1

237 29 20
                                    

Te entiendo. Yo tampoco me enamoraría de mi, ¿quién se enamoraría de un corazón roto y unos ojos tristes?


De todos los lugares que podían habernos enviado a cumplir un sueño tuvieron que elegir Italia. Y no es que me molestase estar aquí. Normalmente lo amaba. Pero me traía demasiados recuerdos. Al menos ya estaba satisfecho, había cumplido con mi parte. Y juro que volviese el tiempo atrás —si pudiera— solo para ver cómo esa pobre mujer trataba de sacar la cabeza de la soga que ahora mismo le rodeaba el cuello dejando marcas en él. Yo podía soportar cualquier cosa...pero que viniese a ayudarla y me tratarán como un bicho raro...eso era pasarse demasiado de confianza.

Ahora mismo lo único que quería era dormir un rato luego de una ducha caliente. Estar solo en mi habitación hasta que comenzara a desvanecerme y luego estuviese en Wattpad viendo las mismas caras de siempre. Por algo era tan amargado joder.

Me detuve frente al restaurante, aún desde fuera el aroma de las pizzas italianas me golpeaba el rostro con suavidad. Uno de esos recuerdos tristes pero bonitos pasó por mi mente. Estábamos yo y Alex, pero no éramos importantes ahí, sino la chica que sonreía con una daga bajo la manga, la cuál se sujetaba a la bandita del cabello que tenía en la muñeca derecha. En mi mente aún se mecían suavemente sus cabellos color rosa que llegaban poco más abajo de los hombros.

Melissa podía lucir tan viva. Negué con la cabeza apartándome del lugar cuando los recuerdos se borraron y solo quedó el vacío que dejó al irse. Un vacío que nos dejó a ambos y que no se llenaría con nadie que no fuese ella. La extraña y la odiaba a partes iguales. Por su culpa ahora debía aguantar a Alex a tiempo completo, y éramos los únicos del Congreso con grupos de a dos. La muy gilipollas donde quiera que esté espero nos agradezca que siempre fué ella y nadie más.

Comenzó a vibrar mi móvil de dentro de mis bolsillos y lo único que pedía es que Alex me avisase que ya había terminado para irnos de una puta vez.

—Kankiluchi amigo rosaduchi.

Lo más cercano a una sonrisa que podía haber en mi rostro se borró de golpe al oír la forma en que hablaba.

—¿Estás borracho?—pregunté secamente.

—¿Nunca te has preguntado por qué nos emborrachamos si estamos muertos?

—Alex—usé un tono demandante.

—Alex, Alex, Alex —gritó—, no te he llamado para hablar de mi segundo nombre.

—Sin dudas mejor que el primero.

—Shhhhh—dice tras la línea—. Nadie se debe enterar de eso. Solo lo sabían tu y Melissa.

De alguna forma oír su nombre me dió como una flecha directo en el pecho. Y por la manera en la que Alex tragó saliva supe que a él también.

—De todos modos nunca se lo dijimos a nadie, ni siquiera el jefe lo sabe—le dije tratando de sacarle una sonrisa—. ¿Has terminado el trabajo?

—¿Trabajo?—pregunta fingiendo que no sabe de lo que hablo.

—Dime que lo has hecho—apreté la mandíbula con tanta fuerza que juro que si sintiera un poco de dolor me habrían dolido los dientes.

—Te llamo para eso—comentó con rapidez y simplemente cortó la llamada.

Giré los ojos a la vez que los cerré con fuerza. Ni siquiera sé de dónde tanta paciencia para aguantar esa conversación con Alex. Yo que creía que podría dormir un día luego de hacer mi parte. Al final siempre sería el niño que hacía el trabajo de Alex.

Iba a matarlo, lo haría, se suponía que yo debía estar en mi habitación sin hacer nada, no eliminando los violadores aburridos de los que él debía encargarse esta vez. Y todo se fue a la mierda porque mi gran amigo no se podía aguantar seguir a una chica linda.

Un demonio para ella [libro #2] [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora