Jennie's POV
Cuando me incorporé abriendo los ojos, Maia no estaba a mi lado. Me recogí el pelo en una coleta y casi salté de la cama, abriendo la puerta. El pasillo era bastante largo, con el suelo de madera oscura, que no crujía al pasar por encima de ella. Se escuchaba la voz de Lisa mientras bajaba por la escalera mientras hablaba con Maia.
—Tienes que comértelo todo, ¿vale? –Decía Lisa, y cuando asomé la cabeza Maia tenía un cuenco de cereales, un zumo de naranja y una tostada en su sitio. Luego, estaba Lisa que tenía delante un poco de revuelto de huevo algo más claro de lo normal, con unas tiras de lo que creía que era pavo y un bol de frutas enfrente. Al lado de Lisa, un plato con tortitas, beicon y huevo humeante estaba recién hecho.
—Vale. –Maia cogía la cuchara y se llevó los cereales de colores a la boca, sonriendo al probarlos. Lisa giró la cabeza hacia mí.
—Buenos días. –Dijo con una sonrisa, llevándose un bocado a la boca.
—Buenos días. –Respondí yo, acercándome primero a Maia. Le di un besito en la cabeza, acariciando su mejilla, viendo la sonrisa de la pequeña aparecer en su rostro al notar mis manos. Me senté al lado de Lisa, mirando el plato. –Te agradezco todo esto pero... Es mucho para mí. –Lisa giró la cabeza para mirarme, masticando el revuelto de clara que tenía en la boca.
—Bueno, si no puedes con todo no importa. –Asentí apretando un poco los labios, cortando un poco de tortitas con el tenedor, comiendo y suspirando. Hacía demasiado que no comía tortitas, y creo que Lisa debió notarlo. —¿Está bueno? –Sonreí asintiendo, cogiendo el vaso de zumo.
—Sí. –La miré a los ojos y ella me sostuvo la mirada un instante. La situación era rara, no sabía cómo actuar. No sabía si aceptar que pasó algo entre nosotras y hablar con ella de aquello, o simplemente actuar como si nada hubiese pasado. —¿Has dormido bien?
–Pregunté, y asintió mientras se comía un trozo de melón con el tenedor, humedeciéndose los labios.
—Después de un partido siempre se duerme bien. –Sonrió, y su mirada se fijó en el sitio donde se suponía que debía estar Maia. Cuando giré la cabeza, la pequeña había dejado el bol de cereales vacío y el vaso de zumo a medio tomar, y Maia ya estaba en el jardín persiguiendo a Dash, el perro de Lisa. –Oye, siento lo de anoche...
—No, no... —Fruncí un poco el ceño riendo levemente, pasándome los dedos por la frente. –Es decir, ahora mismo en este punto, no sé si puedo tener algo con alguien.
–Jugaba con mis dedos y Lisa soltó una pequeña risa.
—Lo siento, no quería hacerte sentir así, no era mi intención.
—Quiero que mi vida se asiente un poco. –Ella frunció las cejas, comiendo un poco más mordisqueando un trozo de pan.
—¿Qué quieres decir? –Bebí un poco de zumo y apreté los labios.
—¿Recuerdas cuando nos vimos en el supermercado? –Lisa asintió mientras comía, bebiendo de su vaso. –No le compré a Maia la chocolatina, no porque no quisiera comprársela o que se la comiese, es porque no tenía dinero para comprarla. –Lisa giró el cuerpo entero en la silla instantáneamente. –No podía comprar comida, ni comprarle unos zapatos nuevos, me cortaron la luz durante un día hasta que la pagué y me quedaban unos treinta dólares para todo el mes. –Solté una risa bastante triste. –Y ella me pedía algo de comer, y yo sólo podía darle guisos que aumentaba con agua. Y luego, me despidieron. Estuve una semana sin hablarte no porque estuviese enfadada contigo porque me echasen, es que no tenía fuerzas para hablarle a alguien que no fuese mi hija. Esto te va a sonar muy fuerte, pero vendí mi sangre y pensaba hacerlo otra vez porque haría lo que fuese porque mi hija tuviese comida, y un techo. Y luego, ayer por la mañana el cartero me dio un sobre en el que decía que tenía 800 dólares al mes. –Sonreí un poco, encogiéndome de hombros. –Así que, tras todo eso, estoy intentando estar bien emocionalmente y calmar un poco todo en mí, y en casa. –Lisa se levantó del taburete y me abrazó. Sentí el calor de su cuerpo, sus brazos en mi cintura, y acercó su boca a mi oído.
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Un abrigo en el invierno | Jenlisa
Fiksi Penggemar¿Qué es capaz de hacer una madre por su hija? La respuesta a esa pregunta la tiene Jennie, y es absolutamente todo. Bajo el frío y la nieve de Portland, Jennie tiene que trabajar de sol a sol para conseguir comida, ropa y mantener el techo bajo el...