Capítulo 39

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El silencio se sintió amargo durante todo el trayecto de regreso hacia el taller. El cielo había aclarado en el camino y para cuando llegaron, ya el sol estaba afuera. Felix estacionó frente al taller, detrás de ellos venían los demás en otra de las camionetas que pertenecían a Choi, y que ahora ya era de ellos. San observó las puertas metálicas que habían pintado de rojo para que combinaran con la fachada del taller, pero que ya lucían oxidadas y con la pintura desprendida. Tenía miedo de entrar, no quería ver a un hombre como Mingi desmoronarse a causa del dolor, pero le urgía saber cómo estaba Wooyoung. Felix palmeó su hombro, llamando su atención.

── Vamos, San. Deben entrar. Nosotros esperaremos aquí para darles privacidad. ── Le dijo. San agradeció en silencio su consideración, solamente asintiendo y obligándose a bajar del vehículo para ayudar a Seonghwa y a Changbin a bajar el cuerpo de Yunho. Él lo tomó en brazos, viendo que Seonghwa no podía controlar su llanto. Era como si estar allí ahora, finalmente, hubiese avivado el dolor. Él también quería llorar, pero no lo hizo. Su cuerpo temblaba, sus brazos y sus piernas le fallarían en cualquier momento, al igual que sus lágrimas, y correrían cuesta abajo por sus mejillas. Cada paso fue difícil, pero no podían retrasar lo inevitable. Changbin abrió la puerta por ellos, dejándoles pasar, dedicándoles a ambos una mirada de pesar, pero se quedó afuera.

Tan pronto como Seonghwa entró, los que estaban adentro se pusieron de pie, adelantándose hacia él. San no quería ver, no quería levantar la mirada, pero apenas lo vieron entrar con Yunho en brazos, escuchó sus gritos de negación. Fue incapaz de contener sus lágrimas por un segundo más, caminó hacia ellos con pies de plomo, hasta que pudo dejar a Yunho sobre uno de los sofás. Mingi no estaba ahí, Wooyoung tampoco, pero el peleador no demoró en aparecer.

── ¿Ya regresaron? ── Escuchó su voz desde la cima de la escalera, instintivamente levantó la mirada hacia él y se arrepintió en el acto. La sonrisa de Mingi se borró en un instante apenas vio el cuerpo ensangrentado de Yunho. Su expresión se desfiguró en una mueca de dolor y su cuerpo cayó de rodillas, agarrado a los barrotes de la escalera mientras ahogaba su llanto en la garganta y en ese nudo que lo asfixiaba quedó atrapado el nombre de su amor──. Yun...

── ¿Qué pasó? ¿Qué fue lo que pasó? ¡Hyung! ¡Dímelo! ── Exigió Jongho, sacudiendo a Seonghwa por las mangas de su abrigo, como si saber lo que ocurrió pudiera cambiar algo.

── Jongho... Basta, no hagas eso. ── Le suplicó Yeosang, tirando de su mano. El menor se dejó caer sobre su novio, sobre su hombro, escondiendo su rostro en el cuello ajeno.

── No... Díganmelo, yo quiero saber. ── Mingi bajó las escaleras, y aunque le hablaba a los recién llegados, él caminó directamente hacia Yunho, desplomándose en el suelo a su lado. Sus manos temblaron cuando sostuvo la cabeza del muchacho, la herida en su cráneo apenas era visible con toda esa sangre que había derramado y su rostro pálido había perdido todo el calor, al igual que su cuerpo──. Tiene frío... ── Musitó── Hay que... Hay que arroparlo... ── Buscó alrededor con alguna manta o cualquier cosa que pudiera usar para protegerlo del frío, tomando sus manos para frotarlas entre las suyas y darle así un poco de calor, odiando sentir el gélido tacto en su piel──. ¡Traigan una manta, mierda! ¿No ven que tiene frío? Yunho-ah... Aguanta un poco. Te traeré una manta... ── Hizo el intento de levantarse, pero Hongjoong lo detuvo como pudo, pero Mingi era muchísimo más alto que él y no le costó nada hacerlo a un lado. Fue San quien se interpuso en su camino, aunque no era más alto que el rubio, al menos podía aguantarlo, evitando que se fuera quién sabe a dónde.

Si ver a Mingi sonreír era triste, verlo llorar era aún peor. De repente se convirtió en un niño, llorando a sus pies, completamente derrotado. San se arrodilló frente a él y lo abrazó sin decir nada, porque en momentos así él nunca sabía qué decir y porque estaba seguro que Mingi no quería escuchar consuelos inútiles.

𝙎𝙩𝙧𝙚𝙚𝙩 𝙁𝙞𝙜𝙝𝙩𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora