Capítulo 21

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── ¿Lo decías en serio?

Wooyoung tenía su rostro reposando contra el pecho de San, como si el ritmo del corazón de su compañero, fuese el compás que le marcaba el camino hacia la calma. La noche que había empezado con una vibra triunfante, tuvo una vertiginosa caída hacia la fatalidad, pero de alguna forma, todos pensaban amargamente que "pudo haber sido peor". A esas alturas estaban convencidos de que no eran más que piezas en el retorcido juego de alguien más. No encontraban otra explicación a la cadena de desgracias que había caído sobre ellos como fichas de dominó, una detrás de otra. Lo que Wooyoung más temía era la consecuencia de sus planes, pues cada uno de estos siempre conllevaba hacia un problema más grande, y ahora, muchos ya habían muerto.

── Lo dije en serio, Wooyoung. Siempre supe que eso era lo que más deseaba, quería que mi padre muriera. ──Le confirmó San──. Viví bajo su techo tanto tiempo y en todos esos años nunca me atreví a enfrentarlo por temor, pero... Ahora ya no le tengo miedo. ── Sus ojos contemplaban el cielo oscuro a través de la ventana de la habitación, la noche era fría, clara señal de que el invierno se aproximaba, pero abrazado a Wooyoung, debajo de las cobijas de su estrecha cama, no sentía frío, solo un inmenso deseo por protegerlo de todo el dolor.

── No debes tenerle miedo, San-ah. ── Le dijo el menor, con cariño──. No dejaríamos que él te hiciera daño, no lo permitiría jamás. ──Aseguró solemnemente. Levantó su rostro para poder verlo, pero no podía sonreírle cuando tenía el corazón lastimado, así que solamente lo besó en la barbilla. San pudo sentir su tristeza hasta en los besos de Wooyoung. El viento que corría, llevaba la tristeza de todos en ese barrio, pues la perdida de Jin-Ah era semejante a perder un pedacito de alegría, de ayuda también. Algo de eso, justamente, atormentaba los pensamientos de Wooyoung, pero no se atrevió a decir nada antes por no parecer insensible.

── Creo que debí haber puesto más atención e interés a las lecciones de Kim Jin-Ah, porque sin ella... ¿Quién va a cuidar de nosotros? ──Confesó con voz somnolienta. Seguramente era una preocupación que todos tenían, pero ninguno quería expresar en voz alta, sin embargo, Choi San no lo juzgó por decirlo.

── Mi abuela puede enseñarte lo que necesites, mi tía también. ¿Recuerdas que mi abuela nos contó que había sido enfermera en su juventud? Y mi tía siempre cuidó de mi salud. No te tienes que preocupar por eso, hablaré con ellas.

Por si sus palabras no eran suficiente para calmarlo, San dejó varios besos sobre su frente, sin cesar las caricias en sus brazos, y se le quedó mirando por unos largos segundos, pensando en si era ese el momento adecuado para entregarle lo que desde hacía horas quería darle. Pero mientras sus miradas seguían conectadas en ese pacífico silencio, vio sus párpados cerrarse poco a poco, luchando por mantenerse despierto, hasta que finalmente se durmió entre sus brazos. Debía estar bastante cansado, pues estaba más acostumbrado a dormir de día que de noche, y él no planeaba despertarlo. Era mejor que en sus sueños huyera de toda la tristeza y por un par de horas, pudiese soñar con días mejores. Él tampoco podía mantenerse despierto por mucho más tiempo, aunque los efectos del té hacía rato que habían pasado, el agotamiento físico y mental le hicieron bajar la guardia. Cerró los ojos y acompañó a Wooyoung a ese reino onírico, donde dejó de existir todo el sufrimiento. Al menos hasta que el sol salió.

El funeral de la sanadora no fue más que un ritual para ofrecer condolencias a su padre. Las cenizas de la mujer reposaban dentro de un pequeño cofrecito de cobre, entre los brazos del señor Kim. Aquel pobre hombre había perdido su razón de vivir, la única compañía que tenía era su hija, pues a su esposa y a su hijo mayor los había matado la fuerza pública muchos años atrás en medio de unas revueltas. La misma suerte habían sufrido los padres de Hongjoong, por ejemplo, y miles de personas más. Wooyoung no dejaba de ver hacia el retrato de la joven chica, era una belleza, aunque los años y la vida le hicieron lucir siempre un poco más grande de lo que ella era, sin embargo, la nobleza de su corazón embellecía su apariencia, por eso todos la querían.

𝙎𝙩𝙧𝙚𝙚𝙩 𝙁𝙞𝙜𝙝𝙩𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora