Capítulo 2

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Tres meses atrás, Hongjoong regresaba de una visita al Centro. Esa zona era sitio de nadie. Su principal propósito era que funcionara como un espacio neutro, una plaza para mercaderes, para favorecer la economía de las zonas y el trueque de mercancías sin que hubiese guerras. Sin embargo, siempre había guerras, siempre había enfrentamientos y disputas. En aquella tierra neutra y sin dueño, lo que regía era el caos.

El negocio más próspero del centro, pertenecía a la familia Choi. El patriarca era un viejo prestamista que se había hecho una pequeña fortuna estafando y robando desde muy joven y que con los años llegó a explotar hasta convertirlo en alguien poderoso en el las zonas del sur. Todos le debían dinero, todos le debían algo. El señor Choi conocía bien lo que ocurría dentro de sus barrios, tenía informantes en cada sector, ojos y oídos incluso en el norte. Gente dispuesta a hacer cualquier trabajo por él, condenados que ya le habían vendido hasta el alma.

Hongjoong había negociado con él. Choi siempre estuvo detrás de aquellos muchachos, insistiendo en reclutarlos para que formaran parte de su "ejercito", pero ellos se negaron a aceptar trabajar para alguien más. Ellos no se doblegaban ante nadie, o al menos era lo que decían, pues, también, terminaron vendiendo su alma. Choi les prestó una gran cantidad de dinero, y cuando llegó el momento de pagar, las cosas se complicaron.

── ¿Qué te dijo? ── Seonghwa lucía furioso. Se había agarrado a golpes con todos los que intentaron detenerlo para no ir con Hongjoong a verse con esa gente, pero sus peleas fueron en vano. Lo obligaron a quedarse. ── ¡Habla! ¿Qué pasó? ── de forma fugaz lo revisó de pies a cabeza, buscando algún golpe o moretón, pero Joong se lo quitó de encima, tranquilizándolo.

── ¡Estoy bien! Pero nos dio un ultimátum. No extenderá la espera. Si no pagamos ese dinero, enviará a sus hombres. A todos si es necesario, dijo. ── Abatido, se dejó caer en un viejo sillón del taller de Yunho. Todos estaban presentes, lucían cansados y preocupados. Los golpes recientes que Seonghwa les había propinado no ayudaba a mejorar sus apariencias, pero era lo que menos importaba.

── Esto es mi culpa... ── Yunho apretó una llave mecánica que sostenía en su puño y la arrojó con fuerza contra un muro, provocando un estruendo y un desorden que después tendría que recoger. Song Mingi se apresuró a ir a su lado, lo agarró con fuerza, impidiéndole ir en busca de otra herramienta que pudiera arrojar, y lo encerró entre sus brazos.

── ¡No digas tonterías! ¿Crees que dejaríamos que la abuela muriera? Además... Ese dinero no fue solo para ella. Sin ese dinero, no habríamos podido reparar el ring, ni el taller, ni la casa. Yunho, no hagas esto.

── Solo necesitamos más tiempo... Apenas abrimos las peleas de nuevo, los clientes están llegando al taller también, es cuestión de trabajar más, pero necesitamos tiempo. ── Wooyoung, que hasta entonces no había dicho nada, se levantó y fue hacia el reguero de herramientas que Yunho había provocado, para levantarlas. ── Tenemos que convencer a ese viejo de alguna forma.

── Yo tengo una idea. ── Todos voltearon a ver a Jongho. El menor de la pandilla permanecía sentado junto a Yeosang, quien se giró hacia él casi sorprendido, como si hubiese olvidado que había estado ahí todo ese tiempo. Tenía unos ojos grandes, inocentes, pero una mente astuta. Jongho era escurridizo, el mejor de ellos para escabullirse y adueñarse de lo ajeno o enterarse de información útil. Todos esperaron a que hablara.

── Ese viejo tiene un hijo, ¿lo recuerdan? Él iba con ustedes en la secundaria. San, se llama. Siempre estaba solo, pero creo que era de la misma edad que ustedes.

── ¿A dónde quieres llegar, Jongho? ── preguntó su primo. El menor se encogió de hombros y se reclinó hacia adelante con despreocupación, antes de continuar.

𝙎𝙩𝙧𝙚𝙚𝙩 𝙁𝙞𝙜𝙝𝙩𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora