaba, ni siquiera le divertía, demasiado tiempo encerrada.
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Era casi media noche, cuando la bruja salió de su casa. Las calles estaban desiertas y en el cielo se alzaba la luna, acompañada de estrellas. El camino que tenía que hacer era largo y tenía poco tiempo para recorrerlo. Sin embargo, no tenía prisa. Avanzaba lentamente con un pequeño bolso en la mano. De repente, la bruja, desapareció.
Lejos de allí, en el mismo momento una joven bruja se preparaba para dar a luz a su hijo. Ya había avisado a la medimaga y a su marido. Ninguno había llegado. Aunque esto no le preocupaba. Sabía que la medimaga se dirigía ya hacia allí y su marido, si no había llegado ya, no vendría.
Acostada en la cama, esperaba impacientemente a que esta llegará. Cuando la puerta se abrió, su elfo apareció en el umbral con un pequeño bolso. Le acompañaba una bruja, escuálida, de ojos grandes y cara amable. Sin mediar palabra, de su bolso saco toallas y pociones.
—¿Cada cuánto tienes contracciones, niña?
— Media hora, creo...
—Bien, pues... — examinó las pociones y cogió un frasco pequeño y brillante—Tomate esto, tranquila, sabe bien.— Dijo tendiéndole el frasco —Tómatelo todo.
Había amanecido cuando Lucius llegó a su mansión, la reunión había sido larga y estaba cansado.
La mansión estaba desierta, no había elfos, no estaba su mujer. Entonces le vino a la mente la carta que había llegado y que el señor tenebroso había quemado. Preocupado, corrió hasta su habitación.
Cuando abrió la puerta, su mujer estaba dormida, había sangre en la cama, y una bruja sostenía un recién nacido.
—Valla, el padre llega ahora...— Digo canturreando —Toma, este es Draco, encargaré de él. Ella no puede.
Lucius cogió el montón de ropa, que le tendía. Entre las mantas un niño, de cara pálida y ojos claros, le sonrió.
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Bellamort:La historia de mi nacimiento
Fanfiction-Todos los personajes son obra de J.K. Rowling- En medio de la primera guerra mágica, uno de los mortifagos comete un error que, para él, será letal. Sin embargo, nadie lo sabe, ni el mismo Sr. Tenebroso, el cual anda más pendiente de castigar a u...