Rodé mi cuerpo al otro lado de la cama, así abrazando la almohada que estaba en medio.
Me sentía en las nubes. Estaba muy cómoda, la verdad.
Tenía toda la intención de seguir durmiendo, pero recordé en dónde me encontraba.
Abrí un ojo permitiéndome ver el lado de la cama vacía -afortunadamente-, me senté sobre ella de una, para así poder abrir por completo ambos ojos.
Un poco más despierta, con la mirada inspeccioné por milésima vez la habitación.
Mi sentido de oído estaba más que alerta y es que, no se escuchaba ni un alma en la habitación. Por un momento pensé que él podría estar en el baño, pero dudo mucho que le guste hacer sus necesidades con la puerta abierta... O eso espero.
No miento que pensé más de dos veces para ponerme de pie y aun con algo de preocupación, -disfrazada de pereza- me puse mis pantuflas y caminé decidida hasta la puerta.
Y para ser mi segundo día aquí, no me acostumbraba a caminar por la casa. Aunque bueno, sólo he salido un a vez. Era tan predecible que al primer lugar que fui al bajar, había sido la sala.
Dejándome llevar por mi instinto llegué a la cocina, ahí abrí una de las dos puertas que me dejaba ver toda la alacena.
Uh, lala...
Seguramente mi ojos brillaron.
Saqué un sin fin de snacks -más que nada dulces y galletas- y los coloqué sobre la mesa. No sabía por donde empezar.
Pronto tomé las galletas y comencé a comerlas. Pero necesitaba algo más.
Con toda la "confianza" del mundo, me atreví abrir el refrigerador y husmear en el.
— Buenos días, señorita. — en cuanto la voz sonó por el lugar, pegué un brinco del susto — Disculpe.
— Buenos días... — respondí viendo con desconfianza a el tipo.
Si realmente iba a estar aquí. Me va a costar mucho acostumbrarme a ver gente armada por todos lados.
— El patrón salió un poco temprano, pero no ha de tardar. — hizo una pausa — Dio indicaciones que todos estábamos a su disposición, ¿Se le ofrece algo, señorita?
Negué y como pude le di las gracias aún con la boca repleta de galletas.
— A la orden. — asintió dando la media vuelta — Con permiso.
Me quedé observándolo hasta que desapareció de mi vista. Di un largo y profundo suspiro, recargándome en la barra de la encimera.
Estaba más que claro, que TODO esto era muy diferente para mí.
Un día enterarme que estaba embarazada y de un tipo que apenas conocía... Y después -cómo si fuera el colmo-"irme" a vivir con él porque literalmente me obligó a hacerlo.
No conforme, yo estaba sin aún decirle a mi familia lo que sucedía y eso era otra cosa más se agregaba a mis preocupaciones.
Maldita sea, Leah... ¿En dónde tenías la cabeza?
Poco a poco empecé a recordar lo que había sucedido ayer. Solté un gruñido al instante que llegó a mi cabeza.
En ningún momento me pidió mi opinión para nada. Fue él quien sugirió que empezáramos a llevarnos bien.
Si realmente esto va enserio como dice y quiere. Va a ser muy difícil llevar una buena "relación" sin tomarme en cuenta.
Bien, tal vez yo pueda dar el primer paso.
Nuevamente volví abrir el refrigerador, esta vez sacando algo de verdura que veía conveniente o que podría utilizar. Lo mismo fue al husmear en el congelador, pero ahí no tuve éxito.
Me quedé pensativa al no encontrar más ingredientes. Entonces recordé...
Abrí la puerta que se ubicaba en una esquina a lado de la venta. Por supuesto que recordaba a dónde llevaba esa puerta. También que podría encontrarlo ahí.
Entrecerré mis ojos cuando mi piel hizo contacto con el sol. Por inercia me llevé la mano a la frente cubriendo un poco la luz cálida que radiaba, así también tratando de encontrarlo pues había alrededor de cinco personas en el gran patio.
Aplaudí mentalmente cuando por fin lo logré ver. Me quedé viéndolo como prendía su cigarro y fue cuando ya lo tenía encendido que giro su vista hacia a mí y se comenzó acercar.
— ¿Se le ofrece algo, señorita? — volvió a preguntar, llegando a la par con el asqueroso olor a tabaco.
Asentí tratando de disimular una arcada.
— Dígame. — volvió hablar.
— ¿Hay alguna tienda cerca, o más bien, una carnicería?
Pareció pensar un poco.
— Creo que si. A unos 5 o 10 minutos. — contestó — ¿Necesita algo?
— Sí. Carne molida. ¿Crees que podrían lleva... — ni siquiera terminé la pregunta, cuando empezó a negar.
— No. El patrón no nos autorizó eso. Podemos traérsela, pero usted no puede salir del rancho.
Suspiré. — Bien. Necesito medio... O, ¿Cuántos están aquí en la casa?
— Ahorita somos 7, pero el patrón se llevó a dos, tres con Óscar.
— Trae dos kilos, por favor. — dije para enseguida darme la vuelta.
Ya no aguantaba más el olor a tabaco.
— Ahorita mando a los demás chavalos.
— Gracias. — dije alto.
En lo que ellos traían la carne, comencé por primero empezar la sopa. Después continué por picar lo que le pondría a las albóndigas y también a la sopa.
El tiempo pasó rápido y en media hora tenía la carne lista para empezar a hacer las bolitas y meterlas al caldito.
Realmente me estaba esmerando en que quedara bien, pues en realidad no era muy buena cocinera. Quien se encargaba de tener comida decente era Xime.
La iba a extrañar.
— Wow... Nada mal. — dije asombrada, volviendo a probar mi comida — La sopa ya está lista. Sólo dejaré que esto hierva tantito, y li...
— ¡¿Quién chingados se chingó mis Chokis y mis Kinder?! — exclamaron alto dentro de la cocina.
Cortito porque es de noche :*