Capítulo 26 (+18)

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El agua de la bañera no alcanzaba a cubrirlos por completo, sus rodillas quedaban por fuera, y como Wooyoung estaba ahora prácticamente sentado encima de él, podía ver su mano moverse y parte de su miembro sobresalir del agua; esa visión le generaba un placer singular y ya podía sentir como empezaba a ponerse duro debajo del muchacho. Y no era el único, Wooyoung lo sentía en sus nalgas, cómo su erección se apretaba contra él, motivándole a moverse despacio sobre ella.

Ese movimiento hizo que San lo abrazara con fuerza contra su cuerpo, que apretara también el agarre de su diestra con la que seguía masturbando a su pareja. Dejó un beso corto en su boca y regó un par de besos más en su mejilla, recorriendo con sus labios su mandíbula y su cuello. Con la izquierda le agarró de la nuca, acercándolo otro poco para poder lamer la tersa piel de su cuello y dejar besos en él antes de subir de nuevo, buscando esta vez la boca de Wooyoung. En vez de un beso, fue su lengua la que tuvo el primer contacto, delineando y saboreando sus labios, llamando a la ajena para unirse en un baile entre ambas.

Wooyoung le siguió, dejó que sus lenguas se envolvieran antes de unirse en un desesperado beso. San soltó su miembro, le hizo darse la vuelta hasta quedar frente a frente, sosteniendo su cintura para que no se fuese a resbalar al sentarlo sobre su regazo. La bañera era angosta, pero Wooyoung pudo dejar sus piernas, una a cada lado de San y desde esa postura le fue más fácil besarlo, devorar los labios de los que tanta sed tenía y esta vez, San le dejó hacerlo, sin juegos ni provocaciones. Él mismo estaba tan necesitado de Wooyoung que no dejó sus manos quietas; apretujó sus nalgas, haciéndole acelerar el baile de su cadera sobre él, sobre su erección, continuando ese sinuoso vaivén que le hacía arder en deseo.

Los jadeos de ambos se ahogaban en sus besos, no les hacía falta el oxígeno, solo les bastaba con matar las ganas de comerse uno al otro, de cortar cualquier centímetro de distancia que quedara entre sus cuerpos hasta que habitaran el mismo espacio. Las manos de San guiaban el frenético movimiento de cadera de Wooyoung, sentir la presión que ejercía sobre él, sobre su miembro, enviaba corrientazos por su cuerpo, un cosquilleo cálido se anudaba en su abdomen bajo, haciéndole liberar esa cálida sustancia de erección.

── Levántate un poco... ── Le pidió, empujando suavemente su cadera para tomar su miembro y dejarlo contra su entrada, frotando la humedad de su glande sobre ese apretado rincón que amenazaba con invadir. Llevó su mano izquierda hacia el rostro de Wooyoung e introdujo dos dedos en su boca, el muchacho entendió rápido sus intenciones y los chupó, mirándole con picardía mientras lamía sus dedos, dejándolos empapados de su saliva.

Entonces San los pudo usar para humedecer su estrechez, metió primero uno y luego el otro, dejando que su entrada se humedeciera un poco──. Siéntate despacio... ── Le ordenó luego de apartar su mano, sujetando con la otra su erección para que Wooyoung se sentara sobre ella.

Escuchó un suave quejido de sus labios, vio su rostro crisparse en una mueca por la incomodidad y lentamente irse transformando en una expresión más relajada y placentera. Su interior le recibió con un delicioso calor que le hizo estremecer, apretándole a medida que se hundía más en él hasta que volvió a sentir las nalgas de Wooyoung sobre sus muslos, estando ya completamente adentro suyo. Le dejó en esa posición unos segundos, para que se acostumbrara a la sensación mientras tomaba su rostro con ambas manos y lo atraía para besarlo, esta vez fue lento, tan despacio que parecía una tortura y a ese mismo ritmo, su compañero empezó a moverse. Ya habían sido apresurados, ahora quería saborear cada segundo que estuviera dentro suyo y cada tierno beso qué Wooyoung dejaba sobre su rostro.

No pensaba en la incomodidad de la bañera o el cansancio de sus rodillas, sino en la presión que sentía en sus entrañas al tenerlo tan adentro de su cuerpo y en el cosquilleo que le despertaba cada vez que levantaba sus nalgas y se dejaba caer sobre su miembro de nuevo, repitiendo ese brincoteo hasta que el choque de sus cuerpos hizo que el agua chapoteara y salpicara el suelo. Le gustaba ir lento y aumentar el ritmo paulatinamente para poder ver en el rostro de Choi San mutar sus expresiones, era casi embriagante verlo intentar mantenerse serio, pero sus ojos se ponían en blanco cada vez que apretaba su dura erección en su interior, y su boca dejaba salir un jadeo. Ya no le importaba ni siquiera el ruido que pudieran hacer, empezó a montarlo más rápido, meneando su cadera, subiendo y bajando sobre toda su longitud, sin silenciar sus gemidos. Parecía querer poner a prueba la paciencia de Choi San, pero este ya la había perdido. Pasó un brazo alrededor de su cintura y con la mano libre se afirmó del borde de la bañera para levantarse con él bien aferrado a su cintura y salió del agua. Caminó con él hacía la repisa del lavabo, dejándole sentado sobre esta mientras le besaba la boca con avidez, mordiendo sus labios, chupando su lengua cuando esta se asomaba. Se separó para verlo unos segundos, dejó un beso en la punta de su nariz y se agachó para llevarse su miembro a la boca.

𝙎𝙩𝙧𝙚𝙚𝙩 𝙁𝙞𝙜𝙝𝙩𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora