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Recuesta la cabeza en mi pecho y deja que mi corazón te diga cuál es mi lugar seguro.

Había estado evitando a Ehla en todo el día. Tenía cosas que ordenar en mi cabeza, era inhumano que estuviese estudiando de nuevo dos años por los que ya pasé, joder, el trabajo de un muerto es de lo peor.

Alex y yo nos habíamos quedado toda la noche haciendo teorías y armando piezas—las cuáles eran muy pocas—para tratar de saber que era lo que estaba pasando mal conmigo. Y cuando empezó a hablar del efecto del amor en muertos no pude evitar querer cortarle el cuello.

Admito que me pasé un poco en la descripción de cómo me sentía con Ehla, pero es que pensé que diciéndole que me latía el corazón aún sabiendo que ni siquiera servía era darle al clavo para que él supiese que me gustaba la chica. Ni sé si es que fuí muy tonto o que él se volvió listo. Pero estoy un poco más convencido por la primera, de esto de sentimientos no estoy muy capacitado.

Me había quedado en el salón de clases ajeno a la hora, si era muy temprano o ya casi tocaría la campana. Simplemente quise despejar un poco. No me cansaría nunca de escuchar una y otra vez la misma canción. La tarareaba, a veces paraba para centrarme más en la voz original.

Comencé a sentir un malestar por el cuerpo, al principio no sabía pero me dí cuenta rápidamente que era Ehla. Lancé los cascos dentro de la mochila de un golpe y con pasos apresurados fui a donde mi instinto me decía.

Justo cuando la ví sentí que el pecho se me comprimía en un mal sentido. Ahí estaba la chica más maravillosa del mundo llena de agua, con las manos temblando a los lados de su cuerpo, la cabeza agachada, y el cabello cubriéndola completamente. Todos ellos que no hacían nada y sobretodo esa tonta que se reía frente a ella, aunque no supieran quién se los hizo iban a pagar. Todos, no sé metieron conmigo, se metieron con Ehla y ese es el más grande error de una persona, meterse con mi chica.

Me acerqué a ella, puse la mano en su hombro izquierdo para guiarla. Me quedé un momento fuera de sitio cuando alcé la vista y el idiota ese de antes estaba en la misma posición que yo con la mano sobre el hombro derecho de Ehla.

Ella alzó la vista lentamente, deteniéndose más en mi y cuando ví la duda en sus ojos, esa duda de irse conmigo el pecho se me contrajo nuevamente solo que esta vez en un dolor diferente, y este era el primer momento que debía soltar a Ehla, dejarla ir por su lado, mi primera despedida de muchas.

Dejé que él la guiase por el pasillo, todos seguían viendo la escena y aquella idiota se limpiaba las manos como si fuese de lo más normal lo que hizo. Por su cara supe que esta no era la primera vez que abusaba de alguien, dejaría que se sintiera un poco libre, luego la cortaría de raíz.

Me alejé con las manos en los bolsillos pasando por su lado y chocando intencionalmente con su hombro—sonreí—, sabía que habían miradas puestas en mi y aún así no dejé de mirar al frente hasta que me metí en el salón de música ahora desocupado.

Ya dije si chocabas el hombro de uno de nosotros podíamos ver cosas en tí, pero si nosotros chocábamos tu hombro, algunas cositas cambiaban la verdad.

Me detuve en el medio del salón para concentrarme. Meterme de verdad en la mente de alguien era lo más divertido del mundo. Sentí cada paso que dió ella como si lo estuviese dando yo, me dolían los pies porque ella usaba tacones, unos que se sentía exageradamente grandes y para nada cómodos. Cuando la sentí sola, sin vibras de nadie cerca la llevé a mi jueguecito para principiantes.

El salón donde ella estaba se llenó de gente a su vista, miraba a todas partes sin saber de dónde habían salido y por qué pasaban de ella. Su ceño se frunció cuando apareció Ehla vestida con un atuendo similar al que usaba y todos le lanzaban besos y piropos. La chica se acercó algo amenazante pero cuando fue a tocar a Ehla se convirtió en un nudo de serpientes que subieron por sus manos.

Un demonio para ella [libro #2] [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora