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Éramos piezas que encajaban a la perfección, pero de un juego diferente.

Apreté los ojos sin ninguna idea para excusar que quería pasar tiempo con ella o al menos un poco más. Me maldije a mi mismo internamente cuando lo único que mi mente pudo procesar era que me dirigía a la cocina.

—¿Por qué quieres entrar?—preguntó ella.

Evadí su pregunta abriendo la nevera. Fruncí el ceño cuando noté que todo era comida estúpida y nada de leche.¿Cómo alguien podía sobrevivir sin leche en su nevera?

—¿No tienes leche? ¿Por qué no tienes leche? —dije de mala gana, apreté los labios al notar que me había delatado sobre mi gusto por la leche.

—No me gusta la leche, pero.. ¿por qué tú querrías leche? —dijo con una risilla.

Ignoré lo que me preguntaba mirándola directamente a los ojos. Ella tragó saliva y volvió a entreabrir los labios sin darse cuenta. Joder si seguía haciendo eso iba a matarme de nuevo.

—Mañana—dije parpadeando.

—¿Mañana? —volvió a preguntar ella.

—Mañana haremos eso.

—¿Eso qué?

Por su cara lo único que me pasaba por la mente es que había malpensado completamente lo que había dicho.

—¿Qué crees? ¿Qué vine a comer patatas?—contesté.

—Ayy Dios que carácter, ok ok, ya se ¿y qué vas a hacer?

—¿Me estas tomando el pelo?—casi grito de la frustración, Dios era tonta.

—Creo que tendría que ponerme de puntillas para hacerlo —ella rió como si su chiste diese gracia.

—Ehla mañana te conseguiremos pareja escolar, ¿qué tipo de chicos te gustan?—le pregunté.

—Solo responderé con una condición.

—¿Cuál? —dí un paso hacia ella.

—Pregunta por pregunta.

—No voy a hacer esa ridiculez infantil—hice una cruz mentalmente.

En mi sano juicio no lo hubiese hecho nunca. Pero claro, ya no solo estaba en la fase de me gustas, ahora andaba por la de hacer gilipolleces como deporte.

Nos dirigimos al sofá. Ehla había preparado unas palomitas que tenían un aspecto crujiente y delicioso, pero ni siquiera me atreví a probar una. No por miedo a morir envenenado por ella, sino porque no quería tener que arrancarme los dientes cuando las palomitas me dejasen toda la dentadura llena de restos.

—Empiezo yo.. ¿Alto, mediano o bajo?

—Alto.

—¿Por qué te eligieron a tí para la misión?

—Dijeron que era lo más cercano a tí ¿Gordo, flaco, estilo medio?

—Estilo normal y formadito—Ehla se sonrojó, bajé la vista para no quedarme mirándola nuevamente—¿Qué significa ser lo más cercano a mí?

—No lo se Ehla; ¿Color de ojos?

—Grises.

Ahora fue mi turno de quedarme con los labios entreabrirtos, se que lo dijo solo porque cruzó su mente, pero en algún lugar de la mía tenía la esperanza que el gris fuese por mí, que fuese por mí aunque sea una vez en su vida. Pasé la mano por mi cabello frustrado por mis pensamientos.

Un demonio para ella [libro #2] [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora