Jennie's POV
—Cariño, tienes que decirle a la profesora de Maia que la semana que viene iré a hablar con ella. —Mientras yo ponía las tortitas en el plato, escuchaba simplemente el sonido de Lisa y Maia desayunar. —Lisa. —Puse el plato en la mesa y ella alzó la mirada hacia mí con las mejillas llenas de aquella tortilla de Chitthips de huevo y atún. Tragó de una forma pesada, asintiendo mientras se bebía aquél zumo de naranja.
—Mmh... Sí, vale, la semana que viene. ¿Para qué quieres hablar con ella? —Me senté en la mesa colocándole bien a Maia el cuello del polo blanco, girando la mirada hacia Lisa con el ceño fruncido.
—Para ver si todo va bien en el colegio, los niños, ya sabes. —Aquél tema de Maia y los niños me estresaba bastante. Esperaba que aquello que Lisa me contó quedase en una anécdota y nada más, porque entonces la cambiaría de colegio de nuevo sin duda alguna.
—Está bien. —Lisa se levantó mirando el reloj, señalando a Maia que sonreía terminándose de comer los cereales de su cuenco. —Vámonos princesa, llegamos tarde.
Lisa cogió las llaves del coche y la mochilita de Maia, a la que yo le limpiaba la cara de chocolate, y luego le llené las mejillas de besos, en la frente, incluso en la nariz, mientras sostenía su mejilla con la mano.
—Te quiero. Cómete todo el desayuno, ¿me oyes? —La pequeña asentía rápido, corriendo hacia Lisa que extendía su mano para irse con la pequeña. Me levanté y caminé hacia Lisa, cogiendo sus mejillas para darle tiernos y seguidos besos, el último en la nariz. —Y tú... —Ella alzó las cejas al escuchar mi intento de amenaza.
—Estaré aquí a media mañana. Te quiero cariño. —Dijo eso último saliendo por la puerta.
—Hasta luego mami. —Maia me decía adiós con la manita y una sonrisa mientras cruzaban el jardín.
Recogí la cocina, no tardé mucho porque tampoco había muchas cosas en medio de la mesa. A mi lado estaba Ella en su carrito, durmiendo como casi siempre. A veces abría los ojos y me miraba, o quizás no me miraba a mí y miraba a la nada, lo único que sabía es que adoraba cuando comenzaba a hacer aquellos ruidos con la garganta, o simplemente apretaba los puños un poco.
—Oh, no, no, cariño... —Comenzó a llorar de la nada, así que la cogí en brazos calmándola un poco mientras me dirigía hasta el sofá. —Dame un momento, cielo.
Con una sola mano comencé a desabrocharme la camisa, lentamente, colocando luego a la pequeña justo frente a mi pecho, notando la succión instantánea de su boca. En ese instante mi móvil comenzó a sonar, Dios, no daba un suspiro. Era Jisoo.
—Hey teen mom. —Solté una risa al escuchar aquellas palabras de Jisoo.
—Eres imbécil. —Ella estaba apoyada en mi brazo, y con la otra mano sostenía el móvil.
—¿Cómo estás? ¿Qué estabas haciendo? —Bajé la mirada hacia Ella, que comía sin importarle mucho lo que yo hiciese, con la leche casi rebosando por la comisura de sus labios e intenté limpiarla con la gasa. De fondo, el informativo de las mañanas.
—Estoy bien, dándole el pecho a Ella. —Fruncí las cejas esbozando una débil sonrisa, observando cómo en la tele reponían la sección de deportes del día anterior.
—¿Cómo lo lleva Maia? Sé por experiencia que no siempre se lleva bien eso.
—Pues... Por lo que Lisa y yo vemos lo lleva bien. Es decir... El otro día Ella estaba llorando y despertó a Maia, entonces bajó de la cama y la calmó. Le volvió a poner el chupete que se le había caído.
ESTÁS LEYENDO
Un abrigo en el invierno | Jenlisa
Hayran Kurgu¿Qué es capaz de hacer una madre por su hija? La respuesta a esa pregunta la tiene Jennie, y es absolutamente todo. Bajo el frío y la nieve de Portland, Jennie tiene que trabajar de sol a sol para conseguir comida, ropa y mantener el techo bajo el...