Lisa's POV
Se acercaba Navidad, y el último entrenamiento con el equipo antes de las fiestas era algo más ligero. Los niños venían con sus madres, y a mí siempre me hacía mucha ilusión, aunque en cierta parte me daba algo de pena. Jugaba con los hijos de mis compañeras, aunque claramente no era lo mismo, porque a los diez minutos querían volver con sus madres. Pero aquél año era diferente, Jennie me dejó recoger temprano a Maia, y casi iba vestida como yo. Pantalón largo negro, las botas de fútbol que le regalé y una nueva sudadera roja con detalles negros, además de su pequeño gorrito y guantes. A pesar de que el techo de estadio estaba cubierto, hacía muchísimo frío.
Tenía a Maia en brazos, y sus mejillas estaban ligeramente rosadas por la sensación térmica de frío gélido, y no dejaba de mirarla, porque era preciosa. Tenía rasgos latinos de Jennie, pero era castaña, casi rubia con ojos azules.
—¿Te gusta esto? —Maia asintió antes de tocar el suelo con los pies, y se agachó para acariciar el césped con las manos.
—Está muy suave. —Se rio mirándome, y me dio su mano para ir al centro del campo.
—¿Puedo coger una pelota?
—Por supuesto que sí. —Dije cogiendo una de la red, dejándola en el suelo. Creí que iba a darle con los pies al balón, pero en vez de eso lo cogió con las manos y lo lanzó. Era demasiado graciosa. —No, mira Mai, es con los pies. —Le di un toquecito al balón, llevándoselo a ella de nuevo. Maia estiró la pierna para darle una patada, que sólo avanzó un metro. —¡Muy bien! Mira, ¿quieres ver algo? —Comencé a darle pequeñas patadas al balón, y pasé el pie alrededor de este antes de que volviese a rebotar en mi pie.
—¡Ualaaaa! —Señaló mi pie ella, y bajé la pelota riendo.
—¿Quieres marcar un gol? —La cogí de la mano acercándome a la portería, poniéndola bastante cerca porque si no, no llegaría a esta, y le puse la pelota en los pies. —Voy a ponerme ahí, tienes que tirar fuerte, ¿vale? —Maia asintió, y su rostro era la cosa más adorable del mundo. Sonreía y me miraba algo tímida al verme en la portería. Le dio una patada a la pelota que salió lento, muy lento y yo me quedé en el centro viendo cómo cruzaba la línea y caí de rodillas al suelo. —¡Nooooooooooo! ¡Me has marcado! —Dije tirándome al suelo, y Maia corrió hacia mí, echándose encima riendo, dándome un abrazo.
—Nooo, Lisa, no llores, tú también marcas. —Me dio un beso en la mejilla, y no pude más que soltar una pequeña risa y abrazarla, quedándome sentada en el suelo con ella entre las piernas.
—¿Puedo preguntarte algo? —Le coloqué bien el gorrito, y Maia asintió poniéndome las manos en las mejillas casi como si quisiese darme calor. —¿Te gusta que esté con tu mami?
—Sí. —Dijo Maia, señalándome con el dedo. —Le diste un beso en la boca a mamá. —Se tapó la boca con las manos agachándose para quedar en cuclillas, y no pude evitar reírme.
—¿Recuerdas como era tu padre? —Maia se sentó con la pelota entre las piernas, y estas estiradas, dándole golpecitos.
—No tengo papá. —Levantó la mirada hacia mí. —¿Quieres ser mi papá? Yo quiero que lo seas. —Entreabrí los labios ante la respuesta de Maia, que siempre me dejaba con la boca abierta con aquellas caídas que tenía.
—No puedo ser tu papá, cariño. —Me pasó la pelota con las manos, y la cogí volviéndosela a pasar.
—¿Por qué?
—Porque soy una chica, no un chico. Entonces sería tu mamá, pero tu mamá es Jennie.
—Sonreí mirando hacia otro lado, y vi que una pelota iba directa a la cabeza de Maia y no sé de dónde saqué los reflejos para poner el brazo y que me diese a mí en vez de a ella.
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Un abrigo en el invierno | Jenlisa
ספרות חובבים¿Qué es capaz de hacer una madre por su hija? La respuesta a esa pregunta la tiene Jennie, y es absolutamente todo. Bajo el frío y la nieve de Portland, Jennie tiene que trabajar de sol a sol para conseguir comida, ropa y mantener el techo bajo el...