Capitulo 59

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Lisa's POV

Esos instantes antes de despertar del todo siempre eran los mejores. El instante en el que eres consciente de que ya no estás dormida, que tienes constancia de tu cuerpo, de la cama, de que vas a despertarte. El instante en el que notas un cuerpo cálido contra el tuyo, y por un segundo no sabes quién es. Entonces recuerdas que es la persona a la que quieres y te aferras algo más a él, intentando darle tu calor como esa persona te lo está dando a ti. El roce de sus piernas con las tuyas, de su cuerpo moviéndose y su respiración contra tu pecho te hacen sentir que esa persona es real.

Entonces abres los ojos poco a poco, y la luz del sol que se filtra por el hueco de la persiana te molesta, e intentas refugiarte en el cuello de esa persona pero ya es demasiado tarde; la alarma del despertador suena.

Di un manotazo para apagarlo porque se me acababa el mejor momento del día que había durado diez minutos.

—Mmh... —Jennie se removió, dándose la vuelta en la cama para quedar de cara a mí, abriendo los ojos con una mueca.

—Sigue durmiendo. —Susurré inclinándome para darle un beso en la frente y volver a taparla con la sábana. Ni siquiera rechistó, simplemente volvió a dormir como le dije.

Entré en el baño y me quité la camiseta mirándome al espejo, encendiendo la ducha. Durante un momento la escuché caer el agua fría y me miré en el cristal; parecía estar demacrada.

El agua fría se clavó en mis músculos como si fuesen mil agujas a la vez insertándose en lo más profundo de mi piel. Me despertaba, me hacía estar lo más viva posible antes de cada entrenamiento.

Me enfundé los jeans rotos, unas zapatillas deportivas blancas y una camiseta negra de los Rollings.

Al salir del baño pasé por la habitación de Maia y la vi frotándose un ojito intentando levantarse. Fruncí el ceño y entré en la habitación negando.

—Hey... Hoy no vas al cole, Mai. —Sonreí un poco y puse una mano en su abdomen, ella me miró algo confusa. —¿Quieres dormir con mami? —Asintió y estiró sus bracitos hacia mí abriendo y cerrando las manitas.

La cogí en brazos pegándola a mi pecho donde se quedó de nuevo adormecida mientras caminaba con ella hacia nuestra habitación. Tenía el pelo enmarañado, y aquél pijama de elefantes rosas con el fondo gris la hacía aún más adorable. Aunque tenía seis años, seguía siendo aquella niña de cuatro que aparentaba tres.

La tumbé con cuidado en la cama justo al lado de su madre. Jennie, sin siquiera despertarse alargó un brazo para pegar a Maia contra ella, casi como un acto instintivo y protector. Esas eran el tipo de cosas que yo nunca haría.

Pero estaba bien, lo entendía. Las familias normalmente estaban formadas por un padre y una madre, y la madre siempre tiene ese instinto protector con sus hijos mucho más fuerte que el del padre. ¿Por qué sería? Quizás porque llevó a su hijo durante nueve meses dentro de ella, y aunque Ella fuese mía biológicamente también tenía esa conexión con Jennie. Pero era normal, porque yo también la tenía con mi madre.

—Hey... No llores. Ya voy. —Me apresuré a llegar hasta la cuna de Ella que comenzaba a llorar, y al notar mis brazos se tranquilizó.

Jennie decía que era igual que yo, pero al ser aún un bebé yo no le veía ningún parecido; excepto quizás los ojos verdes.

La mecí un poco entre mis brazos con una mano en su cabeza y la otra en su pequeña espalda, pegándola a mi pecho justo como había hecho con Maia.

—Mmh... Creo que te toca el biberón, ¿verdad? —Pregunté en un susurro bajando las escaleras, acariciando la cabecita de Ella con mi mano de una forma suave.

Un abrigo en el invierno | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora