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Y si me preguntan qué es lo que me gusta de ti, entonces sonreía, agacharía la cabeza y no respondería nada... Porque no quiero que también se enamoren de ti.

Habíamos terminado de jugar a la botella y no había pasado nada tan interesante como el baile de Ehla, o la vergüenza que Ami debió pasar con mis palabras. Sabía que me esperaba una buena en cuanto la vi caminando hacia mí. No le presté mucha atención, mi mente estaba planeado en como hacer que Ehla jugase verdad o beso conmigo. Debería inventarme algo que la haga jugar porque sé que me dirá que no y...

—Kang —bajé la vista para mirar a Ami.

Estaba enfado con ella por como se estaba comportando.

—¿Por qué dijiste eso sobre nosotros? —me preguntó.

Tomé una respiración antes de contestar.

—Ami, sabes bien que no somos amigos, que nos forzaron a convivir, no nos llevamos bien.

—Pero yo...

—No me quieres, o no de esa forma que tú piensas.

—Que tú no lo correspondas no significa que no sea de esa manera.

Miré el techo suspirando. Nunca lo entendería, apreté la mandíbula. Sabía que tal vez lo que diría en las próximas líneas de la conversación no sería nada apropiado.

—No somos amigos, sólo conocidos que saben mucho el uno del otro. Yo tengo un acercamiento contigo por compromiso y tú me ayudas por cargo de conciencia. Yo no quiero problemas y tú quieres paz. Somos dos personas que se equivocaron al tratar de ser amigos en un tiempo lejano.

Lo dije tan áspero que se me secó la garganta, a ella le tembló el labio inferior y antes de que pudiese ver caer las lágrimas que adornaban sus ojos azules, se giró dándome la espalda. Sentí como si un me hubiesen clavado algo en el estómago, lo que me hizo caer sentado en el sofá. No fue nada que ver con Ami, sólo una sensación de esas a las que ya estaba adaptado y que me hizo terminar vomitando en el baño.

—¿Te pasa a menudo? —preguntó Luca dándome la toalla para secarme el rostro.

—Sí.

Me miré en el espejo, tenía los ojos rojos y el iris gris ya estaba volviendo a la normalidad después de haberse tintado completamente. Las venas de las manos se habían hinchado, y mis oídos estaban dejando salir sangre al igual que mi nariz. Me eché hacia atrás tratando de detener el sangrado, y al final me puse un trozo de papel.

Algo mareado fui guiado por Luca a la cama, Alex no tardó en llegar unos veinte minutos después y tocando mi frente que ya estaba fría preguntó cómo estaba.

Me quedé mirando el techo, noté el momento exacto en el que Luca se había quedado dormido como un bebé. Sonreí, al final de todo había hecho efecto. Me puse de pie con cuidado, no estaba bien del todo. Alex también estaba más adormecido que nunca. La verdad es que cuando estábamos jugando había hecho a cada uno beber un vaso con agua de golpe, pero había puesto un poco de uno de mis polvos en ellos, exepto en el de Ehla.

Traté de convertirme en esa especie de neblina negra para aparecer sin problemas en su habitación pero cuando abrí los ojos estaba fuera de la casa, traté de probar nuevamente pero no surtía efecto alguno. Así que busqué la ventana de su habitación y sin tampoco poder usar mis alas, escalé por las enredaderas. Al menos ahora me debería un beso por el esfuerzo.

Un demonio para ella [libro #2] [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora