“Todos los hombres matan lo que aman. Unos matan su amor cuando son jóvenes y otros cuando son viejos; unos lo ahogan con manos de lujuria, otros con manos de oro… Unos aman muy poco, otros demasiado, algunos venden y otros compran; unos dan muerte con muchas lágrimas y otros sin un suspiro; pero aunque todos los hombres matan lo que aman, no todos deben morir por ello”
— Oscar Wilde
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Habían pasado ya casi 6 años desde aquellos episodios de ebriedad de su querida esposa, en ese transcurso, Lance no soporto a su esposa de esa manera tan detestable a si que hablaron trataron el asunto con “madures” y así es como Miranda Bloch acudio a terapia junto a su esposo, los primeros meses fueron difíciles para la pareja con cada día que pasaba no podían estar ni un minuto sin discutir sobre el cuidado y ejemplo que le daban a su pequeño hijo quien aún lloraba por el poco cariño que recibía que su madre, Miranda se acercó un poco al niño he intento ser una "buena madre" todo volvía a ser básicamente miel sobre hojuelas como por arte de magia, al menos hasta que llegó Rosse Hollande.
Aquella venta salió excelente y con ello el nuevo aumento que tuvo el señor Lance Bloch, en aquella sala de juntas algunos empresarios de costosos trajes y risas algo extravagantes se encontraba el señor Bloch riendo un poco por tantos halagos y felicitaciones por su arduo trabajo, aquellos vasos levemente escarchados por el hielo y una generosa cantidad de whisky en cada vaso era lo que podía observarse en cada una de las manos de aquellos sujetos.
— Te envidio Lance, una hermosa esposa, un hijo al cual podrás heredar todo esto y un empleo estable, cualquier hombre desearía ser tu — comento con una sonrisa socarrona uno de los empresarios haciendo reír al Bloch.
— Y como cualquiera en tu puesto debe tener una joven hermosa y con excelentes curvas a su lado ya contratamos alguien para ti — hablo con burla uno de ellos, haciendo reír al resto incluso felicitando al Bloch por su “buena suerte”, Lance lejos de alegrarse solo sonrió incómodo y agradecer por lo bajo.
Uno de los empresarios abrazo a Lancé por los hombros riéndose observando al de ojos claros.
— También si estás aburrido puedes jugar con ella o no muchachos? — todos rieron ante lo dicho, el de apellido Bloch miro a otro lado mirando como el hielo de su bedida se derretia tan lento y tan aburrido.
Al terminar la "junta" llegó a su nueva oficina y se permitió tomar un respiro, estaba feliz por su nuevo puesto y aumento pero sentí que era demasiado la asistente, soltó un suspiro tomando un poco de calma haciendo para atrás tu cabello con su mano con la otra disponible busco en su bolsillo su celular tomandolo, sonrió un poco marcando al número de su esposa, debía darle la buena noticia ¿no? Llevo el celular a su oreja esperando la voz de su esposa más lo único que se escuchó era el buzón de voz, soltó un suspiro volviendo a guardar el aparato, tres golpes suaves se escucharon, se dio la vuelta mirando la puerta.
— Adelante — arreglo su cabello y su saco, la puerta fue abierta por una joven que no pasaba los 21 años, sus ojos se abrieron.
Aquel.aspecto dulce y delicado lograron cautivarlo de alguna manera, aquella cabellera risada de color rosado que caía sobre sus hombros, el hermoso tono de piel de la joven y sobre todo aquel esbelto cuerpo, lograron llamar la atención del señor Bloch, aquel vestido color crema amoldado a su figura le quedaba bastante bien, carraspeo un poco apretando su corbata mirando a la joven quien le sonrió.
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Un jodido día más
Rastgele¿Qué pasa cuando has sufrido por varios años y sabes como controlarte y de pronto por un maldito descuido todo se acabe? Y por ese descuido su mundo se arruine y se convierta en un jodido día más. (Créditos al autor o autora o autore de la fotograf...