Capitulo 29

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Lisa's POV

El calor era como una hoja de doble filo. Era genial cuando teníamos ratos libres, pero era como la muerte súbita mientras jugábamos un partido de fútbol. Por suerte, aún estaba en el hotel, y allí el fresco del aire acondicionado hacía la estancia mucho más llevadera.

—Toma. —Maia alzó la manito y la abrió, mostrando una pulsera roja, azul, y blanca, los colores de Estados Unidos. —La hicimos mamá y yo.

La pequeña llevaba la equipación completa de Estados Unidos, botas de fútbol nuevas calcadas a las mías incluidas, con dos pequeñas trencitas hechas, las cuales resaltaban los mechones rubios de su pelo que habían adquirido aquella tonalidad por el sol de aquellos días en Brasil. Tenía la zona de la nariz, bajo los ojos, algo rosada, morena, que hacía juego con aquellos intensos ojos azules que tenía la pequeña.

—Es preciosa, ven aquí. —Me puse de cuclillas y abrí los brazos, viéndola correr hacia mí para envolverla en un reconfortante abrazo, dándole un beso en el lateral de su pelo, sin despeinar aquellas trenzas que su madre le había hecho. —Cuida de mamá mientras no estoy, ¿vale? —Puse una mano en su cabeza, dándole un beso en la frente y escuchando la risa de Maia.

—Soy mayor. —Se apoyó en mis manos para alzarse un poco y darme un beso. —Te quiero mucho. ¿Vas a ganar?

—Claro que voy a ganar, tengo la pulsera, ¿recuerdas? —Di un beso más tosco y rápido en su mejilla, que la hizo arrugar la nariz y reír, corriendo hacia su abuelo a toda prisa.

—Si me dejas que te la ate, será mejor, ¿no crees? —Me giré de golpe al escuchar la voz suave de Jennie, que pasó los brazos por mis hombros y me atrajo hasta ella, dándome un beso lento, pausado, dulce, cálido del que no quería separarme, pero ella lo hizo simplemente para atarme la pulsera como me había dicho.

—¿Crees que tenemos posibilidades de ganar contra Alemania? —Esbozó una media sonrisa, levantando la vista hacia mí cuando ya estaba puesta.

—Si tú juegas, no es una posibilidad, es un hecho. Eres la capitana por algo, ¿no? Todo el mundo confía en ti, y yo también. —Se encogió de hombros con esa tímida sonrisa que la caracterizaba, que casi se escondía mordiéndose el labio.

—¿Y qué pasa si fallo? ¿Si no puedo marcar? —Todas esas cosas me recorrían la cabeza antes del primer partido, los nervios, la tensión por qué pasará, por la primera impresión, porque éramos un grupo nuevo de chicas reemplazando a otra generación.

—Bueno... Por lo que he visto esta temporada, tú nunca fallas. A veces no marcas, pero da igual, porque puedes hacer que otros marquen, y eso está bien, ¿no? —Juraba por Dios que no había nadie mejor que Jennie en el mundo. —Y si perdéis, no pasa nada. De los errores se aprende, y remontaréis, confío en vosotras.

*

Un estadio de 80.000 personas no tenía nada que ver con uno de 20.000 al que estaba acostumbrada a jugar, pero yo tenía suerte. La mayoría de las chicas que competían, incluso de mi equipo, apenas tenían gradas y eso... Eso me mataba. Los hombres, por muy pequeño que fuese el equipo, tenían un campo decente, con césped decente, en el que al menos cabían 30.000 personas. No hablo de Estados Unidos, porque en Estados Unidos el fútbol femenino estaba bastante más valorado que el masculino, pero las chicas que venían de Europa, los partidos que yo veía no tenían nombre. No había categoría para 'Balón de Oro' femenino, sino 'Jugadora Mundial'. ¿Alguien sabía el nombre de la ganadora de aquél año? No. Nadie. Teníamos que soportar los comentarios en internet, redes sociales, periódicos Republicanos y demás, que nos decían cosas como 'volved a la cocina, allí es dónde tenéis que estar', 'sólo sabéis usar el palo de la fregona' o también 'el fútbol es un juego de hombres y vosotras tenéis que complacerlos a ellos', pero en mi caso... En mi caso iba mucho más allá. Yo no era como las demás jugadoras, yo destacaba en todos los sentidos. Mi cara, mi cuerpo, era como una marca. La gente me consideraba guapa, sexy, salía en revistas, era la cara de Nike, yo era un producto en sí y tenía que soportar comentarios como 'tú sólo estás en la selección porque eres guapa', 'a ti sólo te pagan por tu cara', 'no eres la mejor, ni eres buena, estás buena', y eso dolía mucho. Cristiano Ronaldo podía ser la cara de una marca de ropa interior para más inri como era Calvin Klein, podía salir en carteles que ocupaban la fachada entera de un Edificio, podía salir en calzoncillos en Times Square, pero él era un héroe para la sociedad.

Un abrigo en el invierno | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora