Capitulo 5

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Jennie's POV

Al día siguiente, gasté 30 dólares de los 80 que me quedaban para pagar la luz, y Maia volvió a poder tomar leche caliente por las mañanas. Volvió a ducharse, y se puso sus zapatos 'nuevos', que decía que le gustaban mucho, aunque sólo los hubiese lavado. Pero me gustaba verla feliz con aquellas simples cosas, me gustaba ver cómo de camino al colegio se miraba los zapatos con una sonrisa, y se despedía de mí con el mismo y risueño 'te quiero mami' de todos los días.

Y así, pasaron las semanas. Yendo a trabajar y Lisa esperándome, ayudándome a limpiar, y me gustaba, me gustaba mucho. Además de porque tenía otra mano que me ayudaba, porque siempre me hacía reír cuando más lo necesitaba. Acababa siempre tirada en el suelo de una ducha, estirando su mano para que la ayudase a levantarse, y de lo único que me preocupaba en aquellos momentos era que estos no se acabaran nunca. Mis manos y mis rodillas estaban cansadas, hastías, pero ella siempre estaba ahí. Muchas veces hablábamos sobre política, otras muchas sobre el amor y sus relaciones, y cómo nunca se había enamorado. Le respondí que yo tampoco, y entonces había un silencio extraño entre nosotras.

Aquella mañana Lisa se terminaba de abrochar el pantalón cuando entré, y se giró de forma instantánea con una de sus mejores sonrisas.

—Buenos días. —Dijo ella, que cogió directamente la escoba antes de que yo lo hiciese.

—¿Hoy quieres barrer? —Dije riendo, cogiendo un trapo para darle a las puertas de las taquillas, mientras ella recogía la basura del suelo.

—Sí, me he levantado hoy con esa motivación. —Solté una pequeña risa, negando. Lisa no sabía nada de cómo estaba la situación económicamente en casa, y no quería que lo supiese. Probablemente era mejor así, porque si la conocía lo suficiente, se enfadaría con el mundo y querría ayudarme.

Cogí el bote de líquido verde para seguir limpiando las taquillas, y al apretar un chorro salió disparado hacia la mejilla de Lisa. Me llevé una mano a la boca y al ver toda la mejilla manchada de verde, y ella se levantó lentamente hasta quedar erguida, tocándose la mejilla con la mano.

—¿Qué haces? —Me dijo mirándome, y negué.

—Lo siento. —La verdad es que estaba intentando aguantarme la risa, pero Lisa no se reía para nada, hasta que las carcajadas comenzaron a salir de mis labios, y ella cogió un bote de líquido azul, apuntándome con él.

—¡De qué te ríes! —Dijo señalándome, y yo salí corriendo tras las taquillas a las zonas de las duchas, con ella detrás.

—¡Déjame! —Grité riendo, hasta que ella apareció sin botes en la mano.

—Mira, no tengo nada, déjame acercarme a ti. —Bajé el bote y Lisa se acercó, mirándome con una sonrisa, y esos ojos claros que se iluminaban bajo los fluorescentes que alumbraban el vestuario. —No deberías fiarte de mí mientras estoy jugando contigo.

—Sus manos se pusieron en mis mejillas y comenzaron a frotarse, y yo me removí intentando quitarle las manos de mis mejillas. El olor a detergente llegaba hasta mí, y no podía parar de reírme, porque pasó de mis mejillas a mis costados para hacerme cosquillas y me pegué contra las taquillas, acabando con Lisa pegada a mí con las manos a mis lados.

—¡Para, para, para! —Dije riéndome, poniendo mis manos sobre las suyas. Sus dedos dejaron de moverse, y tomé un poco de aire llevando la vista a los ojos de Lisa. Mi respiración estaba agitada por la risa, y una de sus manos estaba apoyada en el metal de la taquilla, y se inclinó hacia mí. En un principio nunca me había imaginado una situación así, pero sí, sí que quería. Era guapa, eso es obvio, pero su forma de ser atraía mucho más. Su forma de tratar a Maia, de tratarme a mí era diferente a todo lo que había conocido. Podía ver cómo sus labios se acercaban a los míos y yo no haría nada para pararlo.

Un abrigo en el invierno | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora