Capitulo 64

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Jennie's POV

Aquél fin de semana había sido como un bálsamo para nosotras. Bueno, al menos para Lisa. Por fin estaba de vacaciones, y aquél lunes sería el primer día en que no tendría que levantarse para ir a entrenar, y que podría disfrutar todo el día de las niñas. Todo el día, o casi todo el día porque yo tenía que trabajar.

El despertador sonó una vez a las seis de la mañana, pero no le hice caso. Sonó a las 6: 15, tampoco le hice caso. Sonó de nuevo a las 6: 30, caso omiso. Y a las 6:45 el despertador se me clavó en la cabeza, y me di cuenta de que tenía que ir a trabajar. Miré el reloj, oh dios, llegaba tarde no, ¡tardísimo!

Salté de la cama y me puse el pantalón de pinza, la camisa y la americana casi a la carrera.

—Lisa, Lisa, cariño, despierta. —Dije moviéndole la pierna sana, y ella entreabrió los ojos para mirarme.

—¿Qué? —Dijo con la voz ronca.

—Tengo que irme a trabajar, tienes que darle el desayuno a Maia y el biberón a Ella. A las 10 tienes que dejar a Maia en las clases de manualidades, y a las 12 tienes cita con el médico para Ella. Para almorzar no hagas pasta que ya comieron ayer, y ten cuidado con Ella, no dejes que se acerque a Dash, le tira de las orejas, y tampoco le des yogur de limón, hace que vomite. —Lisa me miraba con los ojos tan entornados que no sabía si estaba dormida de nuevo. —¿Me has escuchado?

—Sí... —Asintió levemente, dejando caer la cabeza de nuevo en la almohada.

Me lavé los dientes a toda prisa, me despedí de Maia y Ella con un beso en la frente, y salí disparada hacia la oficina.

Eran las 7: 15 de la mañana, y el tráfico de la carretera principal de Miami que llevaba al

centro financiero estaba colapsada. Miré por la ventana, Rosé iba a despedirme, seguro. Llegar tarde era como, no sé, darle una bofetada al jefe del bufete de abogados. Ugh, para colmo, seguro que Lindsay quería los informes de su caso en menos de cinco minutos, y Jackson también los quería, y Rosé por supuesto, pero yo no daba para más.

Aparqué en el parking de la empresa, y subí el ascensor apretando los ojos, esperando que lo pasasen por alto.

En el hall, Denise, la telefonista ya atendía llamadas con una sonrisa. Tenía un bol de caramelos en el mostrador, y me señaló las puertas de cristal opaco donde estaba la oficina. Oh dios, esto sería un descontrol.

En cuanto entré y me senté en mi mesa, Lindsay se abalanzó sobre mí cuando ni siquiera había encendido el ordenador.

—Jennie, necesito ya los informes del caso Harper. —Cerré los ojos y solté el aire por la boca.

—Lindsay, todavía tengo el ordenador apagado, ¿podrías calmarte? —Ella rodó los ojos apretando las manos en el pequeño muro de madera que separaba una mesa de otra. Claro, aquí estábamos los no—abogados, ellos tenían sus propios despachos.

—Deja tranquila a Jennie, Lindsay, cuando los tenga que llamará. —Dijo Rosé señalándole la puerta de su despacho. La miré alzando una ceja, esperando un momento. Miré la pantalla del ordenador con la mano del ratón. —Oye, Jennie... ¿Crees que podrías tener los informes de Morrison listos antes que los de Lindsay? Sé que te pido mucho, pero bueno, digamos que te debo un favor si lo haces. —Me guiñó el ojo mientras asentía.

—Veré que puedo hacer, Hamilton. —Levanté la mirada hacia ella, que sonrió señalándome.

—Esa es mi chica.

Escribía todo lo rápido que podía, viendo cómo la oficina era un auténtico caos. Dieron las diez de la mañana y yo aún no tenía los informes de Rosé y Lindsay. Apareció también Jackson haciendo presión. Yo iba a explotar. Entre medias, recibí mensajes de Lisa en pánico, porque el médico le había dicho que Ella tenía una infección en la garganta. Tuve que explicarle que no era nada grave, que comprase los medicamentos que le había recetado y se los diese, además de explicarle cómo había que dárselos.

Un abrigo en el invierno | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora